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Nunca habrás leído siete anécdotas tan asombrosas sobre Julio Iglesias… y lo sabes

La biografía de Julio Iglesias, un catálogo de episodios fascinantes, arroja luz sobre un personaje que ha hecho de su franqueza una marca registrada

Julio Iglesias es un tipo que ha hecho toda la vida lo que le ha dado la gana y nunca ha ocultado su frivolidad. Y pese a no disimular jamás sus defectos (siempre ha reconocido haber sido un padre deplorable) ni su egoísmo bon vivant, ha logrado triunfar en todo el mundo con su voz.

En España resulta bastante odiado o ninguneado, seguramente porque se le ve demasiado exitoso, rico y feliz. Allí ningún periodista de mi generación se atrevería a escribir un artículo tan laudatorio con Julito como el que desde la contraportada de la revista peruana Trome le dedicó uno de sus columnistas, El Búho. En el entorno periodístico español, tildarían al Búho de cursi y de tener un pésimo gusto. Y es que casi toda la música melódica española es objeto en nuestro país de burlas y menosprecios. En ese sentido, Julio Iglesias está tan mal considerado por los periodistas musicales como José Luis Perales o Mari Trini. Yo sin embargo le agradezco al Búho su sinceridad y gusto, que también comparto.

Durante muchos años he coleccionado noticias y anécdotas sobre Julio Iglesias, ya que como personaje resulta inagotable. Algunas de esas historias son increíbles. Muchas las utilicé en mi parodia historietística de su vida, Julito el cantante cojito, sin necesidad de modificarlas en exceso. Ya eran asombrosas de partida.

1. El affaire chileno:

Esta anécdota es pasmosa. En 1975 y según el diario británico The Guardian, durante una visita a Chile para participar en el Festival Viña del Mar, el todavía bisoño cantante también fue llevado a actuar en una prisión de Valparaíso repleta de presos políticos (probablemente sin que él fuera consciente de ello). Estamos bajo la dictadura militar de Pinochet.

Uno de los presos es fan fatal del artista y logra que le inviten a ofrecer allí un recital. Pues bien, a Julito no se le ocurre lanzar otro saludo a los presos que éste: «Aparentemente soy un hombre libre, pero en realidad soy prisionero de mis compromisos, de cantar aquí y allá, de hoteles y aviones. Mis fans no me dejan en paz. Os entiendo muy bien. Os traigo un abrazo fraterno y espero que recuperéis la libertad lo antes posible». Obviamente, los reclusos le querían matar: «¡Hijo de puta!», empezaron a gritarle, enfurecidos.

Tuvo que irse apresurado de allí sin entonar una nota. Ni el Inspector Closeau hubiese podido ser más torpe.

2. «Sólo quiero la universalidad y mis amigas de urgencia»

Con tal impúdico aplomo se confesaba Julio Iglesias en su autobiografía, una ‘joya literaria’ de 1981 titulada Entre el cielo y el infierno. Así deja clarísimo el intérprete de «No me vuelvo a enamorar» cuáles son sus prioridades en la vida…

Frank Sinatra, cuya leyenda negra es mucho mayor, a su lado parece un modelo de humildad.

Otras perlas de estilo insuperable en su autobiografía es la opinión de Julio sobre el accidente de coche que casi le deja paralítico y que le apartó para siempre de la cantera del Real Madrid («No es un relato tremendista, es que aquello era tremendo»), o sus coqueteos con la poesía cuando se siente sensible: «Es bonito ver brillar el Rolls, el Rolls de uno, bajo la luz de la lluvia y las estrellas». Podría ser el lema de todo nuevo rico. Pura hondura lírica.

3. Huyendo de las relaciones

Hacia 1983, un exempleado de Julio Iglesias escribió un libro (ya casi inencontrable y que guardo como un tesoro en Barcelona) donde destroza al cantante. Entre otras cuestiones peliagudas, explica cómo tras su divorcio de la hermosísima joven filipina Isabel Preysler, el madrileño llenaba su mansión de Miami con diferentes amantes, a veces instaladas al mismo tiempo.

Un día, según ese libro, su novia oficial en aquellos meses regresó de viaje antes de lo previsto. Mientras ella le avisaba de su retorno inesperado desde el aeropuerto, él llenó varias maletas a toda prisa y se largó, abandonando a las chicas allí acostadas y dejándole recado al criado de que explicara a la «señorita» que el señorito había tenido que salir corriendo a un compromiso artístico. Así enfrentaba Iglesias sus relaciones estables: huyendo.

4. ¿Qué poder me hizo quererte?

Escuchad el clásico «Historia de un amor», en la voz del gran Pedro Infante. Ahora escuchad la versión de Luis Miguel, si tenéis redaños. O incluso la de Los Panchos, en esta ocasión con Mari Trini de voz invitada. Y ahora escuchad la de Julito

¿Notáis alguna diferencia? Mientras los tres primeros intérpretes cantan la canción siguiendo la letra original del compositor panameño Carlos Eleta Almarán, («…y si ya no puedo verte, ¿por qué Dios me hizo quererte para hacerme sufrir más?»), esto es lo que canta Julito: «…y si ya no puedo verte, ¿qué poder me hizo quererte para hacerme sufrir más?».

¿A qué vino ese cambio inesperado en la letra? ¿Es que Julio Iglesias temía provocar la ira entre los católicos acérrimos con su reproche a Dios? ¿Lo hizo por creencias personales de tipo religioso o simplemente le sonaba mejor al oído? Esta cuestión absurda e interesante lleva décadas reconcomiendo mi curiosidad…

5. El día que murió Grace Kelly

Tal vez la anécdota más cruel que cuenta el mentado exempleado sobre Julio Iglesias sea la que hace referencia al fallecimiento de Grace Kelly, princesa de Mónaco, en 1982. Al enterarse de la tragedia, Julio (que al parecer era amigo de la exactriz) exclamó según dicho testigo: «¡La de portadas que me va a quitar esta semana…!».

6. Vida familiar

Sabido de sobras es que Julio Iglesias sólo piensa en el trabajo y que en sus inicios sacrificó cualquier atisbo de vida familiar genuina por su ambiciosa carrera comercial. Se cuentan mil historias sobre su mala relación o frialdad para con sus tres primeros hijos.

Todos los medios suelen centrarse en su rivalidad con la carrera musical de Enrique, que no apoyó en ningún momento y de quien llegó a confesar que sólo veía en alguna ocasión en los aeropuertos. Pero es que según su exmánager Alfredo Fraile, la hija mayor del clan Iglesias, Chábeli, tenía de niña esta reacción cada vez que su padre los llamaba: «Será que ha llegado el fotógrafo del ¡Hola! y quiere que vayamos a posar».

«Ya sé lo que estáis todos pensando…»

Hace bastantes años pude asistir por fin a un concierto de Julio. Fue en Barcelona, en el mítico Palau de la Música. Al iniciarse el show, el entonces aún sexagenario se sentó sobre un taburete (es poco conocida su debilidad física, que le hace rehuir el realizar demasiados recorridos a pie sobre el escenario para no exponer su cojera) y permitió que las tres jóvenes coristas se contoneasen un poco a los acordes de la orquesta. De pronto se vuelve a ellas, las observa, y se voltea con expresión falsamente ingenua hacia el público: «Ya sé lo que estáis todos pensando…». La gente estalló a carcajadas.

Julio rubrica su complicidad: «Mi padre siempre me decía: ‘Hijo mío, tenías que haber sido tú médico y yo cantante…’». No ha arrancado a cantar una sola canción y ya se ha metido a todos los presentes en el bolsillo. En ese bolsillo que cuando empezó su carrera le cosían para obligarle a tener las manos bien a la vista, por su exceso inicial de inseguridad y timidez…

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Publicado previamente en Utero.Pe y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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