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«El diario del naturalista», de Bernd Heinrich y Nathaniel T. Wheelwright

Hubo un tiempo en que las montañas eran un destino venerable. Un tiempo en el que los humanos se adentraban en el bosque, resolviendo en la espesura sus dudas más íntimas. Hablamos de una era ‒ya lejana e idealizada‒ en la que lo natural se identificaba con lo mítico, y por supuesto, también con las necesidades más corrientes, propias de pastores, agricultores o cazadores.

Han pasado los siglos. Llegaron grandes cambios. Las tareas del campo se fueron tecnificando, y tras el gran éxodo agrario que siguió a la revolución industrial, ya nadie ‒o casi nadie‒ sacraliza de ese modo a la biosfera. Incluso se ha olvidado el folklore que perpetúo, por una vía secundaria, esa antiquísima tradición cuyos últimos ecos se apagaron en el siglo XIX.

En realidad, la mayoría de nosotros ni siquiera vive cerca de la naturaleza ‒a no ser que la identifiquemos con las zonas verdes de las ciudades‒, e incluso la población agraria ha variado radicalmente sus costumbres y puntos de vista con relación a ella.

Sin embargo, en países como el nuestro, la biodiversidad es un tesoro a preservar, y la variedad de ecosistemas alberga un amplio catálogo de especies que nos recuerdan ese vínculo que aún nos une con el medio natural.

Es cierto que muchos ignoran los secretos de la vida silvestre, e incluso, en el peor de los casos, desprecian sus maravillas. Conviene enmendar ese error ‒lo saben desde hace décadas los divulgadores ‒, y esa es justamente la utilidad de este Diario, repleto de información y de sugerencias al respecto.

Aunque el mundo nos parezca un espacio hiperpoblado, lo cierto es que el campo se vacía de habitantes, de forma que la vida silvestre ocupa hoy territorios donde antes hubo huertas y sembrados. Es en esos lugares, recobrados ahora por la flora y fauna salvajes, donde el naturalista ‒aficionado o profesional‒ lo tiene más fácil para vivir experiencias inolvidables.

Algo parecido nos sucede a los urbanitas. Las ciudades, que en otro tiempo fueron fortalezas de hormigón, van coloreándose con jardines y zonas arboladas cada vez más extensos, donde no es complicado toparse con multitud de especies.

¿Cómo entrenar la mirada para descubrirlas? ¿Cómo distinguir un herrerillo de un carbonero, o un mirlo de un estornino? ¿Qué meses son más propicios para salir en búsqueda de esta o aquella criatura? De todo esto nos hablan dos biólogos de prestigio, Nathaniel T. Wheelwright y Bernd Heinrich, en este libro primorosamente ilustrado.

Créanme, resulta difícil definirlo. ¿Es una guía de campo? ¿Un manual de iniciación? ¿Quizá un diario? En el fondo, este volumen tiene un poco de todo eso. Pero por encima de todo, es una elegante invitación a cultivar la curiosodad y reconocernos en nuestro patrimonio natural.

Sinopsis    

Tanto si vives en el campo como en la ciudad, siempre hay vida que contemplar: la llegada de las primeras golondrinas, la caída de las hojas, el inicio del canto de las ranas… En la primera mitad de este libro, Bernd Heinrich y Nathaniel T. Wheelwright, dos de los naturalistas más reputados de nuestros días, nos enseñan, a través de su propia experiencia, cómo observar la naturaleza y sus cambios. Pues en eso consiste ser un buen naturalista: en estar presente mientras paseas, volver a conectar con lo que te rodea, tratar de comprender lo que ves y disfrutar de la naturaleza. Además de su pasión y sus consejos, obtendrás información detallada sobre cómo tomar notas, cómo realizar ciertos experimentos o las preguntas fundamentales que debes hacerte. Y en la segunda mitad de este libro encontrarás un diario que cubre cinco años, en el cual podrás anotar lo que ves a tu alrededor y descubrir el interminable y fascinante despliegue de la vida salvaje.

Bernd Heinrich es profesor emérito de Biología en la Universidad de Vermont. Autor de más de cien artículos de investigación y veinte libros sobre naturaleza, que ha ilustrado con sus propios dibujos a lápiz, bolígrafo y acuarela. Ganador del Pen New England Book Award de ensayo y la John Burroughs Medal de escritura sobre naturaleza.

Nathaniel T. Wheelwright es profesor de Ciencias Naturales en el Bowdoin College de Brunswick, Maine. Ganador del Premio America’s Odum a la Excelencia en Educación Ecológica en 2015, es autor de numerosas publicaciones científicas y coeditor de Monteverde: Ecology and Conservation of a Tropical Cloud Forest (Oxford University Press, 2000).

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Errata Naturae. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.