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«La narración de Arthur Gordon Pym» (1838), de Edgar Allan Poe

The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket es la única novela escrita por Edgar Allan Poe. Dado que no conseguía alcanzar el éxito literario deseado con sus narraciones cortas, el escritor norteamericano intentó la serialización de esta historia en las páginas de la revista Southern Literary Messenger a lo largo de 1837.

Lo cierto es que tampoco logró demasiada repercusión por parte de crítica y público, ni siquiera cuando al año siguiente el editor Harper la recopiló en un volumen.

La historia comienza como una aventura marinera bastante convencional, la búsqueda de aventuras en el mar del protagonista, para ir evolucionando de una manera extraña hasta el punto de que resulta difícil encuadrarla claramente en un género determinado. El autor, en la línea de lo que fueron muchos de sus más famosos relatos cortos, convierte la primera mitad de la narración en un rosario de episodios macabros y morbosos: encierros claustrofóbicos, tormentas devastadoras, sangrientos motines, naufragios, escenas de canibalismo, barcos cargados de cadáveres, hambre y sed…

De repente, el protagonista es rescatado por otro barco y la narración se transforma en un relato propio de las novelas de mar, viajes y exploraciones, con largas descripciones de las islas que se encuentran entre el Cabo de Buena Esperanza y el Polo Sur, su geografía y fauna. La circunstancia de que Poe no fuese un experto en navegación marítima ni alguien particularmente interesado por los descubrimientos geográficos hace que esta parte del libro resulte fría y aburrida, con largos trozos plagiados de otros diarios de viaje y obras contemporáneas del género marino (como Address on the Subject of a Surveying and Exploring Expedition to the Pacific Ocean and the South Seas, de Jeremiah Reynolds) muy popular entonces y con el que Poe pretendía ganarse sus buenos dólares imitando aquel estilo concreto.

Se ha escrito mucho sobre este extraño trabajo de Poe, sobre sus elementos autobiográficos, el sesgo racista que contienen algunos pasajes o su extraño final. Pero lo que a nosotros nos interesa en cuanto a su relación con los primeros momentos de la CF moderna, es la tercera y última parte de la novela, en la que el navío llega a las regiones antárticas para encontrar una especie de Mundo Perdido tropical en una isla habitada por malignos isleños de alguna manera conectados con una civilización más antigua y avanzada.

Se trata de una variación de la teoría de la Tierra Hueca de John Cleves Symmes, que gozó de un amplio predicamento en el siglo XIX. Como en la novela de Symmes, cuanto más próximo al polo sur se viajaba, más cálido era el clima. El relato termina de manera desconcertante y abrupta cuando Pym halla un horrible monstruo blanco en un entorno marino extraño e imposible.

La narración de A. Gordon Pym ha sido objeto de una estimación literaria muy discontinua. Hasta tiempos recientes, se le prestaba escasa atención al considerársela obra menor, escrita por encargo y poco significativa dentro del conjunto de la producción de Poe. En su momento, los críticos emitieron opiniones bastante negativas, argumentando que el relato era demasiado grotesco, que se apoyaba en exceso en otras obras (por no decir plagiar) y que tenía un argumento incoherente (en parte debido a los fallos de continuidad que comete). Incluso Poe quedó descontento con el resultado.

Pero el caso es que este libro ejerció más influencia de la que cabría esperar, por ejemplo en el Moby Dick de Herman Melville o en algunas obras de Julio Verne (La esfinge de los hielos), Charles Baudelaire (Viaje a Cythera) o H.P. Lovecraft (En las montañas de la locura).

Jorge Luis Borges o H.G. Wells escribieron comentarios laudatorios sobre la novela y hoy, a pesar de que pocos críticos la consideran una obra perfecta, es motivo de interés creciente para una nueva generación

Los auténticos aventureros del siglo XIX van dejando cada vez menos rincones del mundo por descubrir, pero Edgar Allan Poe consigue encontrar en la Antártida un rincón para un Mundo Perdido, una Tierra Hueca. La ciencia-ficción sigue siendo, no obstante, un género algo siniestro: en las esquinas inexploradas de la Tierra o en el ignoto futuro que aguarda al cabo de unas décadas, todo parece más oscuro.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso de su autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".

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