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Javier Martínez-Pinna: «Aníbal fue el mejor estratega de todos los tiempos, incluso por encima de Alejandro»

Con gran amenidad y el rigor acostumbrado en su autor, Eso no estaba en mi libro de las guerras púnicas, del historiador Javier Martínez-Pinna nos conduce a un periodo lleno de épica y de personajes novelescos. Desde sus primeras páginas, el libro nos traslada al siglo III a. C. para narrar con todo detalle ese momento en que Roma y Cartago, a sangre y fuego, resolvieron su destino en las aguas del Mediterráneo.

Javier, recuérdanos el contexto de las guerras púnicas. ¿Qué años ocupa ese enfrentamiento, a quiénes involucra y en qué espacio o espacios geográficos se desarrolla?

Las guerras púnicas son, en conjunto, el enfrentamiento bélico más importante y decisivo de la Antigüedad porque, de su resultado final, va a depender el mundo tal y como lo conocemos en la actualidad. Decimos que las guerras púnicas fueron decisivas porque nuestro presente sería totalmente distinto si la victoria hubiese sido para Cartago y no para Roma. En cuanto, al contexto temporal en el que se desarrolla el conflicto, estamos básicamente en el siglo III a.C., mientras que el espacio geográfico es claramente el Mediterráneo, pero aquí debemos de distinguir entre la primera guerra púnica, en la que las operaciones bélicas se desarrollan básicamente en Sicilia y África, mientras que, en la segunda guerra púnica, el espacio en el que se combate es mucho más amplio, desde Iberia hasta prácticamente la otra orilla del Mediterráneo.

Nos centraremos ahora, si te parece bien, en la primera guerra púnica. Pero antes, hablemos sobre el origen de Cartago…

Según nos cuentan las tradiciones, Cartago fue una pequeña colonia fenicia fundada por Tiro en el año 814 a.C. Estaba situada al noreste de lo que hoy en día es la ciudad de Túnez, sobre unas tierras fértiles y contaba con un excelente puerto, fundamental para terminar convirtiéndose, con el tiempo, en un importante centro de actividad comercial. Esta privilegiada posición geográfica le permitió extender su influencia sobre las antiguas fundaciones fenicias, por lo que Cartago se terminó convirtiendo en una auténtica potencia marítima. Pues bien, el interés de los cartagineses por consolidar su hegemonía económica en el Mediterráneo Occidental provocó la intervención en Sicilia, lugar donde se producen los principales acontecimientos que, al final, provocaron el choque con Roma.

¿Cuándo se produjo la declaración de la guerra?

Como suele suceder, el casus belli de esta guerra fue un simple pretexto, porque desde hacía mucho tiempo era evidente el interés de los romanos por inmiscuirse en esta zona, Sicilia, que necesitaban dominar para reafirmar su control sobre Italia. En Eso no estaba en mi libro de las guerras púnicas analizamos en profundad estas guerras de conquista, especialmente contra los samnitas, por la importancia que tienen a la hora de comprender la evolución del ejército romano antes del inicio de la guerra contra Cartago. Después de asegurarse el control sobre la península itálica, el siguiente paso fue la conquista de Sicilia. Pues bien, el acontecimiento que hizo estallar la guerra fue la petición de ayuda de los mamertinos, que no eran más que un grupo de mercenarios sicilianos, que recurrieron a la República de Roma para evitar que fuesen exterminados por la ciudad de Siracusa, aliada con Cartago.

La primera batalla se produjo en el Mediterráneo y en Roma no estaban preparados para un enfrentamiento marítimo ¿verdad? ¿Qué ocurrió en sucesivos enfrentamientos?

Indudablemente en el 264 a.C. la flota cartaginesa estaba mejor preparada que lo romana. Tenía mejores barcos y unos marineros con una gran experiencia y, si tenemos en cuenta que la primera guerra púnica se desarrolló, en buena medida, en el mar, al principio todo parecía indicar que la victoria iba a caer del lado de los africanos. Fue aquí donde se demostró el genio romano; la idea era aplicar un nuevo sistema de lucha a sus barcos cuyos resultados podrían hacer cambiar el curso de los acontecimientos, utilizando una especie de ganchos situados sobre unos puentes móviles, que por su aspecto fueron llamados corvi, o cuervos, para inmovilizar a los barcos enemigos y permitir el abordaje con su infantería. De esta manera, en enfrentamientos posteriores, los barcos romanos solo tuvieron que poner en funcionamiento sus corvi y atrapar a los barcos cartagineses, cuyos tripulantes se vieron obligados a luchar cuerpo a cuerpo con la todopoderosa infantería romana. Los africanos no podían ni siquiera comprender lo que sus ojos estaban viendo; la batalla naval se había convertido en una contienda terrestre, y ahí los romanos tenían todas las de ganar.

En otros escenarios como África o Sicilia, ¿cómo se desarrollaron los enfrentamientos?

Exceptuando la expedición de Régulo a África que, a pesar de sus éxitos iniciales, terminó en una contundente derrota para Roma, el escenario donde se desarrollaron las principales operaciones bélicas se redujo a la isla de Sicilia, algo muy distinto a los que veremos en la segunda guerra púnica, en la que se multiplican los frentes. En la isla se desarrolló una auténtica guerra de posiciones y de desgaste que obligó a ambos contendientes a dedicar ingentes recursos económicos y humanos para poder continuar con el esfuerzo bélico en Sicilia.

Imagen superior: Parte de un fresco del Palazzo del Campidoglio (1510) que representa a Aníbal cruzando los Alpes durante la segunda guerra púnica con sus elefantes. 

El periodo de entreguerras, ¿cómo transcurrió tanto para Roma como para Cartago?

Después de la derrota de Cartago, la situación de la potencia africana no era, ni mucho menos, tranquilizadora. Los problemas comenzaron con la rebelión de los mercenarios que, ante la imposibilidad del estado cartaginés para pagarles lo que se les debía, decidieron amotinarse y marchar contra la propia Cartago.

Más graves resultaron las condiciones de la paz impuestas a Cartago, por las que los romanos obligaron a los africanos a pagar fuertes indemnizaciones de guerra, además de imponerles importantes vejaciones territoriales. En el libro, entre otras curiosidades destacamos los asombrosos paralelismos y las similitudes entre el Tratado de Lutacio impuesto a Cartago después de la primera guerra púnica y el Tratado de Versalles, impuesto a Alemania una vez terminada la primera guerra mundial.

Ya hemos dicho que Cartago fue mutilada territorialmente, obligada a pagar indemnizaciones y, por lo tanto, con ganas de tomarse la revancha. ¿Qué pasa con Roma? Después de la firma de los tratados de paz, los romanos tomaron precauciones y crearon una especie de Línea Maginot, alrededor de Italia, en previsión de una más que probable segunda guerra con los cartagineses. De esta forma, Roma reforzó sus posiciones en la Galia Transalpina, en el Adriático, se aseguró el control de las islas del Mediterráneo y estrechó su alianza con Massalia para vigilar los progresos de Cartago por Hispania.

¿Qué llevó a los cartagineses a lanzarse a la conquista de Hispania?

Después de la primera guerra púnica, Cartago estaba devastada y sin ninguna posibilidad de recuperar sus mercados comerciales tradicionales por lo que una parte de la aristocracia púnica, encabezada por la familia de los Barca, optó por dar el salto e iniciar la conquista de un territorio, Iberia, célebre por sus riquezas y por la existencia de tropas mercenarias con enorme prestigio. Como se verá en la segunda guerra púnica, los cartagineses recurrieron a estas tropas mercenarias hispanas que tomaron parte en las batallas más decisivas. Es por este motivo por el que, una vez iniciada la guerra, los romanos pusieron tanto empeño en desalojar a los cartagineses de Hispania, por ser esta la principal base de operaciones del ejército púnico cuya posesión era indispensable para continuar la guerra contra Roma. Basta decir que, incluso cuando la ciudad de Roma llegó a estar amenazada y con Aníbal a las puertas, los romanos nunca dejaron de enviar refuerzos a España.

Para hablar de la II Guerra Púnica habría que mencionar antes el Tratado del Ebro. ¿En qué consistió y por qué ha generado tanta polémica?

El Tratado del Ebro entre la república romana y Asdrúbal se firmó antes del estallido de la segunda guerra púnica en el 218 a.C., para tratar de delimitar las áreas de influencia en Hispania de ambas potencias. Debido a su ambigüedad y a su importancia a la hora de comprender las responsabilidades de la guerra, ha sido objeto de un intenso debate historiográfico. Evidentemente, si el tratado dejaba a los cartagineses la zona peninsular al sur del río Ebro, el ataque de Aníbal contra Sagunto estaría justificado por lo que habrían sido los romanos los responsables del estallido del nuevo enfrentamiento con Cartago.

Para tratar de comprender la respuesta de Roma, algunos autores han hablado sobre la posibilidad de que Sagunto hubiese quedado como una ciudad libre, al margen de lo estipulado en el tratado. También hay autores que aseguran que el río Ebro no se refería al que hoy conocemos como tal, sino otro río como el Júcar o el Turia.

Imagen superior: ‘Aníbal y sus hombres atravesando los Alpes’, por Heinrich Leutemann.

La II Guerra Púnica es la más popular y la que más consecuencias tiene. Comienza en el 218 a.C. tras la destrucción de Sagunto. ¿Cómo se produjo el choque de ambos bandos en esta segunda guerra?

Frente a lo que ocurre en la primera guerra púnica, a partir del 218 a.C. hay una evolución significativa a la hora de plantear las operaciones militares. Si en la anterior guerra, los enfrentamientos navales tuvieron un claro protagonismo, en esta ocasión ambos contendientes renunciaron a este tipo de guerra ya que la hegemonía romana en el mar era total, y se centraron en la guerra terrestre.

En cuanto a Roma, la unidad básica de combate era la legión, dividida en manípulos de entre sesenta y ciento veinte efectivos, y estos a su vez se dividían en centurias. Los manípulos, cuando empezaba la batalla, se posicionaban en base a la experiencia de los soldados de infantería, formando una especie de tablero de ajedrez.

El ejército romano contaba, del mismo modo, con la ayuda de la infantería ligera, los vélites, con armamento ligero, y la caballería que se posicionaba en las alas. Lo realmente importante de la legión era su excelente maniobrabilidad y su capacidad para adaptarse a todo tipo de terrenos, por eso el interés de Aníbal de utilizar toda clase de artimañas para coger desprevenidos a los ejércitos consulares.

En lo que respecta al ejército cartaginés, el principal problema fue el de la poca fiabilidad de las tropas mercenarias ya que, con la excepción del Batallón Sagrado y las tropas libio-fenicias, los generales púnicos tuvieron que recurrir al reclutamiento de mercenarios hispanos y galos, estos últimos de dudosa lealtad. El elemento de combate más importante del ejército púnico fue su caballería, compuesta por unidades pesadas y por una caballería ligera, la númida, utilizada por Aníbal para explorar el territorio y preparar certeras emboscadas que nos ayudan a comprender los primeros éxitos de los cartagineses durante su invasión de Italia tras atravesar los Alpes.

Aníbal es uno de los actores principales de este conflicto. ¿Cuál es su planteamiento tras la caída de Sagunto? ¿Qué ruta seguirá partiendo desde Cartago Nova hasta que llega a Italia? Destaca las batallas de Cannas ¿no es así?

Aníbal fue un gran general. Su genialidad estratégica y su enorme valentía explican la decisión de marchar hacia Italia, atravesando los Alpes, después de la toma de Sagunto debido a la imposibilidad de contar con una armada lo suficientemente potente para amenazar a Roma.

Una vez en la península itálica, gracias a su excelente utilización de la caballería cartaginesa, logró espectaculares victorias contra las armas romanas, en batallas como Trebia, Trasimeno y Cannas, que aún se estudian en las academias militares.

En su tiempo, también tuvo detractores ya que, no fueron pocos los que le acusaron de no aprovechar sus éxitos militares por su renuncia a atacar la ciudad de Roma, pero, tal y como vemos en el libro, creemos que la acusación es injusta debido a la imposibilidad de caer sobre una ciudad defendida por dos legiones urbanas.

Además, debemos de tener en cuenta que Aníbal no tenía las armas de asedio necesarias y que la ayuda que le llegó de la metrópoli cartaginesa fue insuficiente. Sí que erró, al menos esa es nuestra opinión, en su planteamiento inicial de conquistar Italia bajo la creencia de que los pueblos aliados de Roma se cambiarían de bando cuando las legiones empezasen a cosechar sus primeras derrotas, cosa que, evidentemente, no sucedió debido al proceso de romanización que habían sufrido las ciudades itálicas antes del inicio de la guerra.

Imagen superior: ‘La toma de Cartago’, por Giovanni Battista Tiepolo.

¿Fueron Aníbal y Publio Cornelio Escipión los grandes protagonistas de la guerra?

No cabe duda de que tuvieron un gran protagonismo y que fueron los dos personajes más mediáticos de la guerra, pero en Eso no estaba en mi libro de las guerras púnicas reivindico el papel de un cónsul romano que, creo, merece ser reivindicado. Nos referimos a Quinto Fabio Máximo, decisivo a la hora de comprender la tenaz resistencia de Roma contra los cartagineses cuando las cosas pintaban peor, especialmente después de Cannas. Las tácticas fabianas consistían en evitar un enfrentamiento directo contra el todopoderoso Aníbal y, en cambio, desgastarlo en un territorio hostil. Los resultados fueron determinantes a la hora de comprender la victoria de Roma en esta segunda guerra púnica.

¿Tuvo Cartago alguna posibilidad real de ganar la guerra?

Personalmente creemos que no. No cabe duda de que Aníbal fue el mejor general de la segunda guerra púnica y, para mí, el mejor estratega de todos los tiempos, incluso por encima de Alejandro. El problema de Cartago fue la incapacidad de sobreponerse a las circunstancias militares adversas y de encontrar recursos para continuar con el esfuerzo de guerra. Aquí Roma demostró tener mucho más músculo, tanto en la primera como en la segunda guerra púnica.

Muchos se han preguntado qué habría ocurrido si en el enfrentamiento entre Aníbal y Publio Cornelio Escipión en Zama la victoria hubiese caído del lado de los africanos. Personalmente, creo que Roma se las habría apañado para formar nuevas legiones y continuar con la guerra hasta agotar a una Cartago con muchas más contradicciones económico-sociales que la todopoderosa República romana.