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«Caviar, dioses y petróleo», de Luis Pancorbo

Al llegar a la última página de este trayecto que nos propone Luis Pancorbo, el lector puede mostrarse agradecido por muchas cosas, pero especialmente por la intensidad con que el autor le recuerda qué es el viaje ilustrado. Un viaje culto, libre, precedido por muchas lecturas. Un viaje, en fin, que no admite las medias tintas ‒para eso ya está el turismo‒ y en el que la curiosidad nunca se extingue.

Está claro que si viajar es una forma de placer estético y sensorial, la elaboración de un libro de viajes significa descifrar esa misma experiencia, no ya para teorizar sobre el camino recorrido, sino para completarlo junto a otros: esos lectores que deciden situarse a medio camino entre la literatura y el horizonte, entre la letra impresa y una frontera real que algún día desearían cruzar.

En este libro, Luis Pancorbo relata una travesía fechada entre 2014 y 2016, y cuyo objetivo fue visitar los países independientes y repúblicas autónomas de Rusia que prosperan a la vera del Mar Caspio. Es decir, Rusia, Calmuquia, Daguestán, Azerbaiyán, Turkmenistán, Kazajistán e Irán.

La ruta ‒sobra decirlo‒ depara anécdotas memorables, episodios de carácter personal, detalles pintorescos, evocaciones antropológicas, afinidades literarias, y sobre todo, descripciones impecables de todo lo divino y lo humano que atañe a esa geografía.

Como ya dejó claro en sus maravillosos documentales ‒Otros pueblos‒ y en muchos otros libros, Pancorbo es un narrador excepcional que no renuncia a la búsqueda ni al asombro. De ahí que en esta obra nos aproxime a ese borde exterior que aún no figura entre los datos de Google Maps ni en las guías de los turoperadores.

La crónica comienza en Astrakhán, la ciudad más meridional de Rusia, y a partir de ese primer paseo por la orilla del Volga, nuestro interés no decae en ningún momento. Por otro lado, para resolver los enigmas de este largo viaje, Pancorbo se vale de las armas que le brindan arqueólogos, exploradores y escritores que usaron el mismo mapa. Sin ir más lejos, Alejandro Dumas, que entre 1858 y 1859 visitó Azerbaiyán junto al pintor Jean Pierre Moynet.

Dumas mencionó una naturaleza indómita en tormo al Caspio, y de hecho, encontró en Azerbaiyán parajes donde los tigres, las panteras y los chacales aún cazaban como en la prehistoria. También Manuel Chaves Nogales visitó Bakú, y describió sus pozos de petróleo, que ya eran una promesa de modernidad. Por su parte, Pancorbo evoca a estos y otros antecesores para colorear su relato, que en ocasiones adquiere tonos poéticos. Por ejemplo, cuando escribe: «La noche de Bakú tiene unas intensidades notables, con el Caspio como una gran boca abierta y luces hasta el infinito de fuegos de gas y petróleo, y de neón en miles de anuncios. No creo que quede ni uno solo de los poetas callejeros que antes se llamaban ashouk, algo magos que se las daban de ser capaces de dominar los elementos».

La aventura concluye en el Caspio persa. Una piscifactoría de esturiones viene a ser la esquina final que dobla el autor en este itinerario lleno de prodigios y de momentos felices.

No me queda espacio para adelantar más detalles. Pero sí para un consejo: lean a Luis Pancorbo. Estoy seguro de que me lo agradecerán.

Sinopsis

Luis Pancorbo empieza su periplo en el delta del Volga, el gran río ruso que desemboca en el Caspio. Un lugar donde florecen los lotos y vuelan los cisnes salvajes. Pero su viaje le ha llevado en los dos últimos años a un pormenorizado recorrido por todos los países ribereños del Mar Caspio, es decir, cinco repúblicas independientes (Rusia, Irán, Azerbaiyán, Turkmenistán y Kazajistán), y dos repúblicas autónomas (Calmuquia y Daguestán) dentro de la Federación Rusa. Todo un mosaico de pueblos, culturas, y paisaies, desde las estepas kazajas o los desiertos turcomanos que van a morir en un mar de petróleo, como el Caspio. Cuna también de los esturiones que han dado fama al mejor caviar, aunque ahora haya más de estos peces en las granjas. Mar fronterizo asimismo donde confluyeron los mitos y las religiones orientales y occidentales. El fuego de Zaratustra hoy es evocado en un monte junto a Bakú, la capital azerí, donde se quema día y noche gas natural. En Calmuquia, donde la mayoría es budista, adoran las salchichas de carne de caballo.

Luis Pancorbo (Burgos, 1946), de padre castellano y madre vasca, ha escrito una treintena de libros especialmente sobre viajes y antropología. Fue corresponsal de TVE en Roma y Estocolmo desde 1968 a 1977. Desde 1981 a 2010 fue el director y  realizador de Otros pueblos, serie emitida en TVE con 130 capítulos. En 1969 fue el primer viajero español que pisó los 90º de Latitud Sur, o el Polo Sur, donde se juntan todos los meridianos de la Tierra. Y desde esa fecha hasta la actualidad no ha dejado de viajar para conocer y contarlo.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.