Puede que amar la literatura de aventuras e identificarla con los héroes británicos sea inevitable. También es posible que esa idealización de los ingleses se deba a que la mejor tradición del género tiene, precisamente, ese origen. Al fin y al cabo, dentro de lo que atesoramos como el canon aventurero, estos personajes -héroes de guerra, caballeros honorables y exploradores intrépidos- alcanzaron su perfección gracias al imaginario victoriano. El mismo que luego, a través del cine, nos hizo soñar con lanceros bengalíes, casacas rojas y buscadores de las fuentes del Nilo.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? En primer lugar, gracias a escritores portentosos, que falsearon la historia para que incluso las derrotas del Imperio nos parezcan estimulantes. Y en segundo término, a caballo de estereotipos anglosajones que pocos se han atrevido a subvertir.
Hoy vengo a hablarles de una excepción que ya se ha convertido en una obra de culto: la serie de novelas que el escocés George MacDonald Fraser le dedicó, a partir de 1969, al infame y encantador Harry Flashman.
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En la primera entrega del ciclo, relanzada en una excelente edición por Ático de los Libros y traducida por María Antonia Menini, descubrimos a este personaje: un perfecto bellaco al servicio de la Reina Victoria.
En realidad, Flashman fue creado inicialmente por Thomas Hughes en su libro Tom Brown’s School Days (1857) -hay traducción española, Tomás Brown en la Escuela, editada en dos tomos por Calpe en 1923-. Pero este Flashman de Hughes tan solo era un abusón de tres al cuarto en la Escuela de Rugby.
La genialidad de Fraser radica en haber convertido a ese mismo bribón en un testigo privilegiado de la historia. De paso, el autor va desenmascarando las glorias del Imperio con un desparpajo digno de P.G. Wodehouse y un cierto aire que emparenta su obra con clásicos de la novela picaresca inglesa, como Las aventuras de Roderick Random (1748), de Tobias Smollett.
Orígenes de un canalla
Fraser fue un narrador ameno y también culto. De inmediato, vio en la obra de Hugues la oportunidad de construir una figura satírica: un soldado victoriano que, a pesar de ser un tramposo, un mujeriego y un cobarde sin escrúpulos, nos cae estupendamente. Como además Fraser siempre se documentó a conciencia, la verosimilitud de estas novelas roza la perfección.
Ya en esta primera entrega, el bueno de Flashman nos narra en primera persona su vida y hazañas con una brutal sinceridad. Pero aunque confiese sin tapujos su naturaleza tramposa y servil, la gracia es que el azar y su astucia lo llevan a la cumbre de la jerarquía militar, en la que será reconocido como un héroe a pesar de su ineptitud.
Guiado por ese instinto, Flashman logra sobrevivir a las principales intrigas y hechos de armas del XIX. Sin ir más lejos, el volumen que abre la saga nos sitúa en uno de esos trances, con Harry destinado en el corazón de Afganistán, al servicio de la Compañía de las Indias Orientales.
Aunque Flashman huye del peligro cuanto puede, aquí tendrá que sobrevivir a los peores episodios de la guerra anglo-afgana. Evidentemente, un verdadero héroe tendría claro su destino -defender la Union Jack y morir por ella-, pero Harry permanece fiel a su naturaleza: es un profesional de la traición y sobrevive a cada nuevo reto gracias a una mezcla de ingenio, fortuna y embustes.
Una lectura inagotable
Así es Harry Flashman. Un farsante, desde luego, pero con un vitalismo descomunal y un humor a prueba de bayonetas y cañonazos. No solo es políticamente incorrecto -como lo sería hoy cualquier caballero victoriano-, sino un rebelde a su manera. Y aunque uno se obstine en sacarle defectos, la conclusión está clara: si no existiese, habría que inventarlo.
Esto es algo que también han pensado sus admiradores más ilustres. Por ejemplo, cuando Kingsley Amis empezaba a despedirse de este mundo, quiso que su hijo Martin le leyera una novela de Flashman. Así lo cuenta el propio Martin Amis en su libro Experiencia (2000): «Al principio le había sugerido Chesterton (El Napoleón de Notting Hill o El hombre que fue jueves). Luego se había sugerido Anthony Powell. Y cuando le sugerí George MacDonald Fraser (la serie de Flashman), Kingsley movió de pronto la cabeza en sentido afirmativo».
Icono pop
Es ahí, en el momento en que alguien como Amis lo cincluye entre sus clásicos, cuando se confirma la certeza de que estamos ante un icono pop. No en vano, el personaje dio el salto a la gran pantalla en 1975 con la irregular El cobarde heroico (Royal Flash), dirigida por Richard Lester y protagonizada por Malcolm McDowell.
La película, todo hay que decirlo, no tuvo el éxito esperado, pero consolidó la fama de Flashman en el entorno anglosajón. Por otro lado, Fraser, además de continuar con su saga literaria, se convirtió en un guionista muy atareado, a quien debemos los libretos de la bondiana Octopussy (1983) y las dos frenéticas entregas de Los tres mosqueteros (1973-1974), tres películas con algún que otro detalle que nos recuerda a Harry Flashman.
Hay otra anécdota significativa, y es que el impacto de Flashman fue tal que, al ser publicada la novela en Estados Unidos, muchos lectores creyeron que se trataba de unas memorias reales. La recreación histórica de Fraser, sumada al tono confesional de Flashman, logró engañar incluso a algún crítico experimentado.
Humor, cinismo y épica
Habrán deducido ya que voy a terminar con una simple recomendación: no lo duden y acompañen a este sinvergüenza en sus aventuras.
Con una narración cínica, humor ácido y una visión desencantada del poder, Fraser consiguió transformar a un frescales en una de las figuras más fascinantes y complejas de la ficción histórica. Quizá, después de todo, el mayor truco de Flashman no fue engañar a sus contemporáneos, sino convencer a los lectores modernos de que, pese a todo, es imposible no disfrutar de su compañía.
Sinopsis
Tunante, mentiroso, fullero, ladrón, cobarde y bribón de marca mayor. A Harry Flashman lo han expulsado de su elitista internado por embriaguez. ¡Cómo se atreven! Un hombre como él, viril y decidido, ¡cómo es posible que no le dejen beber cerveza hasta caer redondo!
Pero el futuro tiene planes para Flashman. Tras un fugaz romance con la amante de su padre, se alista en el Ejército para trepar y hacer fortuna, pero ni los húsares de lord Cardigan conseguirán meterlo en vereda. De Inglaterra a Escocia, de la India a Afganistán. ¡Únete al caballero más canalla en sus peligrosas y excitantes aventuras por todo el mundo!
Imagen superior: ilustración de Gino D’Achille.
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