En los albores de Hollywood, el guionista era una figura crucial, a veces maltratada, pero siempre trascendental. Desde que la industria estadounidense depende de los blockbusters para sobrevivir, las dos figuras capitales son el productor y la estrella, por delante del realizador y de los guionistas. Lobezno inmortal (The Wolverine) es una prueba de ese cambio de paradigma: cuenta con un protagonista carismático (Hugh Jackman) y es una producción costosa y muy cuidada. ¿Dónde están sus flaquezas? Obviamente, en el guión.
Aunque James Mangold es un sólido director, ha de traducir a imágenes un libreto redactado y corregido por Christopher McQuarrie, Scott Frank y Mark Bomback, que tiene momentos muy conseguidos y otros que descarrilan hacia el cliché y carecen de brillo. No obstante, pese a esta irregularidad, la película resultante entretiene y, en líneas generales, compensa el precio de la entrada.
Otro detalle a su favor es que, pese a un par de momentos dominados por esa fea costumbre de la shaky cam (ya saben: la acción epiléptica, rodada mientras uno agita la cámara), la narración de Mangold es agradable y sortea la vulgaridad. Como además le interesa más Logan que Lobezno, lo cierto es que el director procura reflejar con sutileza la psicología del protagonista.
En esta oportunidad, la acción se traslada a Japón, donde el mutante redescubre dos rasgos profundamente humanos: el amor y la vulnerabilidad.
Decir que Hugh Jackman es la personificación de Lobezno resulta obvio. Conoce bien al personaje, y no necesita mayores matices para resultar convincente mientras exhibe sus garras de adamántium y unos músculos repujados en el gimnasio.
En esta oportunidad, el reparto es principalmente japonés. El impecable Hiroyuki Sanada pone su talento al servicio de un oscuro personaje, Shingen Yashida. Con dinamismo y un punto de ironía, Rila Fukushima encarna a Yukio, una moderna espadachina del Clan Shingen.
Tao Okamoto, la modelo estrella de firmas como Ralph Lauren, encarna a Mariko Yashida con los tres rasgos que requiere dicho personaje: una belleza misteriosa, capacidad de seducción y buenos pulmones a la hora de gritar cuando está en peligro.
Famke Janssen recupera su papel de Jean Grey en una serie de secuencias oníricas que adquieren sentido al final de la cinta.
A diferencia de lo que sucedía en X-Men orígenes: Lobezno (2009), la película de Mangold es un poco más fiel a las historietas que le han servido como referencia. Soy consciente de que los próximos párrafos sólo importarán a los seguidores del Universo Marvel, pero también me imagino que son ellos los más interesados en confirmar si la película respeta el material de referencia.
Hagamos memoria: en 1982, gracias a Frank Miller y a Chris Claremont, el mutante de las garras retráctiles llega a Japón (Lobezno: Honor, Panini Comics, enero de 2008). En el archipiélago, el héroe se debate entre el amor de Mariko Yoshida, la hija de su enemigo yakuza, y la voluptuosa pasión de Yukio, una mujer guerrera que va por libre. La propia Yukio expresa con frecuencia su satisfacción ante esa situación de independencia: «¿Para qué cambiar lo perfecto?» (Garras de muerte en Japón, Clásicos Marvel, nº 15, Planeta-DeAgostini, diciembre de 1989).
Marcando la evolución del personaje en sus andanzas japonesas, prevalecen dos sentimientos: el deseo de ser digno de la confianza entregada por Mariko y el sufrimiento por no ser aceptado en una tierra que lo atrae y rechaza por igual.
Asano Kimura, un amigo del canadiense, lo plantea así en uno de esos cómics: «Eres más japonés que muchos occidentales que he conocido, pero dudo que puedas comprender a Mariko. Recuérdalo, ella es heredera de las tradiciones, el deber y la lealtad que son tan viejas como estas islas» (Muerte en la familia, Lobezno, nº 50, Planeta-DeAgostini, julio de 1993).
El Samurai de Plata de los tebeos, llamado realmente Kenuichio Harada, es la figura que, por razones narrativas, sale peor parada en el film. De hecho su personalidad se desdobla en aquí dos personajes distintos. El Samurai de Plata original inició su andadura enfrentándose a Daredevil en 1974.
Hijo de un poderoso jefe yakuza, el Samurai de los cómics viste una armadura medieval plateada y tiene un carácter extremadamente inestable. Obsesionado con la idea del honor, realiza todas sus acciones filtrándolas por un estereotipado código en el que se entremezclan el bushido y los rituales yakuza. De esa caracterización da testimonio una aventura realizada por Claremont y John Buscema, en la que se hace finalmente dueño de una espada mística que, con variaciones, también aparece en la película (Posesión es la norma, Lobezno, nº 2, Planeta-DeAgostini, julio de 1989).
Yukio, la ninja creada por Claremont y Miller en 1982, está razonablemente plasmada en la pantalla. Lo mismo cabe decir sobre el personaje de Mariko Yashida, ideado por Claremont y John Byrne en 1979. Cierto es que Mariko, en los tebeos, es la hermanastra del Samurai de Plata, y que en la película el vínculo entre ambos es muy diferente (no revelaré en qué sentido). Pero en líneas generales, podemos hablar de una razonable transposición de las viñetas a la pantalla.
Así pues, el consabido debate acerca de la fidelidad de la película a este o aquel tebeo se salda, por parte de quien esto escribe, con razonable satisfacción.
No sé si a estas alturas hará falta, pero acabo con una advertencia que ya es habitual en las producciones Marvel: no se pierdan la reveladora secuencia que aparece tras los títulos de crédito finales.
Sinopsis
En Lobezno inmortal, el más icónico de los personajes del universo X-Men se embarca en una épica aventura por el Japón de nuestros días. En esta película, basada en la célebre serie de cómics de Marvel, Logan (Hugh Jackman), el centenario mutante popularmente conocido como Lobezno, es atraído con engaño a un Japón que no visitaba desde la II Guerra Mundial; y donde se sumerge en un tenebroso mundo controlado por la Yakuza y los samuráis.
Encontrándose de repente huyendo junto a una misteriosa y bella heredera, y enfrentándose por primera vez a la posibilidad de morir realmente, Logan llegará hasta el límite físico y emocional, como nunca lo había hecho anteriormente. En un peligroso viaje para redescubrir al héroe que hay en su interior, Logan se verá forzado a lidiar no sólo con poderosos enemigos, tanto humanos como mutantes, sino también con los fantasmas de su propio y tormentoso pasado. Mientras entrecruza sus garras de adamántium con las espadas samuráis, combatiendo contra un entramado que fusiona amor, traición y honor, Lobezno llegará a comprender cuál es el verdadero precio de una vida sin fin.
“Esta historia lleva a Lobezno a un mundo que no se parece absolutamente nada a cualquier otro visto anteriormente en la saga X-Men”, dice Hugh Jackman, que también ha sido productor de la película. “Visualmente es diferente y el tono también es distinto. Hay muchas batallas en esta historia, pero la mayor de todas es la que se desarrolla dentro de Logan ante la disyuntiva de ser un monstruo o convertirse en ser humano”.
El personaje de Lobezno vio la luz en 1974, cuando apareció por primera vez en .la última página de una edición del cómic The Incredible Hulk, página que presagiaba su incorporación a la banda de héroes mutantes conocidos como los X-Men. Pronto sería mundialmente conocido por sus garras de adamántium, sus poderes de autocuración y sus primitivos y “enloquecidos” ataques de furia; todo lo cual contribuyó a convertir a Lobezno en una superestrella del universo de los superhéroes.
En los años 80, Lobezno demostró su verdadero potencial; en una miniserie limitada a cuatro ediciones creada por el guionista de “X-Men” Chris Claremont y el legendario artista gráfico Frank Miller (“The Dark Knight”, “Sin City”). En la serie, el personaje viaja solo hasta Japón, donde se sumerge en una espiral de crimen, traición y honor, en medio de la cual se ve forzado a enfrentarse tanto a su terrorífica fuerza como a su desconocida vulnerabilidad. Intentando desenvolverse en un mundo que apenas puede entender, Lobezno, por primera vez, descubre su particular sentido de la justicia.
Una de las tramas favoritas de los fans de Lobezno desde hace tiempo, la historia sirvió también de fuente de inspiración para el actor nominado al Oscar Hugh Jackman, que ha encarnado al personaje en las seis películas de la taquillera saga X-Men (y actualmente está rodando una séptima). Jackman vio en esta parte poco conocida de la historia del personaje una insólita oportunidad para profundizar aún más en la indestructibilidad de Lobezno y explicar sus aspectos más oscuros de una manera totalmente distinta.
Dicha pretensión obtuvo un gran impulso cuando Jackman se unió a James Mangold, quien previamente había transformado la historia de Johnny Cash en un fascinante relato de amor y rebeldía en el filme En la cuerda floja, y había reconvertido el clásico western El tren de las 3:10 en un contemporáneo juego de gato y ratón desarrollado en torno a temas tan míticos como la amistad, el deber y el destino. Mangold era la opción idónea para aportar una nueva visión sobre Lobezno y alejar al personaje de las habituales y convencionales tramas del universo X-Men.
“Jim Mangold sabe cómo hacer una película divertida y con una acción increíble pero proporcionando también elementos muy interesantes en relación a sus personajes y su forma de narrar”, señala Jackman. “Jim me animó a profundizar más, a enojarme más, a pegar más fuerte y a estar más enloquecido en todos los sentidos y en todas las tomas”.
Desde el principio, Mangold quiso romper el molde de película basada en cómic. El director señala: “Lo que me interesaba en Lobezno inmortal era hacer algo muy distinto a la típica película de superhéroes, en la que todo gira en torno a detener el diabólico complot de un villano. En esta historia, la acción y el suspense se erigen más sobre el personaje y se encuadran dentro de un mundo que proporciona un tipo de experiencia completamente diferente, una que nadie ha visto antes”.
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