En estos días raros de un mes de agosto diferente decidí volver a leerme Soldados de Salamina, de Javier Cercas. Publicado en 2001, a la par que se crea la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, simboliza el despertar de los nietos de los republicanos. La obra de Cercas inaugura un nuevo estilo de novelar esa memoria. De una u otra manera, todos los libros publicados con posterioridad han reproducido las formas y el fondo.
Pues bien, veinte años después de leerlo por primera vez, me enfrenté a la novela de Cercas con más conocimientos de los que entonces tenía. Mi sensación es que Cercas repite, hasta la saciedad, cuatro datos desde diferentes ángulos y perspectivas.
Pero no es mi intención hacer crítica literaria. Lo que hoy venía a contar es el éxito que tuvo una frase, reproducida en la novela, y que se transforma, en última instancia, en el argumento central de la obra: “Al final, es siempre un pelotón de soldados el que ha salvado la civilización”. Frase atribuida a Oswald Spengler (1880-1936), filósofo e historiador alemán recordado principalmente por La decadencia de Occidente (1918-1922), obra que fue un superventas de su tiempo.
Ocurre que Spengler nunca escribió tal frase, repetida hasta el hartazgo, en estos veinte últimos años, por tertulianos, escritores, periodistas y (en tiempos más recientes) fabricantes de memes.
La frase, en realidad, salió de la pluma de José Antonio Primo de Rivera. En concreto, de su Carta a los militares de España, escrita durante su reclusión en la Cárcel Modelo de Madrid el 4 de mayo de 1936. Supongo que fue una interpretación libre de sus lecturas spenglerianas, lecturas que le acompañaron en sus últimos años de vida.
Y yo, como siempre, no dejo de preguntarme cuáles serán las obras que leen estos todólogos actuales que siempre tienen respuesta para todo y cuánto podemos fiarnos de quienes vienen a llenarnos la cabeza de teorías, hipótesis y doctrinas varias que luego procedemos a repetir como papagayos.
Pequeñas disquisiciones de una historiadora que pierde todo su tiempo en encontrar la fuente, contrastar el dato…
En la imagen, la revista Vértice, órgano de expresión de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., editada en San Sebastián en 1937. Conservada en el Museo de San Telmo. Al final, y esto sí que es Historia, fue un puñado de prósperos empresarios bilbaínos quienes reunieron fondos para crear un partido fascista español, cuyo objetivo principal sería combatir a la izquierda en todos sus frentes. Y fueron ellos quienes pensaron, de inmediato, que debía ser José Antonio quien encabezara dicho partido, con su aspecto de galán del cine clásico, su juventud, su coraje, su vitalismo, su poder de seducción… en resumen, todas las virtudes del héroe fascista.
Teniendo el acceso que tenemos actualmente a las fuentes de nuestra Historia, no sé por qué seguimos creyéndonos lo que nos cuentan los esbirros y plumillas varios.
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