La mundialmente conocida Aida, que se estrenó en El Cairo el 24 de diciembre de 1871, es una de las óperas más importantes de un Verdi que se encaminaba a su madurez. Trazada por personajes de gran presencia escénica, marcados por sentimientos encontrados, entre el amor y el deber, la obra ofrece una de las contraposiciones más relevantes en la famosa aria de Radamés en Celeste Aida, del acto I. Se trata de una página cuyo recitativo inicial, Se quel guerrier io fossi [Si yo fuese ese guerrero] presenta al héroe egipcio, que espera ser designado caudillo de su pueblo en la guerra contra los etíopes, mientras que, a continuación, en la romanza O celeste Aida [Oh, celeste Aída], habla el enamorado, dado que la gloria militar anhelada servirá para elevar a su amada en un trono vicino al sol (en este punto, Radamés desconoce que Aida, también en secreto enamorada del guerrero, es la hija cautiva del rey etíope Amonasro, su enemigo, quien ha invadido Egipto para librarla de la esclavitud).
Imagen superior: Verdi, Se quel guerrier io fossi
Musicalmente, hay un cambio psicológico en el personaje de Radamés, ya durante el recitativo, que coincide con un abrupto cambio de tonalidad, de Re mayor (tonalidad de sostenidos, dura) a Sol bemol mayor (tonalidad de bemoles, blanda) –aunque sol bemol es el enarmónico de fa sostenido–. Tradicionalmente, la tonalidad blanda remite al área de los bemoles, dado que el rebajamiento de medio tono se marcaba en la antigüedad con una b redonda o blanda (b-molle o b-rotundum, de ahí el término “bemol”), mientras que la tonalidad dura señala al área de los sostenidos, con la elevación de un semitono, indicado con una b dura o cuadrada (b-durum o b-quadratum) que, en aquellas épocas remotas, se correspondía con el símbolo de anulación, el becuadro (de ahí la procedencia del término).
De tal manera que, procedente de Re mayor, la sola mención de la amada, dolce Aida, provoca un cambio armónico hasta Sol bemol, mostrando la ternura del guerrero, que abandona su discurso heroico de inmediato:
Imagen superior: Verdi, Se quel guerrier io fossi.
De hecho, el inicio de la romanza abandona la tonalidad de sostenidos y permanece en otra tonalidad blanda, Si bemol mayor, donde canta, de manera literal, las alabanzas de la princesa etíope.
Y aquí, conocida la simbología que Verdi pone en juego, cabe preguntarse: ¿cuál será la elección de Radamés…, entre dos caminos incompatibles, la fidelidad a la patria o al amor?
El fin de la romanza preconiza el destino del protagonista, atendiendo a la armonía, dado que termina en tonalidad blanda, precedida del celeste momento de ternura en Sol bemol mayor:
Imagen superior: Verdi, Celeste Aída.
Recitativo
Se quel guerrier io fossi!
Se il mio sogno si avverasse!
Un esercito di prodi
da me guidato, e la vittoria,
e il plauso di Menfi tutta!
E a te, mia dolce Aida,
tornar di lauri cinto,
dirti: per te ho pugnato,
per te ho vinto!
Romanza
Celeste Aida, forma divina,
mistico serto di luce e fior,
del mio pensiero tu sei regina,
tu di mia vita sei lo splendor.
Il tuo bel cielo
vorrei ridarti,
le dolci brezze del patrio suol,
un regal serto
sul crin posarti,
ergerti un trono
vicino al sol.
Recitativo
¡Si fuera yo ese guerrero!
¡Si mi sueño se cumpliera!
¡Un ejército de valientes,
guiados por mí, y la victoria,
y el aplauso de toda Menfis!
Y a ti, mi dulce Aida,
regresar ceñido de laureles,
y decirte: ¡he luchado por ti,
por ti he vencido!
Romanza
Celeste Aida forma divina,
mística corona de luz y flor,
de mi pensamiento eres la reina,
de mi vida eres esplendor.
Tu hermoso cielo
quisiera devolverte,
las suaves brisas del suelo patrio,
poner sobre tu cabeza
una corona real,
erigirte un trono
cercano al sol.
Imagen superior: Aída © Javier del Real, Teatro Real. Reservados todos los derechos.
(Versión cantada de Ignacio Prieto, tenor)
(Traducción de www.kareol.es)
Copyright del artículo © Marta Vela. Reservados todos los derechos.