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Palmeras en Babilonia

Leo que, en la antigua Mesopotamia, el reino vegetal estaba relacionado con la figura de Dumuzi / Tammuz, el joven amante de la poderosa Ishtar, diosa del amor y de la guerra. Dumuzi fue condenado a quedarse la mitad del año en el infierno, el período de tiempo que corresponde al reposo de la vegetación. Durante su ausencia de la tierra, ni los animales se multiplican ni la naturaleza se propaga.

Una de las hipóstasis de Dumuzi es el racimo de los dátiles. Otra, el corazón de la palmera. La palmera datilera representó para los mesopotamios lo que el olivo para la cultura mediterránea: su árbol civilizador. La palmera, llamada en sumerio gishimmar y en acadio gishimmaru, fue una de las primeras plantas en ser cultivadas en el sur de Babilonia. Y ello, por tres razones fundamentales: su tolerancia al agua salada y salobre y al suelo alcalino propio de la región; el gran valor nutritivo de su fruto, apto para la conservación y el almacenamiento; y los múltiples usos de sus derivados, como las hojas, la fibra y la madera.

La palmera requiere poca mano de obra pero exige un cuidado experto para su plantación, su polinización artificial y el tratamiento especial de su fruto. Un fruto que suponía una fuente esencial de calorías, necesaria en la alimentación de una población trabajadora, como la mesopotámica.

Durante el primer milenio a.C. se elaboraba una bebida alcohólica hecha de dátiles, que llegó a sustituir a la clásica cerveza de malta de cebada, producida hasta mediados del segundo milenio a.C.

Cosas que aprendo releyendo a Barbara Böck y su conferencia en ese encuentro a varias voces que se llamó Paraíso cerrado, jardín abierto. El reino vegetal en el imaginario religioso del Mediterráneo, celebrado en 2003 en las Salas Nobles del Museo Arqueológico Nacional. Encuentro en el que participé, siendo una neófita en la materia vegetal, aunque ya había tenido la osadía de escribir un libro sobre plantas mágicas…

La foto es más reciente. Es de febrero de este año y está tomada en el donostiarra Parque Alderdi Eder, que en euskera significa lugar hermoso, porque desde allí se tiene una visión privilegiada de la Bahía de La Concha, si bien, para mí, el lugar verdaderamente bello de esa ciudad es la desembocadura del Urumea, sin que tenga una razón específica para ello: una no elige sus devociones, las devociones son así de inexplicables.

Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.

Mar Rey Bueno

Mar Rey Bueno es doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Realizó su tesis doctoral sobre terapéutica en la corte de los Austrias, trabajo que mereció el Premio Extraordinario de Doctorado.
Especializada en aspectos alquímicos, supersticiosos y terapéuticos en la España de la Edad Moderna, es autora de numerosos artículos, editados en publicaciones españolas e internacionales. Entre sus libros, figuran "El Hechizado. Medicina , alquimia y superstición en la corte de Carlos II" (1998), "Los amantes del arte sagrado" (2000), "Los señores del fuego. Destiladores y espagíricos en la corte de los Austrias" (2002), "Alquimia, el gran secreto" (2002), "Las plantas mágicas" (2002), "Magos y Reyes" (2004), "Quijote mágico. Los mundos encantados de un caballero hechizado" (2005), "Los libros malditos" (2005), "Inferno. Historia de una biblioteca maldita" (2007), "Historia de las hierbas mágicas y medicinales" (2008) y "Evas alquímicas" (2017).

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