Hernán MigoyaEsta es una película de Anatole Litvak que no pertenece a ningún subgénero. Un abismo entre los dos (también llamada Viaje hacia la medianoche y titulada originalmente Le couteau dans la plaie, 1962) es más bien de un drama relativamente estándar de suspenso, pero que contiene la muerte más divertida (y deseada) que yo haya visto de un personaje masculino a manos de uno femenino…
Además, que te mate Sophia Loren no pasa todos los días. Ella recibe toda suerte de humillaciones y tortura psicológica por parte de su pareja, con lo cual ya tenemos más que justificada su revancha.
El muy rescatable largometraje de Litvak nos relata la historia de una mujer atrapada en París por su esposo, un hombre-niño que la acosa con sus caprichos y celos (fabulosamente encarnado por un Anthony Perkins post-Psycho, con todo el bagaje dramático que ello conlleva).
Desde el primer momento queda claro que la protagonista (espléndida Loren y entregadísima a su papel) considera un error haberse casado con ese tipo y participamos de su deseo de volar libre. Sin embargo, la cosa se complica cuando él finge su propia muerte en un accidente de avión para cobrar la indemnización del seguro y la implica a ella como cómplice, amenazándola con entregarse y enviarla consigo a prisión si no la obedece en todo…
Una película a redescubrir y saborear.
Atención, aguafiestas: cuento el final
Lo que hace memorable esta obra (muy bien realizada y disfrutable en su conjunto, por otro lado, como cine europeo con envoltorio clasicista hollywodiense) es el modo en que Sophia Loren consigue finalmente su libertad: cuando ambos se disponen a huir a Bélgica con toda la plata, la desesperada esposa al volante, viendo que no hay vuelta atrás a su desgracia, se inventa un pinchazo de llanta para detenerse y obligar a su esposo a salir del auto.
Luego, recula sorpresivamente con el coche y embiste de modo brutal a un atónico Perkins, en un plano maravillosamente rodado con la técnica de retroproyección.
Ella vuelve a retroceder mientras su agónico marido musita tragicómicamente: «Eh, Lisa… ¡era sólo una broma!».
El espectador suelta una carcajada histérica de sorpresa y horror mientras la bella Loren arrolla una y varias veces a su pareja, hasta dejarlo muerto y tirarlo al río.
Copyright del artículo © Hernán Migoya. Publicado previamente en Utero.Pe y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.
Manuel Rodríguez Yagüe
