El celebrado videojuego Grim Fandango (1997), el cortometraje Hasta los huesos (René Castillo, 2001) y el film El libro de la vida (Jorge R. Gutiérrez, 2014) son obras animadas que nos han transportado al “más allá” basándose en la iconografía del Día de Muertos mexicano. Ahora, Disney y Pixar aportan su granito de arena en un film que, dados los citados precedentes, carece de esa originalidad con la que nos han sorprendido a lo largo de los años los responsables de Toy Story, WALL-E o Up.
Lee Unkrich y Adrian Molina dirigen con máxima eficacia este film de narrativa y estética impecable, pero que sigue las fórmulas de los productos precocinados de Disney tan al pie de la letra que el arte sucumbe ante la pura ingeniería.
A falta de frescura o riesgo, lo que tenemos es un largometraje simpático, repleto de personajes carismáticos y que está construido para llevarnos a un clímax emotivo que se ve venir desde el comienzo, pero que funciona igualmente. Las lágrimas de emoción están garantizadas con un golpe bajo sentimental ejecutado con maestría.
Hablamos de Pixar, así que no es necesario señalar que la tecnología de la película es de primer nivel. Destaca el diseño y animación de dos personajes: el perro Dante y la anciana Coco. Hablando de Coco, el aspecto del personaje recuerda en cierto modo a la viejecita que aparecía en el magistral film Kubo y las dos cuerdas mágicas (Travis Knight, 2016), película de animación con la que Coco comparte además ciertas temáticas, aunque tratadas de manera más ligera.
La importancia de recordar a los muertos para que su existencia no se borre definitivamente, el poder de la música o los conflictos familiares son asuntos que se tratan tanto en Kubo como en Coco, aunque aquí todo se hace de forma más festiva y mexicana, o al menos “mexicana” bajo el prisma de Hollywood.
Cantinflas, el Santo, Jorge Negrete o Pedro Infante llevan a cabo cadavéricos cameos en esta película, aunque la celebridad mexicana difunta con más presencia en Coco es Frida Kalho, protagonista de los momentos más cómicos del film.
A pesar tratarse de un entretenimiento sólido e impoluto, Coco carece de la personalidad y poderío de otros films de Pixar que se han convertido en clásicos por méritos propios, y no sólo por grandes ejercicios de marketing.
Sinopsis
Miguel es un aspirante a cantante y guitarrista autodidacta que sueña con seguir los pasos de su ídolo, Ernesto de la Cruz, el músico más famoso de la historia de México. Pero la familia de Miguel ha prohibido la música. Hace muchos años, su tatarabuela y su tatarabuelo llegaron a un callejón sin salida: Ella quería criar a su familia en Santa Cecilia, pero él no pudo dejar atrás su sueño y abandonó a su familia para ser músico. La consiguiente prohibición de la música de la bisabuela Mamá Imelda pasó de generación en generación y se sigue aplicando estrictamente, para consternación de Miguel.
«Cuando Miguel descubre un secreto del pasado de su familia, una conexión con Ernesto de la Cruz, se apresura a compartir la noticia con su familia, pensando que le allanará el camino para ser músico», dice el guionista Matthew Aldrich. «Para su sorpresa, solo empeora las cosas».
«Coco cuenta la historia de un niño de 12 años con grandes sueños», dice el director Lee Unkrich. «Se trata de una familia trabajadora con grandes tradiciones y mucho amor. Pero lo mejor de Coco es que el chico podría ser mi hijo. Esa familia podría vivir al lado de mi casa. La encantadora y mandona abuela que insiste en llenarle otra vez el plato podría ser tu abuela. A todos nos resulta familiar esta historia. Por eso es tan buena».
A los realizadores les encantó el tema universal de la familia. «Todos formamos parte de una familia», dice el codirector y guionista Adrián Molina. «Son relaciones maravillosas a la vez que complicadas. Pero nuestra familia determina quiénes somos, lo que hizo que nos preguntáramos: Si tuvieras la oportunidad de conocer a tus antepasados, ¿qué reconocerías en ellos que ves en ti mismo?»
Unkrich añade: «Reconocimos la necesidad común de ser recordados, de sentir que le importaremos a alguien mucho después de dejar el mundo. Del mismo modo, hay un deseo muy fuerte de mantener vivos los recuerdos de nuestros seres queridos. Al compartir sus historias y crear las nuestras, construimos una conexión entre generaciones que supera los límites de nuestra vida cotidiana».
Molina añade: «Miguel siente que tiene que elegir entre su pasión por la música y el amor por su familia. Él quiere compartir su talento con su familia y demostrarles que hacer música es bonito y honorable. Pero no elige la mejor forma de hacerlo».
Los comportamientos impulsivos de Miguel desencadenan un acontecimiento de magia que lo hace visible solo para aquellos que han venido a visitarnos desde la Tierra de los Muertos el Día de los Muertos. Este animado y colorido mundo paralelo está poblado por generaciones y generaciones de personas que dejaron la Tierra de los Vivos hace mucho tiempo, incluidos los propios antepasados de Miguel, que lo reconocen al instante y se ofrecen a ayudarle, pero solo si él acepta abandonar la música para siempre. «Y Miguel no puede aceptar eso», dice la productora Darla K. Anderson, «por lo que se une a un esqueleto desgarbado y callejero llamado Héctor y ambos se disponen a encontrar a Ernesto de la Cruz. Creen que él tiene la clave del desconcierto de Miguel y de la historia nada musical de la familia».
Afortunadamente, la prohibición de la música de la familia Rivera no se extiende a la película. «Me encanta la ironía», dice Anderson. «Tenemos una familia con esta oposición inexplicable a la música que vive en un país enraizado en ella. En Coco rendimos homenaje a todos los estilos de la música mexicana».
El elenco de voces incluye personajes de la Tierra de los Vivos y de la Tierra de los Muertos. De la Tierra de los Vivos, Anthony González («Ice Box», «The Last Ship» de TNT) presta su voz a Miguel, Ana Ofelia Murguía es la voz de la querida bisabuela de Miguel Mamá Coco, Renée Victor («Weeds», «The Apostle») es la voz autoritaria de la Abuelita, Jaime Camil («Jane the Virgin» de CW, «Elena of Avalor» de Disney Junior, «Mascotas») es la voz de Papá, y Sofía Espinosa («Gloria») presta su voz de la cariñosa mamá de Miguel. Luis Valdez («Which Way Is Up», director de «La Bamba» y «Cisco Kid») presta su voz al Tío Berto, el esforzado tío de Miguel, y Lombardo Boyar («Happy Feet: Rompiendo el hielo», el «Asesinato en primer grado» de TNT) es la voz de un mariachi de la ciudad.
De la Tierra de los Muertos, Gael García Bernal («Mozart in the Jungle» de Amazon) ayuda a dar vida al encantador tramposo Héctor, Benjamin Bratt (La «Estrella» de Fox, «Dr. Strange (Doctor Extraño)») es la voz del ídolo de Miguel, Ernesto de la Cruz, y Edward James Olmos («Blade Runner», «Lecciones inolvidables») presta su voz a Chicharrón. Alanna Ubach («Los padres de él», «Girlfriends Guide to Divorce» de Bravo) es la voz de la tatarabuela de Miguel, Mamá Imelda, Selene Luna («San Valentín sangriento», «Celebrity Wife Swap») presta su voz a la Tía Rosita, Alfonso Arau («¡Tres Amigos!» Director/ productor de «Como agua para chocolate», director de «Un paseo por las nubes») es la voz del difunto bisabuelo de Miguel, Papá Julio, y Herbert Sigüenza («Larry Crowne, nunca es tarde», «Ben 10: Alien Swarm») es la voz del Tío Oscar y del Tío Felipe, los tíos gemelos idénticos de Miguel. También prestan sus voces Octavio Solis (dramaturgo de «Lydia», «Santos y Santos»), Gabriel Iglesias («Aviones», «Operación Cacahuete», «Operación Cacahuete 2. Misión: Salvar el parque»), Cheech Marin («Cars 3», «Tin Cup», «Nash Bridges» de CBS) y Blanca Araceli («El puente»).
Los realizadores colaboraron con un equipo de consultores culturales, incluido el dibujante político Lalo Alcaraz, el dramaturgo Octavio Solís y la escritora sobre patrimonio y arte, la productora independiente y activista Marcela Davison Avilés. Los consultores, cuyas familias provienen de México, intervinieron en todo, desde el vestuario de los personajes y los decorados hasta la paleta de colores, e incluso en los diálogos, mezclando de forma fluida el español y el inglés en el guión de forma que no necesitase traducción. «Es un reflejo de nuestra educación», dice Solís. «Crecimos en hogares bilingües. Hablábamos indistintamente inglés y español en el patio del colegio».
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