Pocos guionistas de cine se convierten en celebridades, y la fama de esta minoría resulta especialmente efímera. Le sucedió a Joe Eszterhas a raíz del tremendo éxito de taquilla que fue Instinto básico (Paul Verhoeven, 1992) y a Diablo Cody a causa de la buena recepción de la película indie Juno (Jason Reitman, 2007).
El primero cayó en desgracia bien pronto, tras el fiasco de Showgirls (Paul Verhoeven, 1995), y Diablo Cody no supo mantener su popularidad en alto después de guionizar la mediocre Jennifer’s Body (Karyn Kusama, 2009), pero sigue en el negocio con más éxito que fracaso. De hecho, su nombre es uno de los principales atractivos de Tully, junto al protagonismo de una Charlize Theron que, como ya hizo en su oscarizado papel de Monster (Patty Jenkins, 2003), echa a perder su atractiva imagen para encarnar a una mujer en un pésimo momento físico y mental, después de dar a luz a su tercer hijo.
La actriz exhibe sin reparos párpados enrojecidos, ojeras y una barriga imponente para introducirse en la castigada piel de una mujer en crisis que no le ve el glamour ni la poesía a la maternidad o la vida familiar. Los momentos de estrés y de negligencia por parte de su personaje y de su marido (Ron Livingston) son las mejores partes de la película, tanto por su realismo como por cierto toque transgresor que, inevitablemente, se va perdiendo gradualmente, para ceder paso a un discurso más o menos tradicional y conformista, como sucede siempre en este tipo de producciones, especialmente en las estadounidenses.
La irrupción en la vida de la protagonista de la joven Tully (Mackenzie Davis), una “niñera nocturna” (por lo visto, eso es algo que existe) peculiar y más bien repelente (un defecto habitual en los personajes de Diablo Cody), vendrá a mejorar la situación. Esta especie de Mary Poppins universitaria servirá de confidente y coach emocional que librará a la pobre mamá de tensiones y problemas. Pero no todo será lo que parece… ¿O sí? En realidad da un poco igual.
Tras perfilar el retrato del personaje protagonista, la película intenta ser algo más que eso con cierta desesperación y, en realidad, ninguna necesidad. Tanto el director Jason Reitman como Diablo Cody se ven en la obligación de hacerse notar a través algunos momentos visuales simbólicos y giros argumentales “sorprendentes” que, en lugar de inyectarle originalidad o mojo al film, terminan por debilitarlo por su puerilidad.
Pese a todo, posiblemente sea la película más sólida de sus creadores, y uno de los mejores trabajos de la muy versátil Charlize Theron.
Sinopsis
Marlo (Charlize Theron), madre de tres hijos, el último un recién nacido, recibe un inesperado regalo de parte de su hermano (Mark Duplass): una niñera para las noches. Al principio le parece una extravagancia, pero Marlo acaba teniendo una relación única con Tully (Mackenzie Davis), una joven niñera amable, sorprendente y, en ocasiones, difícil.
La idea de Tully surgió en 2015, poco después de que Diablo Cody diera a luz a su tercer hijo. Ya tenía dos niños pequeños que requerían mucho tiempo y energía, por lo que la llegada de un bebé era un reto que suponía aún más trabajo y más falta de sueño. No dudó en contratar a una niñera nocturna que llegaba cada día a las diez de la noche y cuidaba del bebé hasta primera hora del día siguiente.
La demanda de niñeras nocturnas ha ido creciendo en los últimos diez años, sobre todo entre las mujeres de grandes ciudades con puestos de responsabilidad. Sin embargo, Diablo Cody no sabía que existían hasta que, debido al éxito de Juno, se trasladó a Los Ángeles para trabajar en el negocio del cine. «Crecí en Illinois, no tenía ni idea de que hubiera niñeras nocturnas. Me pareció una idea extraña y brillante a la vez», reconoce, y sigue diciendo: «Me resistí a contratar a una para mi hijo mayor, y seguí empecinada en hacerlo todo sola con el segundo. Cuando llegó el tercero, me tragué el orgullo. La niñera nocturna me ayudó a cuidar al bebé para que estuviera descansada por la mañana y pudiera ocuparme de los dos primeros. Fue una revelación. Incluso con ayuda, una acaba cansada. Casi no podía creer lo enamorada que acabé de mi niñera nocturna, fue una auténtica salvación para mí».
Esa experiencia le dio la idea para una película sobre una madre agotada y una joven niñera que le ayuda y le devuelve la estabilidad. Quería contar la historia de una mujer totalmente abrumada por la tarea de ser madre después de dar a luz a su tercer hijo; de una mujer que quiere a sus hijos, pero que empieza a ver que el papel de madre puede con ella y la aleja de sí misma.
La idea encajaba a la perfección con sus objetivos como guionista: «Mi misión profesional es escribir papeles de mujeres que no he visto en la gran pantalla», explica. «Nunca había visto una película que tratase la depresión posparto. Me parece que muchas experiencias femeninas no se han representado en el cine, y es lo que me interesa».
Antes de ponerse a trabajar en el guion, le expuso la idea a Jason Reitman, además de pedirle que lo dirigiera. «Jason entiende lo que intento comunicar y es muy respetuoso con las decisiones que tomo cuando escribo un guion. Me deja libertad total como guionista, lo que no es algo habitual».
Jason Reitman reconoce que la idea propuesta por Diablo Cody le enganchó inmediatamente: «Disfruto mucho con el enfoque realista de Diablo hacia las mujeres y con la forma en que nos muestra lo complicadas que son», dice el director. «Diablo siempre ha retratado a mujeres valientes que no se detienen ante nada, inteligentes, admirables, divertidas y nada perfectas. Creo que por eso mismo, tanto las mujeres como los hombres se identifican con sus personajes».
Diablo Cody decidió que Marlo, la protagonista, llevaría una vida de lo más normal. Ella y su marido Drew esperan a su tercer hijo. Marlo está más que acostumbrada a hacer malabares como mujer trabajadora y madre de Sarah, de ocho años, y de Jonah, de cinco, que requiere una atención especial. Marlo adora a sus hijos, pero no tenía la intención de tener otro a los cuarenta. No le apetece hablar del tema y no se siente nada cómoda cuando su hermano Craig, quien tiene una condición económica muy superior, le regala una niñera nocturna.
Conocemos a Marlo en los últimos días de su embarazo y descubrimos una vida rutinaria que va a verse muy alterada por la llegada del bebé. «Me gustaba la idea de que Marlo se había acostumbrado a una vida bastante cómoda», dice la guionista. «Trabaja y se ocupa de un hijo que requiere una atención especial, pero tiene todo bajo control. Entonces se queda embarazada inesperadamente».
Lo peor está por llegar. Al escribir las escenas del parto y de los momentos siguientes, Diablo Cody se sirvió de su experiencia para mostrar lo que pasa en la vida real y que se enseña muy poco en las películas. «El parto no tiene nada que ver con la mujer gritando que suele aparecer en la pantalla», explica. «Estás en un hospital rodeada de máquinas parpadeando y monitorizándote. No te dan el alta hasta que demuestres que eres capaz de hacer pis. Lo hacen por tu bien, es obvio, pero tener que orinar porque alguien te lo ordena es una sensación de lo más extraña para una adulta. Nunca lo he visto en el cine».
También quería mostrar la otra cara de las estampas convencionales de la madre feliz rodeada de su familia en la habitación del hospital. Cuando su hermano Craig y su mujer van a ver a Marlo, se dan cuenta enseguida de que prefiere estar sola. «Hay momentos en que no quieres recibir visitas», recuerda Diablo Cody. «La gente espera que la madre esté loca de alegría en cualquier momento; o si no, se la tacha de desagradecida y fría. No entienden que una mujer se enfrenta a un mar de emociones muy complicadas en esos momentos».
Hay una especie de sincronía en la historia de Jason Reitman y Diablo Cody. «Hacemos una película juntos más o menos una vez cada cinco años», dice el realizador. «Es curioso porque tenemos casi la misma edad y nos parecemos bastante. Un poco como si compartiésemos un diario y escribiéramos en él periódicamente. Cada vez que me manda un guion, sé de antemano que no solo reflejará lo que ella siente, lo que le ha ocurrido en esos años y lo que ha aprendido, sino lo que siento, me ha ocurrido y he aprendido, y que soy incapaz de plasmar en una hoja de papel. Le estoy muy agradecido por hacerlo en mi lugar».
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