Guzmán Urrero
Se viene escuchando con frecuencia creciente la necesidad de evitar la interpretación androcéntrica de la historia. Esto apunta no solo a una urgencia ética o social, sino a un imperativo intelectual, sobre todo si tenemos en cuenta que la presencia femenina en los procesos históricos ha sido silenciada de forma lamentable. Hora es, pues, de ampliar el foco, reconociendo qué negativa ha sido esa distorsión del pasado en los textos académicos.
La recordada Nicole Loraux, directora de Investigación en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, especialista en el legado grecolatino, nos ha permitido comprobar en qué medida las mujeres tuvieron importancia ‒bien desde el punto de vista mitológico, bien como figuras excluidas pero simbólicamente significativas‒ en la historia de la democracia ateniense. En este y en otros libros, Loraux exploró el entramado institucional y la tradición legendaria y literaria, e interpretó sus hallazgos con un instrumental en el que se combinaron la filosofía, la antropología y el psicoanálisis.
Al interrogar a las fuentes desde una perspectiva de género, Loraux revisita Atenas como una estudiosa original, con una personalidad muy destacada. Por otro lado, escribe con un estilo excelente, a pesar de la densidad del asunto tratado.
Loraux tuvo referentes prestigiosos. Historiadores como Jean-Pierre Vernant, Louis Gernet, Marcel Detienne y Pierre Vidal-Naquet fueron tan importantes en su trabajo como los antropólogos Emmanuel Terray, Maurice Godelier y Pierre Clastres. Si además tenemos en cuenta su dominio de la filología, podremos distinguir mejor esos saberes cruzados que salen a relucir en obras como L’invention d’Athènes. Histoire de l’oraison funèbre dans la «cité classique» (1981; La invención de Atenas, Katz, 2012), Les Expériences de Tirésias. Le féminin et l’homme grec (1990; Las experiencias de Tiresias. Lo masculino y lo femenino en el mundo griego, Acantilado, 2004), Né de la terre. Mythe et politique à Athènes (1996), La voix endeuillée. Essai sur la tragédie grecque (1999) o La tragédie d’Athènes. La politique entre l’ombre et l’utopie (2005; La guerra civil en Atenas, Akal, 2008).
En Los hijos de Atenea, encontramos artículos escritos por la helenista entre 1978 y 1980, a lo que se añaden tres estudios inéditos y algún otro texto que redondea el conjunto. Son varios los elementos a los que Loraux apunta con audacia en su discurso ‒la construcción de lo femenino, el mito de la autoctonía, la división de sexos, la función ideológica del relato y la concepción de ciudadanía‒, y en este sentido, nos hallamos ante un ensayo de muchas capas, y sobre todo, extraordinariamente culto.
El mito, sus rituales y su derivación política adquieren en esta obra un significado revelador, que nos permite conocer en toda su amplitud el imaginario ateniense, expresado en las turbulencias del poder, en tragedias, mitos y oraciones fúnebres, y muy especialmente, en una continua tensión entre hombres y mujeres.
Sinopsis
Según la mitología, el primer ateniense, Erictonio, pertenecía a una estirpe divina: en la noche de los tiempos, el fogoso Hefesto había perseguido a Atenea, pero como ella consiguió rechazarlo, el esperma se deslizó por su hermosa pierna hasta caer en la tierra de la que brotó Erictonio. ¿Por qué, entonces, llevaba la ciudad el nombre de la diosa? ¿Prefirieron los antiguos atenienses el reconocimiento de una madre que el de un padre? ¿Y armonizaba este patronazgo simbólico con el papel real que ocupaban las mujeres en la ciudad del período clásico?
En estos ensayos, Nicole Loraux nos invita a releer el mito fundacional de la cuna de la cultura de Occidente para mostrarnos cómo dialogaba el orden mitológico con el imaginario político de los atenienses, y hasta qué punto la legitimación del poder de los hombres y la exclusión de las mujeres de los círculos de poder atestiguaba el temor de los hijos de Atenea a «la raza de las mujeres», un miedo tan ancestral como persistente.
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