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«La krakatita» (1924), de Karel Čapek

Del escritor checo Karel Čapek ya hemos revisado dos de sus principales trabajos, R.U.R. y La fábrica de Absoluto. La novela que ahora comentamos difiere completamente de aquéllos tanto en su forma como en su tono.

El ingeniero Prokov, herido a causa de una explosión y en un estado febril, es recogido por Tomes, un antiguo compañero de estudios. Prokov alucina y balbucea acerca de un nuevo y revolucionario explosivo de inmensa potencia que ha inventado, la krakatita. Sumido en sus delirios incoherentes, en los que se mezclan los rechazos de los académicos, las fantasías eróticas y las frustraciones escolares, emprende un viaje en tren y en carruaje que finaliza en el hogar de un doctor rural. Allí se recupera de sus dolencias, acunado por el agradable ritmo del campo y el afecto correspondido de la hija del médico.

Aunque con sobresaltos, su inquietud científica se adormece hasta que el destino hace que lea en un periódico abandonado el nombre de su explosivo. Mientras deliraba en su casa presa de la fiebre, Tomes anotó sus divagaciones y huyó con ellas, vendiéndolas al mejor postor y desencadenando de esta manera una serie de intrigas y engaños cuyo involuntario centro es Prokov, el único capaz de elaborar el compuesto. De repente, el científico se encuentra perseguido, seducido, aprisionado y amenazado por corporaciones industriales, agentes gubernamentales y anarquistas que buscan hacerse con el secreto del aniquilador explosivo.

No es este un trabajo que se inserte completa e inequívocamente en el ámbito de la ciencia-ficción. Tampoco era esa la intención de su autor, más interesado en la sátira de la especie humana y sus instituciones, que en la narración de aventuras. Sin embargo, el pretexto de la novela sí es una invención inexistente en aquel momento: la krakatita que, en efecto, podría considerarse ciencia-ficción… en 1924. Porque se trata de un explosivo cuyo funcionamiento y efectos son hoy bien conocidos: la fisión nuclear. Su inventor, Prokov, lo describe claramente: La materia es extremadamente fuerte. En cuanto abres una grieta en su interior, se desintegra, ¡bum! Todo es una explosión .

La responsabilidad de los científicos hacia sus creaciones ha constituido un tema fundamental de la ciencia-ficción desde Frankenstein (1818) y la invención de armamentos letales y su irresponsable uso por parte de gobiernos, estamentos militares, grupos antisistema o sus propios hacedores no es sino un caso particular de esa idea general. En este espacio hemos revisado algunos interesantes casos de especulación armamentística que acabaron haciéndose, de una forma u otra, realidad: El juicio final (1895), de Robert Cromie, o Ante la bandera (1897), de Julio Verne. En 1905, Albert Einstein había enunciado su Teoría de la Relatividad Especial y diez años después la complementaría con la Teoría de la Relatividad General.

La Física teórica experimentó una revolución que cambiaría el mundo. De acuerdo con sus fórmulas, la materia podía convertirse en energía a una tasa colosal y las aplicaciones bélicas que de esa posibilidad se desprendían fueron rápidamente abordadas por autores como H.G. Wells en La liberación mundial (1914) o Karel Čapek con esta obra (en la que incluso sugiere que la energía podría utilizarse como combustible ilimitado). Sus especulaciones aún tardarían veinte años en sustanciarse gracias a los científicos del Proyecto Manhattan quienes, a su manera, también cambiaron el mundo.

Pero las aplicaciones bélicas del explosivo y las consideraciones morales derivadas de revelar su secreto a las que debe enfrentarse Prokov son sólo una parte del libro y no la más importante. El científico nunca parece recuperarse del todo de su enfermedad inicial y durante buena parte de la narración se expresa y comporta de una forma alucinada y febril, hasta tal punto que algunos comentaristas han sugerido que toda la novela ha de leerse como si de un sueño se tratara, mientras que otros han encontrado en el extraño estilo que ensaya Čapek un intento literario parcialmente fracasado de fundir realismo y alegoría.

Los encuentros y fantasías eróticas del protagonista y la fascinación irracional y enfermiza que siente por cada una de las mujeres que se cruzan en su camino (una misteriosa fémina de rostro oculto, una adolescente, una princesa y una joven anarquista) han sido interpretados como elementos autobiográficos. Esa línea temática dota a la novela de una estructura subyacente propia de la fantasía, de la que también forman parte buen número de pasajes oníricos impregnados de surrealismo y momentos que bordean lo soñado, lo imaginado y lo real (otras obras de Čapek que discurren en la frontera que separa el surrealismo y la ciencia-ficción son De la vida de los insectos, que contribuyó a cimentar su fama internacional en los años veinte; y El Secreto Makropulos, una obra teatral sobre una mujer que da con una fórmula que le garantiza una eterna –pero no tranquila– juventud).

En la La krakatita podemos encontrar una trama propia de un thriller, con elementos de ciencia-ficción y fantasía, humor, drama sentimental, poesía, sátira y reflexiones filosóficas, todo ello, en mi opinión, mezclado de forma caótica en un argumento algo errático e incoherente por mucho que haya sido alabado como uno de los mejores poemas sexuales de la literatura checa. Puede que sea el más flojo de los libros de la curiosa ciencia-ficción que cultivaba Čapek pero también es una chocante y compleja aproximación a los tópicos del científico demente, su maravillosa invención y el siniestro uso de la misma por parte de la especie humana sin abandonar el tono sarcástico propio de sus otras grandes obras.

Imagen superior: Jaroslav Prucha y Karel Höger en una escena de la película «Krakatit» (1949).

Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".