Finlandia entró tarde y con enjundia en el avispero de la música europea. Fue a fines del XIX, cuando el continente empezó a reconocer a Sibelius. Pero éste no era un fundador en el desierto. Fredrik Pacius (1809-1891) lo había precedido en el magisterio y la creación.
Su mundo es el de Sibelius, una invención romántica del pasado legendario finés, el del poema Kalevala. Buena prueba de ello es este oratorio profano, La Princesa de Chipre, con insertos de melodrama, basado en una pieza teatral de Zacarías Topelius, con el héroe Lemminkäinen como protagonista.
El paladín atraviesa las tentaciones fragantes de un mundo seductor, el de las mujeres hermosas y desocupadas que ponen a prueba la castidad de los luchadores. Dido frente a Eneas, sin ir más lejos. Lemminkäinen pasa la prueba pero es muerto arteramente, baja a los infiernos y resucita, en un episodio de palingenesia muy propio de su condición, momento que Pacius sirve con un memorable andante fúnebre.
La partitura es una vivaz variedad que se vale de las acciones literarias para diseñar ambientes y dar paso a intervenciones fugaces y de especial eficacia a cargo de las voces solistas y el coro. El lenguaje de Pacius es de una sólida información, hábil y propicio a las propuestas del texto. Se merece que lo consideren padre y maestro de la música finlandesa.
Disco recomendado: Fredryk Pacius (1809-1891): La Princesa de Chipre (música incidental) / Tom Wentzel, narrador. Tove Åman, soprano. Agneta Eichenholz, mezzo-soprano. Riikka Rantanen, mezzo-soprano. Jubilate Choir. Tapiola Sinfonietta Dir.: Ulf Söderblom / BIS / Ref.: BIS 1340 (1 CD)
Imagen de la cabecera: Robert Wilhelm Ekman, «Väinämöisen» (1866).
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