El tema que abordan Inger Enkvist y Vicente Ribes Iborra se puede explicar incidiendo en sus aspectos más positivos, o podría llevar orla de luto, a tono con la leyenda negra. De hecho, la tesis del expolio y el genocidio ‒amplificada con prejuicios e inexactitudes de todo tipo‒ es la referencia canónica de una parte de la historiografía contemporánea. En compensación, otros historiadores analizan las consecuencias de la conquista de América pensando en un imperialismo generador, muy distinto a otros.
O sea, y en resumen: cualquier investigador que se adentre en este territorio, debe lidiar con dos actitudes. La que pone en primer término la acción civilizadora en América y la que se deja llevar por el rencor que ya describía Salvador de Madariaga en 1931: «Este Imperio ‒nos dice‒ no era tan solo grande en tamaño. Lo era también en prestigio, ganado por la índole aventurada y romántica de sus descubrimientos y por las emociones varias y profundas que en la imaginación de otros pueblos evocaban los metales preciosos extraídos por España de sus vastos dominios. Durante dos siglos fue, pues, España enemigo natural de todo el mundo, ya que todo el mundo se esforzaba en arrancarle algunas, si no todas, las ventajas que sus maravillosos destinos habían traído a su regazo. Otras causas de enemistad vinieron a añadir su efecto a este puramente natural y hasta material. España se lanzó a la escena universal con un impulso de unidad religiosa, nacido en el seno de su problema nacional y prolongado subconscientemente a los internacionales. Tal impulso dominó toda su política en el interior, en Europa y en Ultramar».
A la hora de caracterizar la trayectoria española en América, los autores de este excelente ensayo alcanzan un meritorio equilibrio. Posición que conlleva, en este caso, dejar fuera la ideología personal o las emociones, y centrarse en los hechos y en los documentos. Así de claro lo expresan en el capítulo donde retratan al dominico fray Bartolomé de las Casas: «El propósito de Las Casas era bueno, pero sus exageraciones no resultaron una ayuda para su causa. No se puede entender la conquista de América viendo todo en blanco y negro. Tanto los indígenas como los españoles cometieron actos buenos y malos».
La mención de Las Casas nos plantea una cualidad que los autores tienen en cuenta a lo largo de todo el libro: tras su acción de conquista, el Imperio español se cuestiona legal y moralmente a sí mismo, y lleva al Nuevo Mundo las mismas estructuras sociales, culturales y económicas que había en la Península. Ese primer impulso globalizador, obviamente, surge a partir de una etapa dramática y también asombrosa ‒la de los primeros conquistadores‒, que transformó de forma radical lo que era América a su llegada.
Enkvist y Ribes Iborra, en un sensacional ejercicio de síntesis, consiguen resumir este hito histórico, realmente incomparable, que fue el descubrimiento, exploración y conquista de lo que más adelante serían los virreinatos americanos.
En lo que se refiere a su enfoque académico, su abordaje es variado y eficacísimo, pues incluye apuntes económicos, sociológicos, filosóficos y hasta antropológicos. Esa amplitud de miras, sobre todo en una obra breve como esta, es otra de las virtudes que también es digna de comentario.
Como ven, el lector hallará en este libro cosas tan difíciles de encontrar juntas como la amenidad, el equilibrio intelectual y el rigor expositivo. La conquista de América hará las delicias de los los aficionados a la divulgación histórica, pero además ‒y acaso esto sea más importante‒ es una obra muy recomendable para jóvenes estudiantes.
Sinopsis
Cuando los españoles llegaron a América en el otoño de 1492, la Historia cambió para siempre. Las consecuencias del hecho son tan variadas que es casi imposible resumirlas. Lo que sí se puede reconstruir son los diferentes pasos del proceso de conquista. Además, ¿quiénes eran los españoles que se atrevieron a cruzar un océano desconocido? ¿Qué impresión les causaron los lugares y las personas que encontraron? ¿Cómo consiguieron siendo tan pocos conquistar territorios quizá treinta veces más vastos que su patria?
Este libro quiere seguir el consejo de la historiadora Bethany Aram cuando recomienda que se estudie a los conquistadores españoles y se analicen los acontecimientos que protagonizaron en vez de elogiarlos o condenarlos. Debemos «descubrir» a los descubridores.
La conquista de América combina fuentes de hace 500 años con nuevas investigaciones, probablemente desconocidas para el lector, en un intento de rememorar a estos descubridores y conquistadores.
Inger Enkvist es catedrática emérita de lengua y literatura españolas en la Universidad de Lund, Suecia, y ex asesora del Ministerio de Educación de Suecia. Especializada en temas culturales y educativos, ha traducido y escrito sobre diversos autores y pensadores españoles, como Unamuno, María Zambrano, Vargas Llosa o Juan Goytisolo. En el campo de la educación son bien conocidas sus publicaciones que critican ciertas modas pedagógicas.
Vicente Ribes Iborra es doctor en Historia de América por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor en diversas universidades de España, México y Estados Unidos, y ha publicado más de una veintena de libros de Historia de estos tres países y las relaciones entre ellos. Su último cargo ha sido la dirección de la Institución Alfonso el Magnánimo de la ciudad de Valencia.
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.
Copyright de imágenes y sinopsis © Cátedra. Reservados todos los derechos.