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«Elsewhere» (1999), de William Peter Blatty, y «Woman» (2005) de Richard Matheson

La cosa es que estaba ligoteando con Ligotti y esos primeros cuentos suyos que caen en la cosmicidad voluntaria, que no necesariamente terror; y, por otro lado, venía de gastarme 20 euros en las novelas de Charlie Parker (mi peor inversión de todo el confinamiento) y seguía sin ser capaz de pasar, por segunda vez, de la primera entrega: ¡y qué forzado le queda a John Connolly el lenguaje hardboiled que el ya añorado Andrew Vachss dominaba como nadie!

Así que hace tres noches me dije: a ver, ¡que quiero pasármelo bien sintiendo miedo! ¿Es que voy a tener que recurrir a los de siempre?

Total, que este finde fui a tiro fijo y me compré sendas obras tardías de dos leyendas del género: Elsewhere (1999), de William Peter Blatty, y Woman (2005) de Richard Matheson.

Vale, lo reconozco: lo bueno de lo malo de ambas obras es que en todo momento resulta inevitable imaginar a ambos maestros del terror sentados en sus respectivos estudios de Los Ángeles, tecleando en sus supermegaordenadores mientras muerden un cigarro puro y se autoconvencen entre risotadas eufóricas de que lograrán vender los derechos de esas ficciones raras a Hollywood. El autor de El exorcista y Legión se anima a mencionar alegremente Los cazafantasmas y Ghost en los diálogos de sus personajes (para mí las referencias cinematográficas coyunturales en medio de una ficción de suspense siempre introducen un anticlímax doloroso); y el autor de Soy leyenda y El hombre menguante convierte en víctimas de su monstruo estrella a personajes procedentes de la industria del cine. No deja de tener su lógica: los dos se alimentan creativamente de lo que viven y la edad y la rutina profesional como guionistas al servicio de la industria los fueron suavizando en cuanto al esfuerzo invertido. Pese a todo, ni rozan el patetismo de otro maestro de las letras hollywodienses, William Goldman, en su descacharrante Calor (Heat, 1985: léanla, es como la novela Paradise Alley de Stallone en mala).

Al grano: a finales del siglo XX y más de vuelta de los exorcistas que Benchley de los tiburones, Blatty todavía sabía cómo ponernos los pelos de punta con cuatro sencillos elementos sobrenaturales bien definidos y hasta consigue que nos preguntemos asombrados si cierto director español no le habría plagiado pocos años después el intríngulis de ese ‘En otro lugar’ para su propia historia de fantasmas; mientras que Matheson, por su lado, se anima a sus 80 tacos a lanzarse al ruedo de una alegoría feminista, planteando a través de una única localización ‒Woman fue un proyecto teatral fallido, reconvertido a novelita literaria‒ nada menos que una liberación global de la mujer que pasa ineludiblemente por el exterminio literal del hombre. Lo que más me ha gustado del reto autoimpuesto por Matheson es que se muestra unívoca ‒y sinceramente‒ a favor del monstruo y, por ende, de esa causa radical que entiende que resulta imposible la autorrealización absoluta si no se acaba con el yugo masculino. ¡Qué otra cosa iba a opinar el genio que nos enseñó que el ser aberrante es el humano!

Incluso me parece bastante controlado en esta ocasión, teniendo en cuenta que en su siguiente novela, ya casi nonagenario, jugaría a ser un Tolkien porno: Otros reinos (2011), con unos elfos que reíos de los navideños.

¿En qué renquean? A Matheson se le va la mano con los varones jactanciosos de su historia, personajes del siglo XXI que se expresan con la libertina vehemencia oral y gestual de los 70: a veces nos producirá cierto embarazo el imaginarlos montando esos pollos sobreactuados sin que nadie les parta la cara; Blatty, como digo, tira por lo fácil y describe como si escribiera un guion, sólo le falta incluir la sugerencia de cuál sería el reparto idóneo a la versión en pantalla de su intriga (y juraría que en algún momento se le escapa).

Pero dentro de su modestia de miras formales y una plasmación más o menos rutinaria, ambas novelas son muy efectivas, se leen en tres horas y, albricias, nos transmiten miedo y tensión constantes.

¡Y nos hacen disfrutar al sentir ese miedo y esa tensión!

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Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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