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La bella mentira

Frecuentemente, escritores y artistas de diversa especialidad han reflexionado acerca de las relaciones entre la verdad y la ficción. Es un tema filosófico arduo que sólo pretendo abordar en un pequeño aspecto localizado. Jean Cocteau se confidencia y dice que es una mentira que siempre ha dicho la verdad. Mario Vargas Llosa ha escrito un ensayo acerca de lo que él denomina la verdad de las mentiras. Ellos y tantos otros señalan algo que cualquier lector de novelas o espectador de cine, teatro, televisión o internet sabe experimentar: lo que se cuenta no ha ocurrido realmente nunca y, en esa medida, por ser ficticio, es mendaz. Pero, al mismo tiempo, los hechos simbólicos que describe la ficción tienen su propia realidad. Los personajes se aman, se odian, se unen, se separan, luchan con valor, se encogen por cobardía y suma que sigue, iguales a cualquiera de nosotros.

El problema surge cuando los héroes y heroínas hacen algo que ninguno de nosotros podría hacer. Yo quisiera ser siempre joven y atlético como Tarzán, invulnerable e inmortal como Superman. En los años del cine mudo había concursos de belleza entre las chicas que aspiraban a ser reconocidas porque su nariz era exactamente como la de Gloria Swanson, una estrella de la época. En tiempos de la Segunda República, Celia Gámez tuvo un enorme éxito haciendo del Pichi en la revista Las leandras. Igualmente hubo torneos de jovencitas que se vestían de Pichi para ser proclamadas las mejores imitaciones de Celia.

En nuestros días hay ejemplos políticos muy expresivos de estos vínculos entre ficción y realidad, sólo que en términos abiertamente de veracidad y mentira. Boris Johnson ha mentido a los ingleses acerca del vínculo entre el Reino Unido y la Unión Europea. Tardó apenas unas horas en reconocerlo tras el refrendo que todos recordamos. Los separatistas catalanes que han sido juzgados por los tribunales españoles admitieron haber mentido a los suyos acerca de la independencia de Cataluña: no era ni posible ni gratuita. En ambos casos, los mendaces han recibido nuevas aprobaciones.

¿Hay mentiras y Mentiras? ¿Hay mentiras que indignan y mentiras que gratifican? Olga Guillot, la magnífica cantante de boleros cubana, suele cantar aquello de Miénteme más que me hace tu maldad feliz. En efecto, hay mentiras documentales y lógicas que juegan como verdad del deseo. Dicho en plan de caricatura: yo votaría a quien me asegurase ser Tarzán y Superman. La habilidad de un político consiste en intuir o averiguar por medios sociológicos qué clase de mentira equivale a la verdad de lo deseable. Hay quien sueña con el imperio inglés de la India o el imperio catalán del Mediterráneo. Ya lo dijo Freud y para siempre: las religiones son ilusorias pero no son erróneas.

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Blas Matamoro

Ensayista, crítico literario y musical, traductor y novelista. Nació en Buenos Aires y reside en Madrid desde 1976. Ha sido corresponsal de "La Opinión" y "La Razón" (Buenos Aires), "Cuadernos Noventa" (Barcelona) y "Vuelta" (México, bajo la dirección de Octavio Paz). Dirigió la revista "Cuadernos Hispanoamericanos" entre 1996 y 2007, y entre otros muchos libros, es autor de "La ciudad del tango; tango histórico y sociedad" (1969), "Genio y figura de Victoria Ocampo" (1986), "Por el camino de Proust" (1988), "Puesto fronterizo" (2003), Novela familiar: el universo privado del escritor (Premio Málaga de Ensayo, 2010) y Cuerpo y poder. Variaciones sobre las imposturas reales (2012)
En 2010 recibió el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural. En 2018 fue galardonado con el Premio Literario de la Academia Argentina de Letras a la Mejor Obra de Ensayo del trienio 2015-2017, por "Con ritmo de tango. Un diccionario personal de la Argentina". (Fotografía publicada por cortesía de "Scherzo")