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Lady Eve Balfour, novelista y pionera de la agricultura sostenible

Entre los precursores de la agricultura ecológica, hay una figura que parece salida de las novelas de Agatha Christie. Aristócrata, muy inteligente y con un ligero toque de excentricidad, Lady Evelyn Barbara Balfour (1898-1990) resulta admirable por muchas razones, pero hoy me detendré en su labor en defensa de los métodos agrícolas más tradicionales.

Tanto Eve como sus cinco hermanos crecieron con las prerrogativas que por aquel entonces eran propias de su linaje. No en vano, su padre era GeraldConde de Balfour, y su tío era el primer ministro Arthur Balfour. Sin embargo, pese a que hubiera podido llevar la existencia rutinaria y lujosa que correspondía a la nobleza británica, Eve se enamoró de las tareas agrarias, y al cumplir los doce años, decidió que sería granjera.

No era un capricho pasajero. Decidió formarse debidamente para cumplir con su vocación. Así, fue la primera mujer que estudió agricultura en un centro universitario inglés, en este caso la Universidad de Reading.

Por la misma época, desarrolló otro de sus talentos, la literatura, escribiendo tres novelas de detectives junto a Bery Hearnden. Firmó las tres con oportuno seudónimo, Hearnden Balfour. Sus títulos: A Gentleman from Texas (1927), The Paper Chase (1928) y The Enterprising Burglar (1928).

No fue la última vez que demostró su libertad de espíritu. Años después, se unió a la gira de una banda de jazz, protagonizando otro de esos episodios que parecen reservados a un personaje novelesco.

Eve puso en práctica lo aprendido en la universidad cultivando una pequeña propiedad en Monmouthshire. En 1919, recién cumplidos los 21 años, usó su herencia para adquirir junto a su hermana Mary la granja New Bells, ubicada en Haughley Green, Suffolk. Ella misma se ocupaba de muchas de las faenas, tanto en las cuadras como en los huertos, y se cuenta que extremadamente hábil manejando un arado tirado por caballos.

Allí fue donde, dos décadas después, participó en una investigación pionera, el llamado Experimento Haughley, puesto en marcha con el fin de comparar los resultados de un cultivo orgánico y otro realizado con abonos químicos.

Los resultados de ese trabajo entusiasmaron a Eve, que en 1943 los resumió en un libro publicado por el sello Faber & Faber, La tierra viviente (The Living Soil). En sus páginas, además de las conclusiones del experimento, el lector descubría la filosofía de vida de la autora. A su juicio, un suelo de cultivo sano repercutía directamente en la salud de los seres humanos.

En buena medida, las conclusiones de la citada obra dejaban entrever la influencia que sobre la autora tenía Sir Albert Howard (1873-1947), un excepcional botánico que ya había realizado estudios acdémicos en la misma dirección.

Poco a poco, Eve Balfour entró en contacto con otros expertos en la materia y fue dando forma a todo un movimiento agrícola. Fundó la revista Mother Earth y en 1946, se convirtió en la primera presidenta de la Soil Association, la primera organización dedicada a los cultivos sostenibles.

Gracias a Balfour, prosperó en todo el mundo anglosajón una corriente favorable a la agricultura tradicional. Su mensaje cobró forma definitiva con otra institución que ayudó a fundar, la International Federation of Organic Agricultural Movements (IFOAM).

En la actualidad, la Soil Association cuenta con miles de miembros y perpetúa el legado de Balfour. Además de conceder desde 1967 un certificado a los productores de agricultura ecológica, esta asociación promueve la producción local, la nutrición saludable, el comercio ético y el desarrollo de una industria agraria respetuosa con la naturaleza.

En todo caso, nada de ello sería posible sin la protagonista de estas líneas. Y es que, al igual que su compatriota J.R.R. Tolkien, también Eve Balfour odiaba las industrias destructivas y amaba la naturaleza de un modo quizá idealista, pero también sincero y profundo.

Copyright del artículo © Mario Vega. Reservados todos los derechos.

Mario Vega

Tras licenciarse en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, Mario Vega emprendió una búsqueda expresiva que le ha consolidado como un activo creador multidisciplinar. Esa variedad de inquietudes se plasma en esculturas, fotografías, grabados, documentales, videoarte e instalaciones multimedia. Como educador, cuenta con una experiencia de más de veinte años en diferentes proyectos institucionales, empresariales, de asociacionismo y voluntariado, relacionados con el estudio científico y la conservación de la biodiversidad.