Atraído por el fin del horizonte, el aventurero por excelencia es aquel que inicia una singladura para adentrarse la marea y así fundirse con ella. El vaivén del oleaje, con su brava inmediatez, es lo que imprime ritmo a esta pasión por las lejanías, tan admirable en lo humano como en lo literario.
Dentro del territorio de la fantasía, en el que los eventos épicos se convierten en formidable espectáculo, la palabra singladura ejerce una gran fascinación. A la hora de buscar los orígenes del vocablo, consultamos a Francisco Sobrino, quien propone la siguiente definición en su Diccionario nuevo de las lenguas española y francesa (1705): «espacio que un navío navega en un día». Consiguientemente, singlar es «avanzar por mar»; o dicho en francés: «singler, avancer chemin par mer».
En la duodécima edición del Diccionario de la Lengua castellana (1884), la RAE fija que singladura equivale al «camino que hace la nave en veinticuatro horas, que ordinariamente empiezan a contarse desde las doce del día». El sustantivo tiene su origen en el verbo antedicho, singlar, «navegar, andar la nave con rumbo determinado». Al igual que Sobrino, los académicos derivan la palabra del francés singler. Pero aún van más allá a la hora de repasar este linaje, y señalan una voz empleada por los marinos alemanes, segeln, que a su vez proviene del antiguo escandinavo.
De acuerdo con las fuentes más antiguas, entre los guerreros vikingos sigla se usaba con el significado de navegar. Así lo recoge Aniceto de Pagés en su Gran diccionario de la lengua castellana, autorizado con ejemplos de buenos escritores antiguos y modernos. Consultamos el tomo quinto (1931), continuado y completado por José Pérez Hervás. En ese volumen puede leerse que singladura es «en las navegaciones, intervalo de veinticuatro horas que empiezan a contarse al ser mediodía». Como ya vimos, singlar proviene del antiguo nórdico sigla, esto es, «navegar, andar la nave con rumbo determinado». Aplicando este concepto en un sentido generoso y técnico, la RAE incluye en su diccionario de 1992 esta acepción de singladura: «Rumbo, dirección».
La jerga marinera tiene otras voces aparentemente similares, pero de distinto abolengo etimológico. Tales palabras se incluyen en ese léxico casi incomprensible de la marinería, que está plagado de términos misteriosos. Por ejemplo, singlón es «cada uno de los maderos que están sobre la quilla desde los rodeles hasta los piques, y que hace un cuerpo con las astas». Singlón no procede de sigla, sino del inglés singlon, y éste deriva del latín cingulum, ‘ceñidor’.
Algo similar vale para el single: «Dícese del cabo que se emplea sencillo, como la braza, el amantillo, etc., cuando uno de sus extremos está atado al penol de la verga». Con escasa maniobra, esta palabra se difundió en nuestra costa a partir del vocablo inglés single, que tiene su antecedente en el término latino singulus, singular, solo.
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Esta es una versión expandida de un artículo que escribí, con el seudónimo «Arturo Montenegro», en el Centro Virtual Cervantes, portal en la red creado y mantenido por el Instituto Cervantes para contribuir a la difusión de la lengua española y las culturas hispánicas. Reservados todos los derechos.