El pasado es un lugar fascinante y extraño, que conviene recorrer con prudencia. El historiador Fernando Castillo Cáceres, autor de ese libro imprescindible que es Tintín-Hergé: una vida del siglo XX, hace escala en un París en blanco y negro, cuyas madrugadas están habitadas por nazis, espías, traficantes, pícaros y canallas. El resultado es un ensayo noir, empapado en fascinación y elegancia.
Noche y niebla en el París ocupado no decepciona en ningún momento. En sus páginas, sentimos el dolor, el miedo, la vergüenza y también la fiesta del París de la ocupación alemana. Desde el primer capítulo, acompañamos al autor en una pesquisa tan intrincada y sorprendente como una biblioteca en desorden.
Turbiedad, esa es la palabra. El escenario de este libro, más que otra cosa, es una ciudad turbia. Y por consiguiente, también han de serlo los protagonistas que Castillo elige para su recorrido. Empezando por César González-Ruano, un magnífico periodista que más de una vez introdujo su moral en un bol repleto de hielo. Como admirador del González-Ruano escritor, me apasiona el relato de sus negocios parisinos, tan oscuros e indefendibles que me parecen dignos de una película de Jean-Pierre Melville.
Al batir esta coctelera, Castillo obtiene una mitología trágica. No en vano, otro de los nombres que trae a colación es el de Pedro Urraca, un policía que trabajó en la embajada española, y cuya misión consistió en capturar a importantes republicanos.
Figuras como Cipriano Rivas Cherif, Julián Zugazagoitia y Lluis Companys fueron víctimas de este agente franquista, silueteado con los perfiles del guerracivilismo español, pero también vinculado a ese mercado negro que prospera en la capital.
André Gabison aparece en el libro como un tipo elusivo, enigmático, a quien Castillo reconoce en los libros de Patrick Modiano.
Un judío perteneciente al GIS, el servicio de información alemán: eso fue Gabison, además de otras cosas que el autor se empeña en descubrir: «Un personaje de segunda, sí, pero con el atractivo del ser desconocido y, además, de haber desaparecido después de la guerra, con lo que tiene siempre de misteriosa esa situación».
Hasta aquí, hemos citado tres figuras principales en el drama, pero aún queda una tercera –y no menor– en este relato de vidas cruzadas y de pecados sin purgar: Albert Modiano, padre del mencionado Patrick Modiano y descrito como otro superviviente que, durante aquellos años indignos, también tuvo que cambiar de identidad y de principios.
Nota editorial
«Noche y niebla» —Nacht und Nebel— es el nombre que recibió el decreto de diciembre de 1941 firmado por el mariscal Wilhelm Keitel, el jefe del Estado Mayor del Ejército alemán, mediante el cual se otorgaba cobertura administrativa a la desaparición de todos aquellos que estaban considerados enemigos del Reich.
El decreto permitía la detención, encarcelamiento y ejecución de los enemigos de Alemania sin explicación ninguna.
Los afectados a quienes se les aplicaba simplemente desaparecían, como si nunca hubieran existido, en la noche y entre la niebla.
La siniestra oscuridad que durante los años de la Segunda Guerra Mundial devoró a resistentes, comunistas, socialistas, republicanos españoles y judíos era muy diferente de aquella otra que al finalizar la guerra cayó sobre las vidas cruzadas de los cuatro protagonistas de este libro: César González Ruano, periodista y escritor; Pedro Urraca, el agregado de policía en la embajada de París durante la Ocupación, que tuvo un papel muy destacado en la detención de los refugiados republicanos; Albert Modiano, padre del escritor Patrick Modiano; y André Gabison, un extraño personaje, judío y a la par destacado collabo, que desfiló por los archivos de los aliados y de la policía española, y aparecerá en las novelas de Patrick Modiano.
El historiador Fernando Castillo Cáceres, autor de Tintín-Hergé: una vida del siglo XX, en un libro que está a medio camino entre el ensayo histórico y una suerte de quest, aborda con datos de archivo una rigurosa aproximación al milieu de la Ocupación, para rescatar de entre las ruinas del tiempo y la oscuridad la verdadera historia de estos personajes. Durante mucho tiempo, han sido hombres sin pasado o con un pasado adaptado, construido a la medida para diluir aquellos años en los que alternaron con el terror. Ellos no fueron víctimas, sino amigos de los verdugos; convivieron con traficantes, espías y miembros del mercado negro, y estuvieron muy próximos a lo que se puede llamar la colaboración económica y política, siempre al filo de la legalidad o de actividades abiertamente delictivas.
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