Hombre, gloriosa del todo no es, pero sí más que suficientemente entretenida, original y resultona. Glorious (2022), dirigida por Rebekah (ver The Elevator Game) McKendry, con guion coescrito por su marido David Ian McKendry, es algo así como un episodio de Twilight Zone o Galería nocturna pero, al contrario de lo que suele ocurrir con directores con más pretensiones pero el mismo número de ideas (por ejemplo, Shyamalan), sin estirarlo más de la cuenta. Es decir: que dura lo que puede y tiene que durar y nada más.
Convirtiendo sus limitaciones en virtudes, el peso lo carga uno de los actores que más simpáticos me caen en este siglo, Ryan Kwanten, enfrentado a un estupendo e invisible J.K. Simmons, que pone su poderosa y dúctil voz ni más ni menos que a Gathanothoa, uno de los vástagos rebeldes del mismísimo Cthulhu. Todo ello en el prácticamente único escenario de unos sucios lavabos de gasolinera perdidos en la carretera americana y a través de un glory hole por el que es mejor no mirar, no digamos ya meter otras cosas.
Prácticamente un one man show bien llevado gracias a generosas dosis de gore y body horror con buenos y oportunos efectos especiales, pero sobre todo gracias a un guion ingenioso y simpático que combina humor, horror y giros inesperados. Algo así como un relato de los Mitos de Cthulhu escrito a pachas entre August Derleth y Woody Allen, con más del segundo que del primero… Al menos hasta la sorpresa final.
Por supuesto, es menos horror cósmico que justicia cósmica New Age, traicionando el nihilismo lovecraftiano para darnos una moraleja muy alejada del espíritu de HPL (o de Ligotti, por citar un heredero), pero muy propio de, precisamente, Galería nocturna, Twilight Zone, Amazing Stories y demás series antológicas clásicas.
Mucho más entretenida y lograda que petardos cósmicos como The Empty Man o Annihilation que al final estallan en la nada y te dejan vacío y aniquilado, mientras esta por lo menos te saca la sonrisa hasta el final, con varios momentos y diálogos logrados. Humor cósmico, body humor (con muchos humores malignos) y un duelo interpretativo que deja huella. Se puede pedir más, pero normalmente te dan mucho menos por el mismo precio.
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