Hay varias formas de enfocar narrativamente una venganza. Una es considerarla el motor de la acción, de modo que el protagonista, preferiblemente un héroe, complete un ciclo catártico que suele concluir con la muerte del villano. Frente a ese esquema, muy apegado al cliché, hay otra posibilidad que es la que interesa al visionario cineasta surcoreano Park Chan-wook: recrearse en el resentimiento y explorar qué imágenes trae a la mente. Proyectar a otro nivel este odio, sin que un solo asomo de compasión o de civilización consiga mitigarlo. Y sobre todo, convertir al personaje principal en un blanco móvil de nuestras peores intenciones, como si fuera un tipo a punto de saltar por la ventana de un tren de alta velocidad.
Si hay un mensaje en todo esto, quizá sea el que explica el propio realizador: «Old Boy habla de la venganza, al igual que mi película anterior, Sympathy for Mr. Vengeance (2002). Es posible que ambas películas se parezcan en cierto sentido, pero quería enseñar otra perspectiva de la venganza con Old Boy, concretamente el lado positivo, para que el espectador sienta la catarsis del acto vengador. En mi opinión, la venganza es el tema más dramático del mundo. Sentimos más ira de la que sentíamos en el pasado, pero vivimos en una sociedad que nos impide liberarla. Cuando se vive en una sociedad que no nos permite resolver nuestros odios, la venganza se convierte en un tema que despierta cada vez más interés».
De Goya a Dumas
Lo cierto es que no hay tantas películas hayan explorado los recovecos tenebrosos de la naturaleza humana como Old Boy. Inspirada en el manga de Nobuaki Minegishi y Garon Tsuchiya, esta obra maestra no se conforma con ser un simple thriller: es una meditación cruda y despiadada sobre el rencor y la redención. Con resonancias que van de El Conde de Montecristo de Dumas hasta un nihilismo que vibra en una frecuencia existencialista, Old Boy trasciende géneros y fronteras culturales para consolidarse como una de las experiencias más impactantes del cine contemporáneo.
Estéticamente, la película incluye influencias que el propio realizador ha ido fagocitando a lo largo de muchos años: «Cuando era adolescente -explica-, me gustaba más el arte que el cine. También iba al teatro con mis amigos. Comparado con eso, no iba a ver muchas películas a las salas, aunque a menudo veía cine los fines de semana por televisión. En ese momento de mi vida, estaba más interesado en la pintura. Me enamoré de las obras de pintores como El Greco, Caravaggio, Goya y Ribera. Creo que me fascinaron sus aspectos grotescos y dramáticos, como las personas torturadas y las pinturas de mártires con decenas de flechas atravesando sus cuerpos . Todo ello está muy estrechamente relacionado con mi cine».
Una prisión sin ventanas, una condena sin explicaciones
La historia de Old Boy arranca con la misteriosa desaparición de Oh Dae-su (interpretado con sorprendente intensidad por Choi Min-sik), un hombre cuya vida da un giro inimaginable tras una noche de borrachera. Secuestrado y encerrado durante quince años en una habitación incomunicada, su único contacto con el mundo exterior es un televisor que le informa de la muerte de su esposa: un crimen del cual él mismo es señalado como principal sospechoso. Además, descubre que su hija ha sido adoptada, completando así un cuadro de aislamiento total y devastación emocional.
Durante ese cautiverio, el protagonista no solo sobrevive, sino que se transforma física y mentalmente. Cuando finalmente es liberado, no como un hombre libre sino como una pieza más en un juego retorcido, se embarca en una búsqueda por descubrir quién lo encarceló y por qué, enfrentándose a una sucesión de insoportables revelaciones.
Un engranaje implacable
La narrativa de Old Boy está construida con la precisión de un reloj suizo. Cada pieza encaja para revelar una imagen devastadora. En el corazón de este mecanismo se encuentra Lee Woo-jin (Yu Ji-tae), el orquestador del calvario de Dae-su.
Woo-jin plantea un desafío tan sádico como meticuloso. Un desafío en cuyo epicentro encontramos a Mi-do (Kang Hye-jeong), esa joven con la que Dae-su establece una conexión emocional que introduce giros muy poderosos en la trama.
La obra de un cineasta consumado
Más allá de su narrativa compleja y perturbadora, Old Boy es un prodigio técnico. La icónica (y sobradamente conocida) escena del pasillo, en la que Dae-su lucha contra decenas de enemigos armado únicamente con un martillo, es un ejemplo de dicha maestría audiovisual. Filmada en una única toma continua, esta secuencia no solo transmite la brutalidad de la acción, sino que también sumerge al espectador en una experiencia visceral e inmersiva.
Aunque sabe emplearlos de sobra, Park Chan-wook utiliza los efectos visuales de forma contenida pero efectiva, reservándolos para momentos que intensifican la carga emocional. La visión de unas hormigas como símbolo de la soledad de Dae-su o la herida infligida por un cuchillo son ejemplos de esta cuidadosa elección estética.
Influencias literarias y dilemas filosóficos
Aunque, como ya indiqué, la película toma su punto de partida de un manga japonés, las influencias literarias de Old Boy van mucho más allá. Al igual que en el Conde de Montecristo, el protagonista busca justicia por un agravio sufrido, pero en el mundo de Park Chan-wook, la justicia siempre es una ilusión fugaz.
En este caso, la venganza viene a ser un ciclo interminable de dolor que atrapa tanto al agresor como a la víctima. Hablamos de un detalle que la película parece tomar de Confucio. Recordemos que este tiene entre sus máximas una que parece resumir la película: «Antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas».
A todo esto, que nadie se extrañe de encontrar algún detalle hitchcockiano en la cinta. Al fin y al cabo, el autor de Psicosis forma parte inevitable del santoral del realizador: «Cuando era alumno de la Universidad de Sogang, trabé amistad con estudiantes de último año como Jeong Seong-il, Kang Han-seop, Jeon Yang-jun y Kim So-young [más adelante relacionados con el mundo del cine]. Al mismo tiempo, participé en la creación de un cineclub. Por esa misma época, se lanzó una revista crítica llamada Film Language, y yo iba allí, para ser algo así como el chico de los recados. Fue entonces cuando decidí convertirme en director. Como a uno de mis profesores le encantaba el cine, nos ponía de cuando en cuando vídeos de su colección. Fue justo durante aquella época cuando quedé completamente cautivado por Vértigo de Hitchcock. En muchos sentidos, Vértigo se convirtió en la película de mi vida».
El corazón de una trilogía inolvidable
Old Boy ocupa un lugar central en la trilogía de la venganza de Park Chan-wook, flanqueada por Sympathy for Mr. Vengeance (2002) y Lady Vengeance (2005). Aunque cada entrega aborda el tema del rencor desde perspectivas únicas, es en Old Boy donde el director alcanza una profundidad psicológica y emocional insuperable.
Desde su estreno, Old Boy se ha convertido en un hito cultural que trasciende las fronteras del cine surcoreano. Fervientemente defendida por Quentin Tarantino, la película pronto despertó el interés de Hollywood, que intentó replicar su impacto con un tibio remake dirigido por Spike Lee en 2013. Pero como bien saben los admiradores de la cinta coreana, esta versión carece de la crudeza y el genio del original.
En su momento, Old Boy generó alguna que otra controversia, no solo por sus violentas imágenes, sino por la potencia con la que aborda tabús como el incesto. En este sentido, no es simplemente una película:, sino un viaje incómodo y transformador hacia los rincones más sombríos del alma. En plenitud de facultades artísticas, Park Chan-wook redondea una obra que no solo desafía al espectador. También lo obliga a repetir las preguntas morales más difíciles que uno pueda plantearse.
En un mundo donde las historias de venganza suelen glorificar la justicia personal, Old Boy se erige como una tragedia que nos recuerda cómo, a menudo, el mayor enemigo habita en ese territorio peligroso al que los psicólogos llaman subconsciente.
Sinopsis
Dae-su, un irresponsable padre de familia aficionado al alcohol, es secuestrado por un grupo criminal misterioso que regenta una prisión clandestina. Desconocedor de las razones de aquella condena por encargo, Dae-su pasará 15 años encerrado en una celda especialmente diseñada para elevar su tormento psicológico hasta el paroxismo.
Un buen día, es liberado por sorpresa en plena calle. Sin familia, amigos ni trabajo, perdido en una sociedad que le es totalmente ajena y hostil, desde ese momento su objetivo será vengarse de aquél que le robó su vida.
Old Boy, la película de culto dirigida por Park Chan-wook (Sympathy for Mr. Vengeance, Sympathy for Lady Vengeance, La doncella, Decision to Leave), regresa a los cines este viernes 24 de enero de 2025, coincidiendo con su 20 aniversario, en una versión restaurada en 4K.
Considerada como una de las mejores películas coreanas de todos los tiempos, Old Boy se estrenó el 28 de enero de 2005, tras ganar el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes (siendo la primera película coreana en conseguirlo, y recibiendo el premio de manos de Quentin Tarantino) y el galardón a la Mejor Película del Festival de Sitges, consagrando a su director como una figura internacional.
La película está protagonizada por Choi Min-sik (Exhuma, New World) junto a Yoo Ji-tae, Kang Hye-jung y Ji Dae-han, entre otros.
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