Dice Eduardo Martínez de Pisón que la cultura tiene dos formas de manifestarse en el paisaje natural. Primero, como configuración de ese espacio terrestre, marcado por la presencia humana que ha dado un cierto estilo a los campos o a las poblaciones, y segundo, por medio de referencias antropológicas o artísticas. “La naturaleza habla, claro –dice el geógrafo y escritor‒. Pero hay que escuchar para oírla”.
Esto último es algo que plasmó de forma ejemplar Aldo Leopold (1887-1948) en este hermoso libro de 1949.
Leopold, ecólogo y ambientalista, desgrana viejos recuerdos y describe, con gran penetración literaria, el entorno que rodeaba su casa en Sauk County, Wisconsin.
Convertido en obra de referencia a partir de los años setenta, este ensayo llegó a la imprenta de forma póstuma, un año después de la muerte de su autor, gracias al empeño de su hijo, el geólogo Luna B. Leopold (1915-2006).
Aunque hoy sea una idea corriente e incluso popular ‒difundida, en parte, por estudiosos como Martínez de Pisón‒, lo cierto es que el libro de Leopold nos da una visión muy clara de lo que viene a ser la ética ambiental.
Ese compromiso con la tierra, que Aldo Leopold expresa con tanta rotundidad, y que tan necesario me parece, nos ayuda a interpretar el paisaje, su flora y su fauna como un ejercicio intelectual que también tiene un lado espiritual.
Leopold aprecia la belleza silvestre como una realidad cósmica, ligada a lo más hondo de nuestra identidad. En este caso, la filosofía y la historia natural se hermanan, intercambiado significados. Precisamente por ello, adentrarse en esta obra no sólo es un placer para los sentidos o un ejercicio de divulgación naturalista. A medida que nos confía detalles de su vida, Leopold también aprecia el espectáculo grandioso de su territorio, medita sobre su importancia y hace propuestas en torno a la gestión de la biodiversidad.
Si tenemos en cuenta la fecha en que se publicó la obra –un tiempo en el que la caza y la pesca eran el único sinónimo de pasión por los bosques‒, es fácil identificar a su autor como un pionero del conservacionismo.
En estos tiempos tan acelerados, leer a Leopold nos reconcilia con esa Tierra Madre que nuestra cultura mediterránea sacralizó en la antigüedad. Es algo que vale la pena recordar en esta época de profundas incertidumbres.
Quizá sea cierto que el ser humano pasa por uno de sus periodos más prósperos y optimistas, pero no es menos cierto que uno de los modos en que ha de medirse el progreso es, justamente, a través de la protección a la naturaleza. Este libro nos enseña a entender las razones que deben impulsarnos a ese objetivo tan beneficioso y prometedor.
Sinopsis
El gran clásico del ecologismo contemporáneo, por primera vez de forma íntegra en castellano. Un libro que reúne la experiencia de toda una vida defendiendo la naturaleza y la primera teoría de una ética de la tierra.
Aldo Leopold es una de las figuras míticas del ecologismo contemporáneo. Desde aquella ocasión en la que, siendo muy joven, una loba murió en sus brazos —y entendió que la desaparición de lo salvaje traerá el fin de nuestro mundo— hasta el momento de su muerte mientras intentaba apagar un incendio forestal, Leopold dedicó toda su vida a la preservación de la naturaleza. Fue guardabosques y profesor, activista y escritor, y entre sus múltiples libros destaca este que os presentamos: un clásico indispensable a la misma altura que Walden de Thoreau. Con un lenguaje tan poético como directo, tan repleto de humor como de sabiduría, Un año en Sand County se abre con una frase emblemática: «Hay quien puede vivir sin lo salvaje y quien no puede». Tal como sugirió el propio Leopold, éste es, por tanto, un libro para todos aquellos para los que ver gansos salvajes atravesando el cielo es más importante que ver la televisión.
En la primera parte del volumen, el autor nos relata, mes a mes, las temporadas que pasa en su refugio contra la excesiva modernidad: una vieja granja de Wisconsin entre cuyas paredes y en los bosques que la rodean, alejado de la interminable plétora de bendiciones materiales del mundo contemporáneo, encuentra su alimento sagrado. En la segunda parte del libro nos narra algunos de los episodios que han marcado su vida desde el punto de vista de la ecología y el activismo medioambiental, y que, a lo largo de cuarenta años y un continente, le han permitido constatar la profunda herida que estamos causando a la Tierra. Finalmente, en la última parte, Leopold nos propone una reflexión lúcida y profunda sobre los caminos posibles para recrear nuestra relación con lo vivo, a través de la primera teoría para una ética de la tierra. Con millones de lectores a lo largo de varias generaciones, éste es uno de los escritos más importantes e influyentes de la historia de la ecología y el conservacionismo.
Aldo Leopold (1887-1948), nacido en Burlington, Iowa, es un referente fundamental del activismo medioambiental. Fue ingeniero forestal, silvicultor, profesor de Biología de la Vida Salvaje y padre de la ecología contemporánea, así como un destacado escritor y ensayista, cuya propuesta para una ética de la tierra se ha convertido en uno de los ejes de la filosofía conservacionista. Además de Un año en Sand County, ha publicado multitud de libros y artículos sobre ecología y ética medioambiental.
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