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Crítica: «12 valientes» («12 Strong», Nicolai Fuglsig, 2018)

Hace unos años, llegó a las librerías Soldados a caballo (Horse Soldiers: A True Story of Modern War, 2009), de Doug Stanton, la narración periodística de una aventura real, protagonizada en el Afganistán de los talibanes por un equipo de agentes de la CIA y soldados de las Fuerzas Especiales, en alianza con combatientes afganos de la Alianza del Norte.

El libro de Stanton tenía un interés obvio ‒narraba la primera reacción estadounidense tras los ataques terroristas del 11-S‒, pero para los aficionados a la historia militar, su mayor atractivo residía en el carácter singular de aquella operación. Y es que, como indica el título elegido por Stanton, aquellos expedicionarios tuvieron que convertirse en jinetes, al estilo de las unidades de caballería del XIX.

Este detalle nostálgico, que a uno le recordaba los viejos relatos coloniales, se hace aún más patente en la versión cinematográfica del libro, 12 valientes, dirigida por el danés Nicolai Fuglsig.

Como sucede en otras películas recientes ‒pienso en El único superviviente (2013), de Peter Berg, o en Los soldados secretos de Bengasi (2016), de Michael Bay‒, los hechos reales le sirven a Fuglsig para filmar un homenaje a los hombres de armas que han protagonizado, con mayor o menor fortuna, la estrategia exterior del Pentágono a partir de 2001.

En el caso de 12 valientes, ese homenaje adquiere la forma de un neo-western, con todas las claves visuales y sentimentales que ello implica. El realizador tiene dos ingredientes a su favor: una sólida dirección artística ‒que convierte los páramos y los montes de Nuevo México en un creíble Afganistán‒ y un reparto en el que se reúnen tipos con el carisma de Chris HemsworthMichael ShannonMichael PeñaNavid Negahban y William Fichtner.

Siempre han existido films como 12 valientes. Muchas peripecias bélicas de los años cuarenta y cincuenta, sin ir más lejos. Pero no hay que pensar tanto en las afinidades que busca Fuglsig como en los resultados que aquí materializa.

Si uno busca acción rodada con solvencia, clichés épicos y puro entretenimiento, la película no defrauda en absoluto. Pero si uno pretende ir al cine con la idea de que este film puede ser una continuación de The Looming Tower (2018) ‒la potente y desgarradora teleserie producida a partir de la investigación de Lawrence Wright acerca del periodo previo a los atentados de las Torres Gemelas‒, quizá salga de la sala con la sensación de que a 12 valientes le falta densidad.

Como ven, todo depende de las expectativas. En todo caso, sería injusto pedirles a Fuglsig y al productor Jerry Bruckheimer algo diferente a lo que quieren ofrecernos: una trepidante odisea protagonizada por cowboys armados hasta los dientes.

Es cierto que, en comparación con el libro de Doug Stanton12 valientes carece de esa consistencia moral y política a la que nos han acostumbrado otras producciones ‒por ejemplo, La noche más oscura (2012), de Kathryn Bigelow‒, pero a cambio, nos invita a una peligrosa cabalgada entre disparos de ametralladora y explosiones.

Por lo demás, el relativo optimismo de 12 valientes ‒bien dosificado por el veterano guionista Ted Tally (El silencio de los corderos)‒ supone un giro en la reciente producción bélica, en general oscurecida por la sombra del fracaso militar y por la constante tragedia que ha supuesto la lucha contra los integristas.

Sinopsis

En los días posteriores al 11-S, un equipo de Fuerzas Especiales estadounidense comandado por el capitán Mitch Nelson (Chris Hemsworth) es elegido para ser los primeros soldados americanos en responder al ataque. El equipo es trasladado a las remotas y yermas tierras del norte de Afganistán, donde deberán convencer al general Abdul Rashid Dostum (Navid Negahban) para unir fuerzas y luchar contra su adversario común: los talibanes y Al Qaeda. Para ello, los americanos deberán adoptar las tácticas de los soldados afganos a caballo y aprender a respetarse y confiar entre ellos ante un enemigo despiadado que les supera en número y no hace prisioneros.

Todo estadounidense adulto recuerda exactamente dónde se encontraba y qué estaba haciendo en la terrible mañana del 11 de septiembre de 2001. Pero, hasta hace poco, solo unos cuantos conocían los extraordinarios acontecimientos que se desarrollaron justo después. Con el país aún tratando de recuperarse, 12 valientes miembros de las Fuerzas Especiales de élite del Ejército de los EE. UU. -conocidos como los Boinas Verdes- dejaron sus casas y a sus seres queridos para emprender una peligrosa misión clasificada en el devastado país de Afganistán. Estos «12 valientes» fueron elegidos para asestar el primer golpe como respuesta de los Estados Unidos a los atentados terroristas.

No se les ordenó ir. Se ofrecieron voluntarios.

Ahora, la historia real de esta docena de guerreros llega a la gran pantalla en el nuevo drama de acción 12 valientes. El productor Jerry Bruckheimer explica: «Mientras el pueblo estadounidense aún se encontraba conmocionado, estos hombres se aventuraron en lo desconocido, en una situación plagada de peligros, para tratar de ajustar cuentas y ofrecernos una victoria. Tuvieron que dejar atrás a sus mujeres e hijos sin previo aviso, sin que ni ellos ni sus familias supieran adónde iban ni si regresarían alguna vez. La operación se mantuvo en secreto durante años ‒la mayoría de la gente ni siquiera sabe que existe‒ pero estos hombres son verdaderos héroes».

El director de 12 valientesNicolai Fuglsig, agrega: «Fueron la punta de la lanza, los primeros soldados estadounidenses en pisar Afganistán. Cuando llegaron, se encontraron superados en número 5000 a 1 por el enemigo, y en constante riesgo de ser capturados debido al elevado precio que los talibanes pusieron a sus cabezas».

La misión, que recibió el nombre clave de Fuerza Operativa Daga, era una misión tanto diplomática como militar. Tal como explica Fuglsig: «Este pequeño equipo de las Fuerzas Especiales debía establecer contacto con un caudillo local llamado general Abdul Rashid Dostum, uno de los cabecillas de la Alianza del Norte de Afganistán, con el objetivo de ayudarle a recuperar el control de la región. Se trataba del primer paso de la lucha de los Estados Unidos contra los talibanes y Al Qaeda tras el 11-S».

La Alianza del Norte, una frágil coalición de líderes militares afganos, se había vuelto un tanto fragmentada en los años transcurridos desde su formación en 1996, pero, pese a todo, había una cosa que los unía a todos: su deseo mutuo de librar a su país de los implacables talibanes.

Chris Hemsworth, que interpreta al capitán Mitch Nelson, jefe del equipo de Operaciones Especiales, señala: «Esos boinas verdes no estaban allí como ocupantes, sino que estaban allí para ayudar al pueblo afgano, que estaba luchando por su libertad. Sin mucha inteligencia previa, tuvieron que llegar y ganarse la confianza de Dostum y sus hombres o jamás podrían haber cumplido su misión. Lo que me encantaba de esta historia era que representaba una oportunidad de mostrar a estadounidenses trabajando codo con codo con el pueblo afgano para hacer frente a un enemigo común».

Bruckheimer califica la misión de «sin precedentes» por otra razón. Pese a encontrarse entre los soldados mejor formados de todos los cuerpos militares, los 12 boinas verdes no estaban preparados para un reto muy particular: en el terreno montañoso tan traicioneramente escarpado del norte de Afganistán, los medios de transporte modernos tuvieron que dejar paso a algo más básico. «La única forma de moverse por los pasos montañosos es en mula o a caballo, así que tuvieron que adaptarse», comenta el productor. «Solo uno de ellos era un experto jinete, los demás tuvieron que aprender sobre la marcha».

Por primera vez en 60 años, «soldados estadounidenses entraban en combate a caballo», observa Fuglsig. «Aunque ahora cabalgaban para enfrentarse a lanzamisiles y tanques T-72. El hecho de que todos los miembros de ese equipo de las Fuerzas Especiales volvieran vivos a casa es un verdadero milagro».

La extraordinaria historia de los boinas verdes conocidos como ODA (Comando Operativo Alfa) 595 fue recogida inicialmente por el escritor Doug Stanton en el superventas de 2009 Soldados a caballo: Una extraordinaria historia de guerra del siglo XXI. Sin embargo, Bruckheimer recuerda: «Ya nos habían traído el libro en forma de galerada antes incluso de que estuviera terminado. Doug Stanton es un escritor fantástico, nos encantó al momento. Me pareció una historia real asombrosa, intensa y heroica, llena de acción deslumbrante. Y, sorprendentemente, se han hecho muy pocas películas sobre las Fuerzas Especiales del Ejército. Son conocidos como ‘los profesionales silenciosos’ porque sus misiones son secretas y, por motivos obvios, rara vez hacen públicas sus hazañas».

Para Stanton, que también ejerció de productor ejecutivo del filme, la posibilidad de contar con Jerry Bruckheimer para convertir su libro en una gran producción de cine le pareció la opción ideal. «Hace tiempo que soy una gran admirador de Jerry«, afirma. «La primera vez que vi Black Hawk derribado pensé: ‘Este es un cineasta que sabe cómo contar estas historias’. Ambas son historias sobre la guerra pero, en última instancia, tratan sobre gente que intenta tomar una decisión difícil en el momento menos oportuno».

«Como reportero gráfico, he visto la guerra de primera mano y he vivido sin duda momentos muy intensos», comenta Fuglsig. «En cierto modo, todas las guerras son algo similares cuando consideras el elemento de la tragedia humana, pero creo que esta película es un tipo de drama bélico muy distinto. Los norteamericanos llegan para ayudar a los afganos a librar su propia batalla contra los talibanes, de modo que estas personas de dos culturas muy diferentes tienen que aprender a trabajar juntos por una causa común».

La visión del director para el proyecto impresionó a todos los productores. «Nicolai realizó una enorme labor de documentación sobre las Fuerzas Especiales que estuvieron allí», recuerda Bruckheimer. «De algún modo, incluso consiguió hacerse con un informe del gobierno sobre la operación. Así que apareció con fotos que había reunido y ofreció un punto de vista diferente sobre cómo haría él la película».

Aunque el guion de Tally y Craig se ciñó estrechamente a los acontecimientos reales tal como se recogen en el libro de Stanton, como con todas las adaptaciones cinematográficas, hubo que tomarse ciertas licencias dramáticas. Por ejemplo, salvo unos cuantos, casi todos los nombres del equipo ODA-595 fueron cambiados por Stanton para proteger las identidades de los soldados en lo que todavía era una misión clasificada cuando escribió su libro, y esos nombres ficticios se han conservado en la película. «Estábamos haciendo una película, no un documental», apunta Bruckheimer, «pero tanto Ted como Peter encontraron con gran pericia una forma de contar la historia de una forma que resultara fiel a la esencia de los acontecimientos y los personajes».

No obstante, desde el primer momento, la verosimilitud se convirtió en la consigna de los cineastas, que querían todos hacer justicia a esta historia real. Ficharon a asesores militares y también confiaron en la experiencia de Doug Stanton, a quien Bruckheimer califica de «un gran compañero para nosotros a lo largo de todo el proceso. Una forma que tuvo de ayudarnos fue poniéndonos en contacto con las Fuerzas Especiales, los hombres que realmente formaron parte de la Fuerza Operativa Dagger».

Dos de esos hombres eran Mark Nutsch, capitán de las Fuerzas Especiales de ODA-595 (Comando Alfa 595) y jefe del equipo durante la misión, y el subjefe del equipo y primer suboficial especialista Bob Pennington. Son los equivalentes reales de los papeles interpretados por Chris Hemsworth y Michael Shannon, respectivamente.

Pennington asegura que ser la punta de lanza tras los atentados del 11-S «fue el logro del que más nos sentimos orgullosos. Para mí, fue el sumun. Nos encargaron la misión más importante, así que nos pusimos en marcha».

«Nos sentimos humildemente honrados de que se haya hecho una película sobre la misión de nuestro equipo en esos cruciales momentos posteriores al 11-S», prosigue Nutsch. «También supone mucho para nuestras familias, que sacrifican tanto, que lo que logramos por fin salga más a la luz pública. Y creo que supondrá mucho para el pueblo afgano, porque muestra cómo sirvieron en ese conflicto».

Reconociendo a todos sus compañeros de armas, Nutsch prosigue: «Nos sentimos verdaderamente honrados de que 12 valientes refleje el espíritu de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos. Creo que es importante mostrar la capacidad y la fuerza de los Boinas Verdes. Son personas muy motivadas, que se exigen mucho a sí mismos y a sus compañeros de equipo. Nos presionamos mucho mutuamente y eso nos vino muy bien».

«Esta película retrata magníficamente a un equipo de las Fuerzas Especiales en el campo de batalla tal y como deberían mostrarse», opina Pennington. «Refleja realmente parte de lo que vivimos, cómo nos adaptamos a situaciones y superamos ciertos retos importantes».

Fuglsig aporta: «Esta es una película en la que puedes apoyar tanto a los norteamericanos como a los afganos porque, juntos, emprendieron una épica cabalgada hacia el mismo infierno. Si el equipo de las Fuerzas Especiales de los EE. UU. no hubiera colaborado con el general Dostum y su milicia, no habrían tenido ninguna oportunidad contra las decenas de miles de combatientes con los que contaban los talibanes. En esencia, 12 valientes no es solo una película de guerra, sino que es una historia sobre aprender a respetar las diferencias que nos separan, pero también a comprender las cualidades que nos unen».

12 valientes se rodó enteramente en localizaciones de Nuevo México, que ofrecía al equipo responsable del proyecto una mezcla de entornos naturales bastante similares a los de Afganistán. El rodaje acabaría llevando al reparto y al equipo por algunos de los lugares más remotos y arduos del estado, donde se verían todos puestos a prueba tanto por los caprichos de la naturaleza como por la dureza del terreno.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.