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«Cómic, la aventura infinita», de Felipe Ossa

La lectura es para muchos una religión, y es natural que ese culto se extienda primero a los tebeos y luego llegue a los libros. Este es el caso de Felipe Ossa, el decano de los libreros en Colombia, cuya biblioteca, novelas gráficas incluidas, forma parte instrumental de su curiosidad y de su sabiduría.

La afición de Ossa por la literatura, en todas sus formas, viene a ser un rasgo de familia. Su padre, también librero, llegó a reunir en casa miles de volúmenes. Una tentación irresistible, que a don Felipe le sirvió también para educarse mejor que en un colegio. Esa formación, por cierto, adquirió otro ritmo cuando, recién alcanzada la mayoría de edad, comenzó a trabajar como ayudante en la Librería Nacional, toda una institución para los bibliófilos colombianos.

La fama de Ossa dentro del gremio se asienta en dos virtudes que también descubre el libro que nos ocupa: la veteranía y el conocimiento. De hecho, las cosas que más destacan en Cómic, la aventura infinita son el respeto por la materia y la buena memoria que demuestra su autor.

Felipe Ossa escribe sobre tebeos convencido de que una obra maestra ‒pongamos por caso el Flash Gordon, de Alex Raymond, Tarzán o El Príncipe Valiente, de Harold Foster, o Corto Maltés, de Hugo Pratt‒ ilumina tanto como una gran novela, y no admite una sola lectura, sino que exige muchas.

La crónica histórica que nos propone Ossa avanza desde el clasicismo hasta la modernidad. A diferencia de otros estudiosos que se obsesionan con los tebeos anglosajones, Ossa disfruta del cómic estadounidense, pero no renuncia a los innumerables y maravillosos tebeos que se han publicado en Hispanoamérica, en Japón o en Europa.

Escrito con una amenidad entrañable, Cómic, la aventura infinita es el libro de un lector que disfruta de las viñetas desde los cinco años de edad. También es un ensayo documentadísimo, pero su erudición, lejos de abrumar, se convierte en toda una fiesta para el aficionado.

Sé que aún quedan intelectuales que desprecian esta expresión artística, como si fuera un desahogo infantil o un simple fenómeno comercial. Es una obcecación cada vez menos frecuente, pero he comprobado que persiste en determinados personajes. Somos así, y habrá, quizá, que resignarse. Estas páginas nos revelan ‒por si alguien aún tenía dudas‒ que el cómic es un arte maduro, equiparable a otras expresiones artísticas, abierto a la ligereza y también a la densidad.

Felipe Ossa demuestra a los lectores de cómics que deben ir con la cabeza bien alta ‒ya pasó la hora de distinguir entre alta cultura y cultura popular‒. Recuerden: los tebeos nos brindan misterio, emoción y aventura. Sin ellos, ¿qué sería la vida?

Sinopsis

El universo del cómic lleva más de cien años de expansión y transformación. Nadie discute hoy que esta manera de contar historias por medio de imágenes tiene quilates de sobra para ser considerado, con justa razón, el noveno arte. Felipe Ossa ha dedicado 70 de sus 75 años a leer y coleccionar cómics y novelas gráficas, y ha estudiado con una pasión rayana en la obsesión todo lo relacionado con los historietistas, ilustradores, guionistas, que le han dado vida en el papel a personajes que ya son patrimonio de la humanidad como Supermán, Batman, Calvin y Hobbes, Mafalda, Snoopy, Tarzán, El Eternauta, Corto Maltese, Astroboy, Boogie el Aceitoso, Rorschach, entre otros. La lista de nombres y de sus respectivos creadores es larga. Este libro presenta desde los pioneros del cómic hasta sus exponentes más recientes, pasando por los maestros del género, el fenómeno del manga japonés, explica las diferencias entre el cómic y la novela gráfica y muchas cosas más. Una obra que invita a los lectores a descubrir este mundo para que lean y disfruten todo lo que los cómics ofrecen

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.