En comparación con otras enfermedades de la piel, el acné es único. Por ejemplo, hasta en el 50% de los casos desaparece de forma espontánea, a diferencia de la psoriasis o la rosácea, que son dolencias crónicas pero intermitentes. Su alta incidencia también se sale de lo habitual, frente al solo 2% de la población que padece psoriasis, o al 10% que sufre rosácea. Tampoco es común que se focalice en un grupo muy concreto de pacientes, los adolescentes, y en regiones específicas de la piel, ricas en glándulas sebáceas.
Entre las causas que influyen en su aparición destaca un trastorno en la capa más superficial de la piel que provoca una obstrucción del poro y la formación de espinillas
Durante la pandemia, el uso de mascarillas provocó que, en algunas personas, reaparecieran granos y espinillas. El 80 % de la población los ha tenido, sobre todo en la pubertad. Recientes estudios proponen dejar de clasificar el acné juvenil como dolencia y considerarlo un proceso natural, pero no todos están de acuerdo.
El confinamiento y, sobre todo, el uso de mascarillas puede que rescataran de tu adolescencia a ese enemigo que habías olvidado: el acné. En el periodo pandémico, los dermatólogos comprobaron un aumento de casos en sus consultas. “Aparece más acné y estado seborreicos, como la dermatitis seborreica, porque la mascarilla genera una oclusión de la zona. Por el exceso de vapor de agua generada por la exhalación de aire, se produce un ambiente que es muy propicio para los gérmenes que producen inflamación de la glándula sebácea”, explica José Luis Martínez-Amo, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
Según el dermatólogo, al haber menos probabilidad de que se limpie la zona cuando se lleva la mascarilla, hay más tendencia a la producción de sebo y a que quede retenido, se produzca inflamación y, posteriormente, brotes de acné.
“Con la mascarilla da menos el sol en la cara, que es un antiinflamatorio natural, por eso en verano estos procesos suelen mejorar, algo que no ocurre ahora”, alega el experto. A esto se suma un mayor estrés por la pandemia, que influye negativamente en estas afecciones de la piel.
Julián Conejo-Mir, catedrático de Dermatología de la Universidad de Sevilla, explica que los cuadros de acné pueden agravarse por mascarillas que producen mucha fricción sobre las mejillas y la zona central del rostro, o por las que son muy compactas o de material plástico o sintético que no permiten la evaporación a través de la piel. Además, reutilizarlas más veces de lo recomendado puede provocar sobreinfecciones bacterianas.
Nueva visión de un viejo problema
Entre el 80% y el 85% de la población ha sufrido acné en algún momento de su vida, principalmente, durante su adolescencia. Y, aunque siempre se ha considerado como una enfermedad transitoria de la piel –conocida como acné vulgar–, un equipo de investigadores de Hungría propone que, en el caso del acné adolescente, se reclasifique como un estado inflamatorio natural.
¿Qué implica que deje de ser una enfermedad? “El cambio más importante de pensar que el acné sea una inflamación natural en lugar de una enfermedad es que las investigaciones dermatológicas deberían centrarse en revelar los mecanismos de resolución espontánea en lugar de la iniciación”, explican Andrea Szegedi y Zsolt Dajnoki, investigadores del departamento de Dermatología de la Universidad de Debrecen (Hungría) y dos de los científicos que han planteado la nueva clasificación en un artículo publicado en la revista Trends in Immunology.
“Junto a las terapias antinflamatorias para reducir la inflamación del acné, las investigaciones deberían identificar y promover nuevas herramientas que estimulen los mecanismos de tolerancia de la piel sebácea y, por tanto, fomenten la curación del acné”, proponen los científicos húngaros.
Para la OMS es una enfermedad
Esta nueva visión choca con lo establecido en las últimas décadas. De hecho, si buscamos en ‘la biblia’ de las dolencias, la Clasificación Internacional de Enfermedades (la ICD-11 es su última versión en inglés), el acné y sus trastornos relacionados aparecen en una categoría propia dentro de las enfermedades de la piel.
La última versión de la clasificación realizada por expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recibió más de 10.000 propuestas de revisión y ha tardado en elaborarse más de una década. Aunque se presentó en la Asamblea Mundial de la Salud celebrada en mayo de 2019 para que fuera adoptada por los Estados miembros, hasta el 1 enero de 2022 no entrará en vigor.
Los expertos consultados por SINC que no han participado en la posible reclasificación del acné coinciden en seguir denominándola como una enfermedad de la piel. Es el caso de José Luis Martínez-Amo.
“Es acné es una enfermedad multifactorial en la mayoría de los casos exclusivamente cutánea”, indica el dermatólogo y puntualiza que puede ser inflamatorio “pero también puede no serlo”. Entre las causas que influyen en su aparición destaca un trastorno en la capa más superficial de la piel (el estrato córneo) que provoca una obstrucción del poro y la formación de espinillas.
También interviene el mencionado exceso de sebo producido en las glándulas sebáceas y la consiguiente inflamación del folículo y, por último, una infección por la bacteria Cutibacterium acnes (anteriormente denominada Propionibacterium acnes). “El sobrecrecimiento bacteriano de este microorganismo favorece la infección y la inflamación de las lesiones”, señala el dermatólogo.
La parte buena de las espinillas
Los genes también podrían influir en la aparición de las espinillas y explicarían, en parte, por qué unas personas se libran de ellas y otras no. En una investigación publicada en Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology, los científicos analizaron la compleja arquitectura genética del acné.
“Los genes predisponen a desarrollar acné severo aunque pueden no causarlo por sí solos”, matiza a SINC Alexander Navarini, jefe de Dermatología del Hospital Universitario de Basilea (Suiza) y autor principal de la investigación. Además, lo que los científicos han descubierto es que esta molesta dolencia podría tener algo bueno porque, según el experto, una predisposición genética a sufrir acné podría protegernos de padecer otras enfermedades de la piel –como la displasia ectodérmica recesiva–.
El sistema inmunitario también podría beneficiarse de este problema cutáneo puesto que algunas cepas de la bacteria C. acnes asociadas a la dolencia son capaces de activar a un tipo de glóbulos blancos (las células T), que nos ayudan a combatir infecciones y otras enfermedades.
Además, si nos centramos en el sistema inmunitario de la piel, según los científicos húngaros las modificaciones en la microbiota por los cambios hormonales de la adolescencia, junto al aumento de la producción de sebo, suponen todo un desafío para el escudo protector de la piel. Pero, además de ser un reto, los científicos creen que es una prueba necesaria para que este sistema se desarrolle completamente. De hecho, en su opinión, estos cambios ocurren en cualquier persona, desarrollen o no acné.
Aumenta el riesgo de depresión
Aunque los adolescentes son quienes más sufren este problema cutáneo, también afecta a otras edades. “El acné que se presenta en la edad adulta, sobre todo en la mujer fértil, es de influencia hormonal y por ello es imprescindible la consulta al dermatólogo para que, según la historia clínica paute un tratamiento u otro”, aconseja Martínez-Amo.
Otros casos menos comunes serían el acné esteroideo, que puede surgir “en pacientes deportistas que se hormonan”, declara el dermatólogo, el acné por cosméticos o maquillajes o incluso por exceso de sol.
Soluciones medicinales
En cuanto al tratamiento, si has sufrido casos de acné severo te sonará el famoso Roacután (isotretinoína). Según Martínez-Amo, el descubrimiento de los retinoides orales supuso un antes y un después para el tratamiento de los pacientes, ya que curan el acné en un 80 % de los casos y son la única terapia que actúa sobre todas las fases del problema. También hay tratamientos más novedosos como el empleo de diferentes fuentes de luz, peelings o diferentes sustancias “pero siempre de menor utilidad que los retinoides orales”, compara el especialista.
Sea cual sea el tratamiento elegido, las terapias actuales se diseñan a la medida de cada paciente y se enfocan en los factores que originan el acné, es decir, a la eliminación de las espinillas, el exceso de sebo, la inflamación o la infección. “Cuantos más factores controle el tratamiento, más efectivo resultará”, sostiene el dermatólogo.
En cualquier caso, los expertos recalcan que este dependerá de la intensidad y la extensión de las lesiones, teniendo en cuenta el impacto que tenga en la vida del paciente. Una investigación con participantes de Reino Unido y publicada en The British Journal of Dermatology demostró que una persona con acné en el primer año tras el diagnóstico presentaba un riesgo un 63% mayor de sufrir depresión en comparación con personas sin espinillas.
“Vivir con acné puede ser difícil ya que las lesiones pueden ser dolorosas y a menudo son muy visibles”, declara a SINC Isabelle Vallerand, epidemióloga clínica, dermatóloga de la Universidad de Calgary (Canadá) y autora principal del estudio. “A pesar de que el acné es una afección cutánea común, desafortunadamente sigue existiendo el estigma asociado”, se lamenta.
Lo esperanzador de la investigación es que, pasado el primer año tras el diagnóstico, el mayor riesgo de sufrir depresión empezaba a disminuir, equilibrándose a los cinco años con las personas que no tenían el problema cutáneo. “Esto puede ser un reflejo de un tratamiento que funciona o de que se elimine el acné con el tiempo”, baraja la experta.
A la espera de saber si pasará a la historia como enfermedad, quienes lo sufren lo que realmente desean es que las molestas espinillas desaparezcan de su rostro de una vez por todas.
Afecta a la vida profesional
Además de afectar negativamente a la salud mental de algunos pacientes, el acné también está relacionado con el absentismo laboral y académico. Así lo demuestra una investigación francesa publicada en Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology.
Con cuestionarios repartidos a más de mil pacientes con casos de acné leve, moderado y severo, los autores descubrieron que el 7% de las personas que trabajaban informaron de un paro laboral en los últimos 30 días debido al acné. En el caso de los estudiantes universitarios encuestados, el 5% faltó a clases por culpa de este problema cutáneo. Además, el 44% del total de pacientes declararon haber sufrido recaídas.
Como cuenta a SINC Charles Taieb, del European Market Maintenance Assessment (Francia) y uno de los autores de la investigación, el estudio evalúa por primera vez cómo repercuten estas ausencias en la productividad. “En personas en su mayoría con acné de mínimo a moderado, observamos una duración promedio de ausencia de 1,73 días en los últimos 30 días, con una tasa promedio mensual de paro laboral en Francia de 1,33 días”, calcula.
Los autores extrapolaron estos datos a toda la población francesa mayor de 15 años afectada por acné y concluyeron que, en la Francia metropolitana, el número total de días perdidos debido a recaídas por esta dolencia suma 350.000 días.
Nota posterior (Fuente UGR):
Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada patentó en 2013 un tratamiento contra el acné, basado en sustancias completamente naturales, que resulta mucho más efectivo que otras formulaciones artificiales, al no crear resistencias bacterianas y carecer de efectos secundarios. Esta formulación, desarrollada en el departamento de Microbiología, se aplica directamente sobre la piel de manera tópica, tiene como ingrediente principal una proteína cíclica de 70 aminoácidos denominada AS-48, producida por bacterias del género Enterococcus y que carece de actividad hemolítica o tóxica demostrada. Como explica Mercedes Maqueda Abreu, profesora de la UGR e investigadora principal del proyecto, “la piel humana es la primera barrera física que protege nuestro cuerpo del exterior, pero también hay que considerarla como una barrera biológica que alberga microorganismos beneficiosos, la microbiota de la piel, constituida por poblaciones de bacterias y diversas especies de hongos que impiden el desarrollo de patógenos”.
La alteración del equilibrio natural de estos microorganismos conduce a infecciones, a veces de difícil tratamiento, como el acné (acne vulgaris), “una infección cutánea muy común, principalmente en la pubertad, que genera problemas estéticos, sanitarios y de autoestima” u otras infecciones de la piel, muy frecuentes, producidas por Staphylococcus aureus o Streptococcus pyogenes.
La bacteria denominada Propionibacterium acnes es la responsable de esta infección, cuando se desarrolla de forma incontrolada en áreas con abundantes secreciones sebáceas.
Los tratamientos actuales no siempre son efectivos por el desarrollo de resistencias o por presentar efectos secundarios no deseables. Otras infecciones de la piel, en los que la multirresistencia a antibióticos empieza a ser un gran problema, son las producidas por S. aureus y S. pyogenes, que ocasionan patologías muy serias y, en las formas limitadas, también son susceptibles de tratamientos con antibacterianos tópicos.
La nueva formulación desarrollada en la UGR, que ha sido patentada a través de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI), “cuenta con sustancias naturales que tienen actividad antibacteriana, con el fin de ser empleadas como ingredientes cosméticos y/o farmacéuticos para el tratamiento y profilaxis de estas infecciones”, apunta Maqueda.
La proteína AS-48, en la que se basa la formulación patentada, presenta un amplio espectro de acción frente a bacterias Gram-positivas, entre las que se encuentran importantes patógenos tales como diferentes especies de estafilococos, estreptococos, clostridios, micobacterias y listerias, entre otros, por lo que tiene un gran potencial de aplicación tanto en clínica humana como veterinaria, además de bioconservante en alimentos.
“El empleo tópico de AS-48, sola o de forma conjunta con agentes que potencian su actividad, se ha mostrado muy eficaz in vitro para el control de los microorganismos responsables de las infecciones de piel referidas”, señala Maqueda.
La fórmula patentada en la UGR, que no pierde actividad durante su almacenamiento a diferentes temperaturas, o por interacción de las moléculas activas con compuestos cosméticos, tiene, además, una gran ventaja añadida: al ser la membrana celular bacteriana la diana de AS-48, es bastante improbable el desarrollo de resistencias por parte de los patógenos.
En caso de advertir síntomas de esta dolencia, debes acudir a la consulta del médico de familia o el dermatólogo. Más allá de los datos aportados en este artículo, los profesionales de la salud son quienes te indicarán el tratamiento más adecuado de acuerdo con tu sintomatología.
Copyright © Laura Chaparro, SINC, CC.