Delphine Seyrig fue hija de un diplomático, de ahí su accidentada vida, tras nacer en Líbano, vivir su infancia en Estados Unidos y hablar en inglés fuera de casa y en francés con su madre, de origen suizo.
Desde muy pronto quiso ser actriz, enamorada del teatro y del cine por igual. A los quince años ya había debutado delante de las cámaras, en un serial sobre Sherlock Holmes para la televisión francesa, y luego llegaron el Actors Studio, su breve aparición en la primera película de Robert Frank, el teatro, su encuentro con Alain Resnais y El año pasado en Marienbad (1961), que en realidad fue su bautismo como actriz principal, después de que Anouk Aimée rechazara el papel porque Lola (1961, Jacques Demy) le pareció una oferta mucho mejor y más comprensible.
Aimée, no obstante, ya tenía una carrera tras ella. Seyrig estaba a punto de comenzar la suya, que de hecho se estancó en la película de Resnais y Robbe-Grillet o esa fue la impresión de ella al escuchar a todos los directores con quienes trabajó a continuación, que siempre querían una interpretación similar a la de El año pasado en Marienbad.
François Truffaut, Jacques Demy, Joseph Losey. Luis Buñuel, Fred Zinnemann o Don Siegel le pidieron que mantuviese el aire distante de diva de su primer largometraje; es decir, le pidieron que mantuviese para ellos el aura de una estrella, un poco a la manera de Greta Garbo, a quien solían compararla.
Todo eso acabó resultándole opresivo, hasta que en los setenta comenzó a trabajar con cineastas femeninas con las cuales fue capaz de experimentar y buscar nuevos registros interpretativos, especialmente en Jeanne Dielman, 23 Quai Du Commerce, 1080 Bruxelles (1975, Chantal Akerman) o India Song (1975, Marguerite Duras).
Tras sus colaboraciones con Chantal Akerman y Marguerite Duras, Delphine Seyrig produjo varios vídeos con el colectivo Les Insoumuses (que se traduce por «las insumusas»), que fundó ella misma junto a la vídeo-realizadora Carole Roussopoulos y la traductora Ioana Wieder.
En aquellos trabajos, el vídeo se convirtió en una herramienta emancipadora (que liberaba a las actrices de la esclavitud del cine) y en un agente de activismo político (porque era ligero y podía llevarse a cualquier tipo de acto o acontecimiento sin problemas).
En 1982, Delphine Seyrig ayudó a establecer un archivo audiovisual con películas sobre algunas luchas de la época, como la legalización del aborto, la tortura, la guerra de Vietnam o los derechos de las prostitutas y las prisioneras políticas.
Su primera película como directora, Sois belle et tais toi [Calladita estás más guapa] de 1976, fue un documental en el que veinticuatro actrices francesas y estadounidenses contaban a la cámara sus experiencias en la industria cinematográfica. El testimonio de Jane Fonda me parece muy significativo con respecto a los posibles sentimientos de Delphine Seyrig desde que había comenzado su carrera como actriz:
«La primera vez que me puse delante de una cámara […] me maquillaron tanto que no me reconocí. Cambiaron completamente mi cara. Me dijeron que querían que me tiñese de rubia y que me rompiese la mandíbula un dentista, para así ahuecar mis mejillas y pronunciar más los pómulos. Más tarde me hicieron saber que con la nariz que tenía no podría hacer tragedias, ¡nadie me iba a tomar en serio! Además, el jefe de la Warner quería que me pusiese pecho, no le gustaban las mujeres que tenían poco. Quedó claro que era un producto comercial al que tenían que arreglar para poder venderlo, porque desde luego iban a invertir mucho dinero en mí.»
Alain Robbe-Grillet aseguró sobre la interpretación de Delphine Seyrig en El año pasado en Marienbad, que él «habría querido alguien menos inteligente, más carnal, que hubiera sido algo así como una estatua de carne incomprensible».
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