Ocurrió en la primavera de 1993. La viuda de Cortázar, Aurora Bernárdez, legó a la Fundación Juan March la biblioteca del genio. Son los libros que Julio Cortázar había reunido en su hogar parisino de la rue Martel. Si de ellos hemos extraer un perfil lector, queda claro que a Julio Cortázar le interesaban sobremanera tanto la poesía como las novelas de vampiros, pero también el arte y otras materias que nos informan sobre su formidable sensibilidad.
Esta biblioteca personal es custodiada actualmente en la Biblioteca de la Fundación, en Madrid. El investigador puede encontrar en ella más de cuatro mil libros y revistas.
Con todo, las cifras que siguen son las que realmente importan. Hay 400 ediciones y traducciones de obras del propio escritor, pero los libros ajenos también muestran su huella: 513 volúmenes incluyen dedicatorias a Cortázar, 894 lucen su firma y 161 libros y revistas esconden comentarios manuscritos, dibujos y frases subrayadas que se convierten en una fiesta para sus admiradores.
Cortázar dialoga con los autores: señala erratas y descuidos, improvisa elogios, juicios descalificadores y también despiadadas ironías.
Esas notas nos brindan la oportunidad de colarnos en su intimidad lectora para asistir a coincidencias, a enfados y a más de una discusión de cronopios.
Pese a la brevedad del volumen, este apasionante libro de Jesús Marchamalo que ahora se incorpora al catálogo de Fórcola viene a ser una guía, o mejor, un manual de usuario de la biblioteca personal del escritor argentino.
Como un buen detective cortazariano, con curiosidad de grafólogo, Marchamalo ordena las pistas, justifica los indicios y extrae conclusiones de cada autógrafo y de cada acotación.
Sin duda, hay notas a vuelapluma que amplían la dimensión humana e intelectual del autor de Rayuela. Por cortesía, no voy a citar aquí ninguno de esos ejemplos que deben sorprenderles en la obra que nos ocupa: baste saber que el entusiasmo y la calidad del Cortázar lector hace aún más evidente su altura como narrador.
De este libro se obtienen oportunas enseñanzas pero también mucha diversión, por lo que recomiendo al lector que se disponga a recorrer sus páginas sin prejuicios y con una permanente sonrisa.
Nota editorial
«No sé hasta qué punto los libros hablan de sus propietarios. No sé hasta qué punto los definen. Decía Marguerite Yourcenar que una de las mejores maneras de conocer a alguien es ver su biblioteca.»
«Hubo un momento –nos cuenta Jesús Marchamalo en su nuevo libro–, hace años, en que todos queríamos ser Cortázar. Nunca tuve ocasión de encontrarme con Julio Cortázar en persona, nunca coincidimos en ningún acto, nunca fui a que me firmara alguno de sus libros, ni lo visité en ninguna de sus casas parisinas, ni siquiera me crucé con él en el metro. Así que guardo de él una imagen un tanto legendaria, soñada o ideada, de historias que me han ido contando, o que he leído.»
El autor de Tocar los libros (un libro que se ha convertido ya en un pequeño objeto de culto para los amantes de los libros) se adentra en Cortázar y los libros en el mundo más íntimo y curioso de Julio Cortázar, el de su biblioteca personal.
El rastro de sus libros subrayados, con esquinas dobladas, apostillas y papeles -hojas de calendario, recortes de periódico, un pedazo de cartulina garabateado- dibuja un retrato imaginario sobre el autor de Rayuela que hará las delicias de bibliófilos y bibliópatas.
Marchamalo subraya: «He eludido conscientemente hablar con personas que pudieron conocerlo o tratarlo –muchos de ellos escritores que aparecen mencionados en las siguientes páginas– y que podrían haber aportado un testimonio fidedigno del Cortázar lector.
Pero me resultó sugestiva la idea de que este libro llegue a tener algo de hallazgo fortuito, de azaroso descubrimiento: un Cortázar inédito convertido, a través de sus lecturas, en territorio definitivamente fabulado».
Jesús Marchamalo (Madrid, 1960), periodista, ha desarrollado gran parte de su carrera en Radio Nacional y Televisión Española, y ha obtenido los premios Ícaro, Montecarlo y Nacional de periodismo Miguel Delibes, entre otros.
Colabora habitualmente en el suplemento literario de ABC, en Muy Interesante, donde tiene una página dedicada al lenguaje, y en el Instituto Cervantes.
Entre sus libros destacan La tienda de palabras (Siruela, 1999), 39 escritores y medio (Siruela, 2006), ilustrado por Damián Flores, Las bibliotecas perdidas (Renacimiento, 2008) y 44 escritores de la literatura universal (Siruela, 2009), también ilustrado por Damián Flores.
En Fórcola ha publicado Tocar los libros (Fórcola, 2010), con prólogo de Luis Mateo Díez, y Cortázar y los libros (Fórcola, 2011), con prólogo de Javier Gomá.
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