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«Historia de las utopías», de Lewis Mumford

El escritor y periodista Malcolm Cowley dijo del autor de este libro que era «el último de los grandes humanistas». Amén. No voy a mentir diciendo que Cowley exagera, aunque se me ocurren algunos otros miembros de ese selecto club. En cualquier caso, hablar de Lewis Mumford equivale a citarle como un intelectual de inagotable curiosidad: un espíritu libre que, desde los predios de la sabiduría, se asomó a tantos balcones como pudo, con la insuperable elegancia de los buenos divulgadores.

Premiado en Estados Unidos con prácticamente todos los galardones existentes en el campo académico –desde el National Book Award hasta la National Medal of the Arts–, Mumford representa el pensamiento en estado puro, sin un ápice de pedantería.

Sus estudios en campos como la tecnología, la arquitectura, la psicobiología y el estudio de las civilizaciones son fundamentales, y quizá por ello, sorprende que la edición de sus libros no haya sido más constante en nuestro idioma.

Emecé publicó Técnica y civilización en 1945, y Alianza lo imprimió en España en 1971. También llegaron hasta nosotros, muy excepcionalmente, y solo gracias a sus ediciones argentinas, La cultura de las ciudades (Emecé, 1945), Arte y técnica (Nueva Visión, 1958), Las transformaciones del hombre (Sur, 1960), La ciudad en la historia (Infinito, 1966) y Perspectivas urbanas (Emecé, 1969). De ahí que sea tan de agradecer el esfuerzo puesto por la editorial española Pepitas de Calabaza en el lanzamiento de estas ediciones definitivas de la obra de Lewis Mumford.

Historia de las utopías, el volumen que motiva estas líneas, es un libro espléndido: una obra de juventud, escrita en 1922, cuando el autor contaba veintisiete años.

Insisto en que es muy interesante leer este compendio de las ideas utópicas porque el propio Mumford lo era. Es más, ese rasgo suyo ha contribuido a que, en cierto grado, algunos estudiosos quieran dejarlo de lado. Un error, dado que su principal rasgo es esa libertad que le llevó a combinar –sin fidelidades políticas y soñando con un mundo mejor– el individualismo de Emerson con el socialismo utópico de Edward Bellamy.

En este libro, además, conocemos de primera mano al joven Mumford que, durante los años de la Primera Guerra Mundial, leía en Manhattan la poesía de Walt Whitman y paseaba con el Walden de Henry David Thoreau bajo el brazo. (Por cierto, Thoreau es otro escritor que ha recuperado su actualidad en tiempos de crisis.)

Como decía, ese dato biográfico pone en contexto la obra que presentamos, un recorrido que va desde Platón hasta el esteta William Morris y el futurólogo y pionero de la ciencia-ficción H.G. Wells.

En la elaboración de sus opiniones, el autor deja que se trasluzca un proyecto personal que, andando el tiempo, le llevaría a colaborar con arquitectos de vanguardia como Frank Lloyd Wright, buscando acaso un reflejo artístico de su romanticismo personal. De hecho, y esto es significativo para leer su libro, Mumford seguramente ambicionó una arcadia rural –¿quizá su granja de Leedsville?–, en la que el mundo orgánico y la tecnología alcanzasen una perfecta comunión.

Es curioso, en este sentido, que escriba en la introducción unas líneas que contradicen este utopismo suyo: «Aunque este libro se toma en serio la literatura utópica, en último término constituye un tratado antiutópico (…) Por consiguiente, no tengo una utopía privada. Si la tuviera tendría, que incluir las utopías privadas de muchos otros hombres y los ideales realizados de muchas otras sociedades, pues la vida aún contiene demasiadas potencialidades como para ser abarcadas por los proyectos de una sola generación, o por las esperanzas y creencias de un solo pensador.»

Friedrich Hayek tachó a Mumford de ingenuo, como si sus ideas, en particular la del pensamiento simultáneo y el fin de la economía de mercado, fueran las de un soñador. En manos del lector queda decidir si esa crítica está justificada.

Sinopsis

«Todo aquel que hable o escriba en la actualidad […] de los problemas de la ciencia, la tecnología y la sociedad, ha aprendido de Lewis Mumford. Los contemporáneos de Erasmo decían que “era un hombre nacido para resucitar la literatura”. Podríamos decir de Mumford que es un hombre nacido para resucitar la humanitas y el ideal de la dignidad humana». —Milton R. KonvitzSaturday Review

En este hermoso y valioso volumen, Lewis Mumford hace balance crítico del pensamiento utópico: su historia, sus fundamentos básicos, sus aportaciones positivas, sus cargas negativas y sus debilidades.

Releyendo las utopías más conocidas e influyentes y los mitos sociales que han desempeñado un papel de primer orden en Occidente, y contrastándolos con las utopías sociales parciales todavía recientes, Mumford valora el impacto que todas estas ideas podrían tener en cualquier nuevo camino hacia Utopía que estemos dispuestos a emprender.

Presentamos por primera vez en castellano el primer libro que publicó Lewis Mumford, escrito con apenas veintisiete años, y que no dejó de reeditar a lo largo de toda su prolífica vida. La edición que presentamos cuenta además con un prólogo que el propio Mumford redactó casi cincuenta años después de su edición original.

En un momento en el que cada vez se escuchan más voces que hablan de la necesidad de que la sociedad cambie de rumbo, y en un tiempo en el que todas las brújulas parecen irremediablemente rotas, este libro se antoja una lectura básica por su fino análisis, por su anticipación y por la lucidez propia del pensamiento de Mumford.

Lewis Mumford (1895-1990), cuya obra escrita abarca más de seis décadas, ha hecho contribuciones muy importantes a la literatura del saber histórico, filosófico y artístico, así como a la crítica de la arquitectura. Pero como quizá sea más conocido este humanista estadounidense es por sus trabajos sobre urbanismo y por su evaluación de la tecnología.

Mumford fue miembro fundador de la Regional Planning Association of America, y durante treinta y dos años escribió una columna sobre arquitectura titulada «Sky Line» para el New Yorker. Formó parte de las facultades de varias instituciones: de la Universidad de Stanford, la Universidad de Pensilvania, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) o del New York City Board of Higher Education entre otras. Fue galardonado con multitud de distinciones, las más destacadas de las cuales han sido la Medalla Presidencial de Libertad, la Medalla Nacional de Literatura y, en 1986, la Medalla Nacional de Arte.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imagen y sinopsis © Pepitas de Calabaza. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.