El cartel que hay sobre estas líneas pertenece al filme No Blood No Tears y, como ya he comentado alguna que otra vez, se trata posiblemente (pese a lo imposible de cualificar algo así) de mi filme favorito de la pasada década.
En el año 2002, en mi labor como miembro del comité de selección del Festival de Cine de Sitges, rogué, lloré y pataleé ante mi entonces jefe, Ángel Sala, para que incluyera este título en la programación oficial, tras quedarme encandilado con dicha película durante su proyección dentro del Mercado del Festival de Cannes. Sala, como buen mago que es, no solamente trajo la película, sino que también traería al director de la misma, el coreano Ryoo Seung-wan, en ediciones subsiguientes: hace unos años para presentar otra obra suya, The City of Violence (2006), y en 2011 con The Unjust y también en calidad de miembro del Jurado Oficial del Festival.
Gracias a ello, y pese a que el cine de Ryoo Seung-wan no ha obtenido excesivo eco ni en la prensa española ni en la internacional, poco a poco se ha hecho un hueco en la apreciación de los fans más encendidos del cine asiático. De entre los cineastas coreanos sigue siendo con diferencia el que más me gusta (lo cual no significa necesariamente que piense que sea el mejor), y no comprendo cómo películas como las mencionadas No Blood No Tears, The City of Violence, The Unjust (que finalmente ganó en Sitges el Premio Casa Asia) o las irregulares pero por momentos asombrosas Arahan o Crying Fist (que en varias ocasiones bordean la maravilla) no han conseguido un éxito abrumador en todo el mundo.
Quizá es que Ryoo Seung-wan, como un Gregory LaCava coetáneo, quiere meter demasiados géneros en una sola película (metodología que a mí me embelesa y que suelo aplicar a mis propias obras: hacer cine “para nadie”, como decía el propio Vigalondo de mi ¡Soy un pelele!) y que el espectador medio prefiere su zumo de una sola fruta o como máximo de dos… La cuestión es que, tarde o temprano, será reivindicado por el Tarantino occidental de turno (de ahí mi última pregunta al propio director).
A continuación, transcribo la breve y cordial entrevista que pude entablar con Ryoo Seung-wan. Obviamente, el grado de distorsión ocasionado entre mis preguntas en castellano, su traducción al coreano por la intérprete oficial, la respuesta en coreano de Seung-wan y su consiguiente reconversión al castellano por la susodicha intérprete resulta considerable, pese a que he intentado sintetizar el espíritu de las respuestas lo máximo posible en la dirección hacia las que se intuía iban encaminadas. Espero que esta atropellada conversación os sirva para haceros sentir curiosidad por un director absolutamente arrebatador que llena de vitalidad, agilidad y una planificación irreprochable cada una de sus propuestas visuales. Con ustedes, Ryoo Seung-wan.
He tenido la fortuna de ver todos sus largometrajes…
Muchas gracias.
…Pero en España hay muy poca información sobre su cine. ¿Cuál de sus películas ha tenido más éxito en su país y cómo le perciben allí como director?
La verdad es que la más taquillera de todas mis películas en Corea es esta última, The Unjust. Pero mi mayor fama internacional, o al menos una proyección mayor fuera de Corea, la conseguí con Arahan y The City of Violence.
¿Y no ocurrió lo mismo con Crying Fist?
Crying Fist tuvo una acogida bastante buena en los festivales internacionales. Sin embargo, en el mercado interior no tuvo ningún éxito. La verdad es que mi posición en la industria del cine coreano está siempre en un punto delicado.
¿Por qué, si su cine abriga un anhelo absolutamente comercial?
El mío no es el único caso así. En Corea, cuando uno hace cine, debe poner todo lo que tiene en cada una de las películas y no siempre se acierta.
Con No Blood No Tears aportó su propia versión noir de Thelma y Louise, pero dotado de mucha más rabia y verdad interior. ¿De dónde surgió esa historia?
Yo creo que tu interpretación sobre la película es muy acertada. Siempre quise hacer filmes con protagonistas femeninas. Pero en Corea este tipo de historia se percibe falsa, les parece impostada, por lo tanto tenía que describir los personajes desde el punto de vista más duro y miserable posible. Sin ánimo de insistir en el tema, la venta internacional de esta película obtuvo un resultado pésimo.
Pues es probablemente mi película favorita de los 00.
Entonces yo creo que me mantengo en activo gracias a espectadores como tú.
En cada película mezcla muchos géneros, y quizá eso sea un problema de cara a la taquilla: pero siempre lo hace con mucha energía, una energía casi teenager, y mucha originalidad. ¿Cuál es el elemento que usted encuentra común a todas sus películas, el que las convierte en filmes inconfundiblemente suyos?
La verdad es que no tengo ni idea de cuál puede ser esa conexión entre mis películas que las hace reconocibles. Antes de rodar cada filme sí hay una preparación, una planificación previa. Pero lo que no sé es planificar ni prever la “esencia” de cada una de las películas, simplemente sigo un instinto. Y el instinto es algo que no se puede explicar con palabras.
¿Pero qué es lo que le mueve a hacer cada nuevo proyecto, qué es lo que suele encontrar interesante cada vez que se anima a realizar una nueva película?
Quiero hacer cada película por alguna razón abstracta que me sería imposible traducirte a palabras. Lo que sí sé es que cada película responde a una motivación concreta y diferente.
¿Y en todas se involucró por igual, partiendo de ideas propias?
The Unjust, por ejemplo, es la primera película que no he escrito yo. Hasta ahora, todos los guiones eran míos. Sin embargo, al rodar The Unjust sí que he introducido modificaciones en su guión.
El humor, ¿verdad? Por ejemplo, la manera en que el fiscal, interpretado por su hermano, se esconde deslizándose detrás de su silla…
Ja ja ja, a mí personalmente me encanta el slapstick, por eso genero continuamente tales situaciones absurdas y tonterías salpicando mis historias. Me gustan mucho. En esta película destaca ese tipo de humor porque en realidad la historia es fría y despiadada con sus personajes y con nuestra sociedad.
Ese humor que usted introduce en sus películas a veces resulta extremadamente chocante para un espectador occidental, o al menos para mí. ¿Cómo es recibido en Corea su propio humor, por ejemplo en Dachimawa Lee, que no deja de ser una extravaganza delirante para nosotros?
Ja ja ja… En el caso de ese filme, los espectadores coreanos también la encontraron una película extravagante. Por lo tanto, no consiguió demasiados espectadores… La secuencia en la que un personaje agónico casi se ahoga con el moco de otro personaje que le está llorando encima, no es algo que tampoco encuentren usual allá.
¿Encuentra que su humor es poco entendido en su país?
Mi tendencia humorística es bastante extravagante y difícil de entender, sí. Sinceramente, no puedo esperar que haya una recepción masiva a ese tipo de filmes míos.
¿Cómo es trabajar con su hermano?
Muchas veces me siento incómodo con él, porque nos conocemos demasiado bien. ¿Tú tienes algún hermano?
Sí.
¿Has trabajado alguna vez con él?
No.
Pruébalo y sabrás cómo me siento.
Debe de ser rarísimo.
Trabajamos juntos en filmes desde hace más de diez años. Pero nuestras vidas profesionales y las personales están totalmente separadas.
Lo que más me gusta de The Unjust es que el policía corrupto resulta simpático para el espectador, no deja de ser el antihéroe torturado y clásico del género negro, mientras el fiscal que lucha por hacer justicia es un cretino insoportable. Eso crea muchos conflictos de posicionamiento moral en el propio espectador…
Yo no quiero interpretar ningún personaje de esta película en términos de bondad o maldad, de su posible positividad o negatividad. Sólo quería demostrar de la manera más realista que pudiera las reacciones de personas normales y corrientes.
Si The Unjust ha sido su mayor éxito hasta el momento, ¿hacia qué horizontes cree que puede dirigir ahora sus próximos proyectos?
Quiero hacer una película de espías, pero con un protagonista muy frío y cruel.
¿Sin humor?
Sin humor.
Por cierto, ¿qué opina Tarantino de sus películas?
No lo sé. Nunca le he conocido. ¡Si le ves, pregúntale!
Agradezco a Gloria Fernández las facilidades para esta entrevista y a Ángel Sala y su maravilloso equipo (especialmente a Alicia Reginato) el permitirme volver a sentirme en casa durante este Sitges 2012.
Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.