Catherine y Alain

Qué fuerte. Acabo de despertar de tomarme un vermú con olivas delante de Catherine Rouvel y Alain Delon, bajo unos soportales por el Born de Barcelona, cerca del lugar donde vi a Johnny Hallyday sentado en la acera esperando para entrar al Magic (pero esto sí fue real).

Catherine y Alain hablaban conmigo como si fuéramos amigos de toda la vida, tenían actitud de pareja estable fuera de su rodaje en Borsalino y Borsalino & Co., y yo les comentaba lo bien que les veía ahora:

–Se os ve sanotes. Tú guapísima como siempre, Catherine, y a ti te veo más robusto, Alain, te sienta bien comer un poco, te ensancha la cara. No estás todavía tan demacrado y ojeroso como a finales de los 70 (no se lo dije, pero estaba pensando en sus ojos inyectados en sangre cuando despierta de su sueño para encarar la muerte al final de Dos hombres en la ciudad, imagen terrible que nunca me abandona). Porque luego te van a pasar factura las noches de vino y coca. (Y para terminar tomo aire y les miro a los dos complacido). ¿Y sabéis qué? Tengo una buena noticias que daros: los dos seguís vivos.

Ellos se limitaron a sonreír, condescendientes, como si ya lo supieran… y entonces desperté y me vine aquí a escribir esto.

Y a comprobar que sí, que siguen vivos. Uf…

(Voy a tener que cenar siempre un platazo de salchipapas para seguir generando estos sueños…)

Imagen de la cabecera: Alain Delon y Catherine Rouvel en «Borsalino y compañía» («Borsalino and Co.», 1974), de Jacques Deray.

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