¿Qué versión de la historia resulta más escalofriante? ¿Ésta o la que rodó el propio Haneke en 1997? ¿Nos hallamos ante una cinta de horror o ante una lúcida reflexión sobre la violencia audiovisual? ¿Por qué esta película llega a incomodarnos mucho más que otras del mismo género?
Como siguiente paso, no será malo que nos entreguemos con entusiasmo al ejercicio de encontrar antecedentes y referencias. Les digo esto porque Funny Games tiene un claro parentesco con dos largometrajes: La soga (Rope, 1948), de Alfred Hitchcock, y La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971), de Michael Kubrick.
Precisamente fue el autor de la novela en la que se inspira el clásico de Kubrick, Anthony Burgess, quien acuñó el término que mejor les cuadra a los chicos protagonistas de Funny Games. Me refiero a la idea de ultraviolencia (Do the ultra-violent). No es casual que ambos se definan fundamentalmente como sádicos sin motivación: psicópatas que se pasan el día jugando a juegos indescifrables, pero ferozmente atractivos para el espectador morboso.
Esa mezcla de horror y de encanto que desprenden los jóvenes asesinos Paul (Michael Pitt) y Georgie (Brady Corbet) es muy significativa. Sobre todo porque, a veces, se sitúa por encima de la empatía que despiertan sus víctimas: la feliz familia formada por Naomi Watts (Ann), Tim Roth (George) y su hijo Georgie (Devon Gearhart).
La principal característica de Haneke como narrador es su don para extraer verosimilitud de cada escena. No importa que nos hallemos ante una película de género, que proclama constantemente su artificiosidad. Funny Games resulta espeluznante porque inspira verdad. De ahí que tampoco sea una cinta para todos los públicos. Fácil, muy fácilmente, los sentimientos más enfermizos enmarañan la trama, creando un juego de espejos ambiguo, ambivalente, y para qué negarlo: también malicioso.
En 2005 el productor británico Chris Coen planteó a Michael Haneke la posibilidad de rodar este remake estadounidense de Funny Games. Fue entonces cuando el cineasta tomó la decisión de contratar al soberbio grupo de actores que protagonizan la película. Todos ellos, pero en especial Pitt y Watts, componen soberbias actuaciones, de una complejidad psicológica extraordinaria.
Sinopsis
Las vacaciones comienzan con Ann, George y su hijo Georgia de camino a su casa de verano. Los vecinos, Fred y Eva, ya están allí. Se citan para jugar a golf la mañana siguiente. Es un día perfecto.
Ann empieza a preparar la cena, mientras su marido y su hijo están ocupados con el barco de vela recién renovado. De repente, Ann se encuentra cara a cara con Peter, un joven educado e invitado de sus vecinos, que ha venido a pedir unos huevos porque a Eva se le han acabado. Ann está a punto de darle a Peter los huevos, pero tiene dudas. ¿Cómo ha entrado en su propiedad? Peter explica que hay un agujero en la valla – se lo enseñó Fred.
Desde el principio las cosas parecen extrañas. Pronto, estalla la violencia.
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