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«Un mundo robot», de Javier Serrano

Lanzarse a escribir lo idílico o lo tenebroso que será el futuro se ha convertido ya en una costumbre. Fueron los escritores de ciencia-ficción los primeros que decidieron alimentar la idea de que, cada año que pasa, ese porvenir rupturista e innovador está un poco más cerca. Luego, con el impulso de las nuevas tecnologías, han sido los expertos en robótica e inteligencia artificial quienes nos han sugerido que quizá ‒o casi seguro‒ tengamos que resignarnos a ser actores de reparto en un espectáculo protagonizado por máquinas.

Llegado el asunto a donde se sabía que iba a llegar, y con la certeza de que la revolución robótica es ya un hecho, ahora toca analizar estos cambios con sensatez, investigando qué medidas serían precisas en un mundo con dos especies inteligentes: la nuestra y la de nuestros congéneres artificiales.

Mientras nos emocionamos con la cuenta atrás, conviene tener en cuenta lo ya conseguido. Miren, a quien le hubieran dicho diez años atrás que podríamos ser pasajeros de coches sin conductor, o que todo el centro de carga aérea de un aeropuerto sería automatizado, habría pensado que eso era una fantasía. Y sin embargo, ya no hablamos de especulaciones, sino de avances reales. De ahí que a los pesimistas les haya dado por creer que el futuro laboral de los humanos está sentenciado.

La explosión tecnológica nos brindará incontables beneficios, pero también contiene una munición letal que hará peligrar ‒o desaparecer‒ la mayoría de nuestros empleos actuales. Aún está por ver si esas profesiones serán sustituidas por otras que aún desconocemos, y que habrá que inventar sobre la marcha.

De todos los libros recientes que he leído sobre el impacto del progreso tecnológico, el que más me ha entusiasmado es el de Javier Serrano. En Un mundo robot, describe prácticamente todas las alternativas del mañana: desde las más tenebrosas a las más felices, desde las más objetivas a las más improbables. Con aportes de variadas disciplinas, el autor ejerce de futurólogo, pero lo hace con realismo y generosidad, invitándonos al debate. Es decir: nos proporciona multitud de argumentos para que atenuemos la incertidumbre pensando en múltiples desenlaces.

Intuición. Es todo lo que nos pide Javier Serrano. Sólo intuición para tantear, guiados por él, las diversas opciones que nos esperan, especialmente en el terreno laboral. Porque las cosas no van a ser sencillas, y este libro nos sirve de advertencia, y al mismo tiempo, de brújula. O dicho sin metáforas: detalla lo que se nos viene encima para tomar las mejores decisiones.

Sinopsis

Este libro contiene solo trabajo humano, una futura excepción. En el tiempo de la sociedad tecnológica puede que buena parte del empleo quede vetado a los seres humanos, algo que podría también acabar siendo una bendición.

El progreso tecnológico —inteligencia artificial, robótica, realidad virtual, impresión 3d, nanotecnología…— nos va a conducir a una sociedad tecnológica que no podemos siquiera imaginar. Será un cambio de paradigma en las reglas de convivencia de la especie. Las máquinas y algoritmos capaces ocuparán los mismos espacios que el ser humano en la cúspide de la pirámide evolutiva.

No habrá compensación posible cuando las máquinas y algoritmos superen todas y cada una de las habilidades del ser humano, desde aquellas simples y rutinarias a las más creativas y complejas.

Si el pasado de las revoluciones tecnológicas ha sido benévolo, generando más y mejores oportunidades laborales que aquellas que eran destruidas, el futuro podría no ser tan indulgente. Este panorama requiere una acción colectiva de formidable magnitud que permita, hasta donde sea posible, poner en marcha alguna de las opciones que están en la mano del ser humano para limitar, moderar o mitigar los efectos del progreso tecnológico. En el mejor de los escenarios, la intervención podría no solo asegurar una digna existencia a las personas en el futuro que se nos viene encima, sino incluso aprovechar la explosión tecnológica en nuestro propio beneficio. En el peor de los escenarios, las cosas podrían suceder según cualquiera de las catastróficas variantes que ya hemos imaginado repetidamente en las películas distópicas de ciencia ficción.

Hay todavía oportunidades para actuar, pero el tiempo se consume rápidamente, y pronto los impactos del progreso podrían tornarse irreversibles. Es hora de considerar las opciones y jugar nuestras cartas como la —todavía— única especie inteligente del planeta. Los prototipos de la nueva especie, más inteligente que la nuestra, están ya siendo concebidos y sus destinos no siempre estarán en nuestras manos.

Aunque soñó con ser secuestrado por extraterrestres y comunicó a su familia que quería ser astronauta, Javier Serrano (Zaragoza, 1970) acabó encontrando su escotilla para mirar asombrado, aquella que permite vislumbrar el futuro de la sociedad tecnológica donde pronto viviremos. Y no, no tuvo que publicar un anuncio para comprar un cohete de segunda mano como le sugerían sus amigos. Su entusiasmo por desmontar y descubrir cómo funcionaban las cosas le convirtió en doctor en ingeniería, y la necesidad de que todo funcionase de nuevo, en especialista en proyectos complejos. De este modo, se dejó enredar en algunos de los retos tecnológicos más ambiciosos del siglo XXI, como el telescopio más grande del mundo, por el que no se han visto alienígenas, y un lanzador espacial, en el que no hubo modo de subirse. Ahora persigue una fuente de energía inagotable. Su temprana pasión por la ciencia ficción le hizo pensar que el mundo pronto se parecería al de sus historias. Mientras espera su mochila voladora, como tantos otros, se apasiona con la divulgación de los retos y la discusión de las opciones que plantea el progreso, sobre todo esas que todavía parecen imposibles.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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