El título original, Coming Home in the Dark, describe toda la película, si bien aquí home (hogar) no es algo bueno. Es el mal pasado, del que no se puede escapar, al que se regresa constantemente con la mente, tanto que se puede considerar como hogar.
La película se vende como un film de terror, peligrosa etiqueta porque más bien hablaríamos de un thriller negro como el abismo, violento y dotado de un suspense fatalista en el que, casi desde el principio, el espectador es despojado de cualquier esperanza respecto al destino de los protagonistas. Se trata de una de esas películas agobiantes y deprimentes que, siendo sinceros, poca gente tendrá ganas de ver en estos tiempos también agobiantes y deprimentes. Pero eso no quiere decir que no merezca la pena ver Coming Home in the Dark.
La cinta es tan destacable en el fondo como en la forma. Nos habla de la responsabilidad, tanto por acción como por omisión, y de las consecuencias dañinas que tiene para toda la sociedad, no solo para las víctimas, el maltrato infantil (todavía más terrible si se da por parte de instituciones cuyo objetivo es la protección de la infancia). No se puede hablar de un film nihilista, pero decididamente da una visión desesperada de nuestra especie. Lo hace con una brillantez formal muy notable. Tanto la realización (en formato road movie, la película transcurre en gran parte a bordo de un coche, en un viaje nocturno), el montaje y la fotografía son un todo, sin piezas que rechinen.
Su realizador emplea un estilo directo y violento, más sobrio que efectista, y opta en ocasiones por ocultar o dejar al fondo de la imagen el acto sangriento, al estilo de clásicos como Psicosis o La matanza de Texas, que se recuerdan más gore de lo que son.
Atrapados en la oscuridad es el debut como director de largometrajes del neozelandés James Ashcroft (hombre de cine con abultada experiencia en papeles interpretativos secundarios en todo tipo de producciones). Aquí exhibe un pasmoso dominio del arte cinematográfico, poco común en una opera prima.
Nos hallamos, en definitiva, ante un film de los que dejan mal cuerpo, pero que no se puede dejar de mirar e incluso admirar, y en el que las interpretaciones también resultan impecables, incluyendo la víctima no-inocente (Erik Thomson), el locuaz verdugo (Daniel Gillies), la víctima inocente (Miriama McDowell) y el enigmático co-verdugo (Matthias Luafutu), dotado este último de un rostro duro y cinematográfico de los que no abundan en estos tiempos.
Sinopsis
En Atrapados en la oscuridad, una excursión familiar se convierte en un infierno cuando el maestro Alan Hoaganraad, su esposa Jill y sus hijastros Maika y Jordan exploran una costa aislada. Allí se encuentran inesperadamente con un par de vagabundos, el enigmático psicópata Mandrake y su cómplice Tubs, que los secuestran y se embarcan en un terrorífico viaje por carretera.
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