Cualia.es

Érase una vez un neandertal

«Hubo una vez un último neandertal –escribe Juan Luis Arsuaga–, como hubo una vez un último mohicano. Aunque no sabemos quién era, ni cómo se llamaba, si es que se ponían nombres unos a otros (y yo creo que sí lo harían), el último neandertal fue un ser humano de carne y hueso».

El catedrático de Paleontología Humana de la Universidad Complutense de Madrid hablaba acerca de esta especie en junio de 2014, refiriéndose a los 17 cráneos humanos hallados hasta el momento en el yacimiento de la Sima de los Huesos (Atapuerca, Burgos), siete de ellos nuevos.

En la colección de cráneos que albergaba la cueva, los investigadores han identificado características de los neandertales, pero también otros rasgos propios de humanos más primitivos. Este mosaico de especies apoya la teoría de que la evolución neandertal no sucedió de una sola vez, sino que estos humanos desarrollaron sus rasgos por separado y en diferentes momentos.

La antigüedad de estas calaveras, que pertenecen a una misma población biológica, se estima en unos 430.000 años. Pertenecen al Pleistoceno medio, un periodo en el que el camino evolutivo de los humanos es controvertido para los científicos. Aún no se ha determinado de qué especie son.

“Esa es una cuestión que se deja para más adelante. No es la misma morfología que la de la mandíbula de Mauer, el holotipo de Homo heidelbergensis [el espécimen que sirvió para describir a su especie], pero esto ya lo sabíamos. El problema es que no hay ninguna otra mandíbula como la de Mauer, y que tenemos poco fósil para describir toda una especie”, explica Arsuaga.

Sobre si son o no neandertales, Arsuaga matiza: “Los restos de la Sima pertenecen al grupo de los neandertales, pero tampoco son neandertales ‘clásicos’, sino incipientes. Así que ya veremos en qué queda todo esto. Ahora vienen unos congresos importantes en los que habrá oportunidad de discutir el tema”.

A la espera de esas discusiones, descubrir el perfil de ese linaje humano es lo que nos proponemos de aquí en adelante, repasando las últimas investigaciones en torno al Homo Neanderthalensis con el objetivo de conocer mejor quiénes eran estos humanos, cómo vivían y por qué desaparecieron de la faz de la tierra.

El periodo vital de los neandertales

Investigadores del Instituto Antropológico de la Universidad de Zurich examinaron en 2008 el nacimiento y el desarrollo del cerebro de un neandertal recién nacido, hallado en la Cueva de Mezmaiskaya, en Crimea.

Ese niño neandertal, que murió al poco de nacer, fue enterrado con tal cuidado que fue posible recuperarlo en buenas condiciones de los sedimentos de una cueva que datan de la Edad de Hielo, después de descansar allí durante 40.000 años aproximadamente.

El único hallazgo de fósil de un recién nacido bien conservado conocido hasta la fecha proporcionó nueva información sobre cómo, en el curso de la evolución, ha cristalizado un tipo muy especial de desarrollo humano individual.

Marcia Ponce de León y Christoph Zollikofer de la universidad suiza reconstruyeron el esqueleto mediante un ordenador, a partir de 141 elementos individuales. Descubrieron que el cerebro en el momento del nacimiento era exactamente del mismo tamaño que el de un recién nacido humano de nuestros tiempos. Tenía un volumen aproximado de 400 centímetros cúbicos. No obstante, el esqueleto tenía una morfología considerablemente más robusta que la de un recién nacido humano en la actualidad.

Reconstrucción del parto de neandertales

Con el fin de clarificar si la cabeza del recién nacido neandertal, al igual que los bebés actuales, pasa a través del canal del parto de la pelvis de la madre, reconstruyeron la pelvis de una hembra neandertal que se encontró en 1930. El descubrimiento permitió simular el proceso del parto. La reconstrucción por ordenador muestra que el canal del parto de esta mujer era más ancho que el de una madre Homo sapiens, pero la cabeza del recién nacido Neanderthal también era algo más larga que la de un recién nacido humano debido a su cara relativamente robusta.

Según estos datos, para los neandertales, el nacimiento “probablemente” era igual de difícil que para nuestra raza. “El tamaño del cerebro de un recién nacido de 400 centímetros cúbicos es probablemente un límite evolutivo de nacimiento que ya se había alcanzado con los últimos ancestros comunes del hombre actual y los neandertales”, ha concluido Zollikofer. “En los últimos 500.000 años, hemos estado pagando un elevado precio evolutivo en forma de problemas de nacimiento causados por nuestro gran cerebro”, ha añadido.

Un crecimiento cerebral rápido

Para estudiar el desarrollo después del nacimiento, los investigadores examinaron no sólo el recién nacido de Mezmaiskaya, sino también otros niños neandertales de hasta 4 años de edad aproximadamente. Hasta ahora se había supuesto que las consecuencias de un crecimiento rápido eran una vida más corta y una elevada mortalidad. No obstante, los nuevos estudios revelan que el cerebro del neandertal crecía de hecho más rápidamente que el nuestro pero, de media, debía alcanzarse un mayor volumen en la edad adulta. Por consiguiente, la duración del crecimiento del cerebro es la misma en ambos tipos de humanos.

El gran tamaño del cerebro trajo consecuencias para la historia vital (embarazo, pubertad, esperanza de vida) de los neandertales. Para que los niños desarrollaran un gran cerebro en un espacio de tiempo corto, necesitaban energía y nutrición de sus madres. Las únicas madres capaces de proporcionarlo eran las que habían desarrollado la constitución necesaria. Por ello, tenían su primer hijo un poco más tarde. Si ahora se compara toda la historia vital de un neandertal medio con la de un humano actual medio, se obtiene una imagen que se aparta considerablemente de la doctrina existente: el desarrollo de los neandertales era igual de lento que el del hombre actual, y posiblemente incluso un poco más lento.

A pesar de las importantes diferencias físicas entre el hombre moderno y el neandertal desde su nacimiento, ambos tipos obedecen de hecho a las mismas restricciones que han sido impuestas por las leyes de la fisiología, el desarrollo y la evolución. “En lo relativo al nacimiento, el desarrollo del cerebro y la historia vital, somos asombrosamente similares”, explica Ponce de León.

El arte rupestre más antiguo de Europa, ¿sapiens o neandertal?

Un equipo internacional de científicos, con participación española, publicó en junio de 2012 un estudio que sitúa el arte rupestre más antiguo de Europa en la cueva cántabra El Castillo, con más de 40.000 años de antigüedad. Los investigadores analizaron 50 muestras de 11 cuevas del norte de España, entre las que destacan las cuevas de Altamira (Cantabria), y la de Tito Bustillo (Asturias).

Según los resultados de ese proyecto, financiado por el Consejo de Investigación Natural y Medioambiental de Reino Unido (NERC) y que fue portada en la revista Science, el arte rupestre paleolítico comienza en Europa 10.000 años antes de lo que hasta ahora se había pensado.

Por tanto, Altamira, El Castillo y Tito Bustillo pudieron ser realizadas por los primeros humanos modernos que llegaron al continente europeo, o incluso podrían atribuirse a los neandertales.

«Los resultados muestran que el arte rupestre en la península Ibérica no se limita al último Paleolítico superior, hace 20.000 años, sino que se remontaría por lo menos al primer Paleolítico superior, hace 35.000 años. La edad mínima obtenida en las pinturas de El Castillo abre la posibilidad de que este arte surgiera en las sociedades neandertales, o como producto de las interacciones entre neandertales y humanos modernos durante el periodo en el que estuvieron en contacto en Europa», explica Yoão Zilhão, investigador del Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) y de la Universidad de Barcelona que también participa en el estudio.

Esta nueva datación abrió el camino a la especulación sobre la autoría de las primeras pinturas rupestres ya que Homo sapiens y Homo neanderthalensis coexistieron en Europa, y es compatible con la idea de que hubo un incremento gradual en la complejidad gráfica y tecnológica de las pinturas, así como una aparición gradual de las imágenes figurativas.

La edad de los pigmentos de las cuevas

Los investigadores, liderados por Alistair Pike de la Universidad de Bristol (Reino Unido), utilizaron el método de datación por series de uranio para fechar de forma absoluta el arte rupestre europeo con mucha más precisión.

A pesar de los grandes avances en las técnicas de datación, «es extremadamente difícil determinar la edad de las finas capas de pigmentos halladas en las cuevas», indica Dirk Hoffmann, responsable del laboratorio de Series de Uranio del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y coautor del estudio.

Esto se explica porque por un lado, los métodos tradicionales, como la datación por radiocarbono, no funcionan donde no hay pigmento orgánico; y por otro lado, a menudo, los investigadores se limitan a reconstruir la cronología mediante la comparación de los estilos de las pinturas y, cuando es posible, relacionándolas con los restos humanos o artefactos encontrados en el entorno inmediato.

El arte rupestre se encuentra normalmente en terrenos carbonatados, donde se han desarrollado la mayoría de las cuevas en todo el mundo. Las estalagmitas, estalactitas y formaciones de calcita similares que crecen en estas cuevas, conocidos en su conjunto como espeleotemas, contienen pequeñas cantidades de uranio y por tanto son susceptibles de someterse a este método de datación, “el más eficaz con el que contamos para este tipo de materiales”, afirma Hoffmann.

Otra ventaja fundamental de este técnica frente a otras es que no causa daños a las pinturas, “es más en muchos casos los materiales que recogemos una vez retirados permiten ver mejor los pigmentos. Podríamos decir que las limpiamos”, añade este experto en la datación de espeleotemas.

Plumas de aves para fines ornamentales

Un estudio internacional en el que participó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas descubrió en septiembre de 2012 que los neandertales empleaban las alas de aves rapaces y córvidos para fines no alimenticios. Los investigadores creen que esta especie pudo haber usado las grandes plumas de estos animales como ornamentación, teoría que destierra la idea de que no poseían pensamiento simbólico y los acerca aún más al Homo sapiens.

Los resultados de este trabajo se basan en el estudio de los restos óseos de 2 especies de rapaces y córvidos encontrados en tres cuevas en Gibraltar. Los análisis indican que de 124 individuos, al menos 18 presentaban marcas de herramientas neandertales e incluso de dientes en las alas.

“Estas extremidades están destinadas funciones de vuelo, son muy ligeras y apenas tienen carne, por lo que creemos que no tenían un fin alimenticio, sino que empleaban las enormes plumas comornamentación, tal y como siguen haciendo muchos pueblos indígenas en l actualidad”, explica el investigador del CSIC Juan José Negro, de la Estación Biológic de Doñana.

Los fósiles de Gibraltar proceden de diferentes estratos arqueológicos que abarcan miles de años y han sido comparados con datos de otros 1.700 yacimientos de Eurasia procedentes del Pleistoceno. Los resultados confirman que la manipulación de plumas por parte de los neandertales era una práctica extendida que, por ser las muestras más antiguas anteriores a la llegada del Homo sapiens a Gibraltar, no pudo ser una pauta aprendida de estos.

“La ausencia de arte rupestre realizado por neandertales no significa que su capacidad cognitiva fuera inferior a la de nuestros antepasados. Simplemente empleaban otro tipo de materiales para expresar su pensamiento cognitivo, como las plumas”, añade el investigador del CSIC.

Plumas grandes y oscuras

Según este estudio, los neandertales mostraban predilección por las aves planeadoras con grandes plumas de color oscuro, como el quebrantahuesos, el buitre leonado, el milano real y el águila real, entre otras.

Como posible causa de la elección de estas aves y no otras, los investigadores apuntan al hecho de que gran parte de las aves encontradas formaban parte de la vida diaria de los neandertales: eran carroñeras y rapaces, moradoras de acantilados escarpados cercanos a sus abrigos y cuevas.

“Las plumas son objetos muy ligeros, aportan belleza y volumen. Fueron seleccionadas en la naturaleza, además de para permitir el vuelo, como ornamento en las aves, por lo que es lógico pensar que los neandertales hicieran lo mismo”, concluye Negro.

Una población más sofisticada y desarrollada de lo que se pensaba

Una excavación arqueológica realizada cerca de Pulborough (oeste de Sussex, Inglaterra) arroja nueva luz sobre la vida de los últimos neandertales del Norte de Europa. Según el descubrimiento, realizado en 2008, formaron una población sofisticada que dominaba su entorno y las materias primas naturales gracias a una tecnología floreciente y en desarrollo. Además, no eran comunidades al límite de la extinción como se pensaba.

El equipo, dirigido por el doctor de Arqueología del Suroeste del UCL Institute of Archaeology, Matthew Pope, y Caroline Wells de la Sussex Archaeological Society, y financiado por el English Heritage, llevó a cabo la primera investigación científica moderna en el yacimiento desde su descubrimiento en 1900. Durante la construcción de una casa monumental conocida como ‘Beedings’ se extrajeron aproximadamente 2.300 herramientas de piedra perfectamente conservadas de grietas encontradas en las zanjas de cimentación.

“Las herramientas que hemos encontrado son tecnológicamente avanzadas, y posiblemente más antiguas que herramientas halladas en Gran Bretaña pertenecientes a nuestra propia especie, Homo sapiens”, declaró Matthew Pope. “Es emocionante pensar que existe la posibilidad real de que estas herramientas fueran abandonadas por los últimos grupos de cazadores neandertales que ocuparon el Norte de Europa. Nos proporcionan información sobre una población que dominaba completamente el entorno y las materias primas naturales, dotada de una tecnología floreciente y no individuos al borde de la extinción”, añadió el investigador.

Sólo recientemente se ha reconocido la importancia de esas herramientas. El estudio que se publicó, realizado por Roger Jacobi del proyecto Ancient Human Occupation of Britain (AHOB), financiado por Leverhulme, muestra de modo concluyente que el material de ‘Beedings’ revela una gran afinidad con otras herramientas procedentes del Norte de Europa, con una antigüedad de 35.000 a 42.000 años. La colección de herramientas de ‘Beedings’ presenta mayor diversidad y extensión que cualquier otra hallada en la región, y por ello ofrece una nueva visión de las culturas tecnológicamente avanzadas que ocuparon el Norte de Europa, antes de la aparición de los Homo Sapiens.

“La excepcional colección de herramientas representa aparentemente el equipo de caza de poblaciones neandertales que están a unos pocos milenios de la extinción completa en la región. A diferencia de herramientas de neandertales típicas más antiguas, éstas están fabricadas con hojas largas y rectas, que a su vez se transformaban en diversos útiles para al trabajo del hueso y de la piel, así como letales puntas de flecha”, explicó Pope.

Aunque existían dudas acerca de la validez de los hallazgos, las excavaciones han demostrado que el material descubierto es auténtico y que procede de grietas en la roca arenisca local. “Los cazadores neandertales fueron atraídos hacia la colina durante un periodo de tiempo prolongado, probablemente por el excelente punto de observación que ofrecía para la caza de las manadas que pastaban en la llanura situada bajo la cresta”, aclaró Pope.

Hacia la búsqueda de más yacimientos

Las excavaciones sugieren que pueden existir otros yacimientos como este. Se cree que existen emplazamientos con sistemas de fisuras análogos en todo el suroeste de Inglaterra. El proyecto pretende ahora realizar excavaciones más amplias en la región para buscar yacimientos similares.

“Yacimientos como éste son extremadamente escasos y constituyen un recurso arqueológico relativamente poco considerado. Sus restos marcan un hito clave en la historia de la evolución en el Norte de Europa. Las herramientas de Beedings podrían igualmente ser la firma de poblaciones de pioneros de los humanos modernos, o restos de los últimos grupos de cazadores neandertales que ocuparon la región”, apuntó el responsable de la Comisión de Entorno Histórico del English Heritage, Barney Sloane. Este estudio ofrece, además, “la posibilidad de responder a algunas preguntas cruciales sobre del verdadero nivel tecnológico de los neandertales y de compararlos con nuestra especie”, añade el investigador.

Estrategias frente a la endogamia

Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) realizaron en 2010 un análisis genético de los restos de 12 neandertales descubiertos en la cueva de El Sidrón (Asturias) en 1994, y se han centrado sobre todo en el ADN mitocondrial (heredado de la madre).

El estudio, que se publicó en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), demuestra que los individuos pertenecen a tres linajes maternos diferentes. En concreto, siete de ellos pertenecen al linaje A, otros cuatro al B, y un último al C.

Los resultados muestran que la diversidad genética entre las hembras es muy superior a la de los machos: todos los ejemplares masculinos adultos presentan el mismo linaje, mientras que cada hembra pertenece a uno diferente. “Este hecho concuerda con la hipótesis de que eran las hembras las que se movían de un grupo a otro”, explica Antonio Rosas, coautor del estudio y paleobiólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC).

Según el investigador, “el intercambio tendría lugar durante encuentros puntuales entre los diferentes grupos en lugares comunes y momentos relacionados con la caza”. Este comportamiento es una estrategia para disminuir la consanguinidad dentro de una comunidad, y hasta “algunas especies de primates la practican”, añade.

Los científicos confirman que el ejemplar juvenil 2 desciende de la hembra adulta 5, mientras que el juvenil 1 y el infantil serían vástagos de la hembra adulta 4. Si esta hipótesis es correcta, revelaría que los neandertales tenían una media de un hijo cada tres años.

“Es evidente que debe haber hermanos, padres, madres e hijos, en la muestra estudiada”, asegura Carles Lalueza-Fox, autor principal del estudio y genetista del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universidad Pompeo Fabra).

Un segundo análisis genético del cromosoma Y certifica la masculinidad de los adultos machos y de dos de los adolescentes. En el caso de las hembras, su sexo no puede asegurarse al 100%, ya que la ausencia del cromosoma Y puede deberse al factor intrínseco de no poseerlo por ser mujeres, o a que este contenido genético no se haya preservado hasta la actualidad.

“La ausencia del marcador del cromosoma Y en los restos de los ejemplares catalogados como hembras confirma que la caracterización morfológica se hizo de forma correcta”, añade Rosas.

Genes compartidos con los neandertales

Los neandertales son unos de los parientes evolutivos más cercanos de los seres humanos modernos. Surgieron hace cerca de 400.000 años, se extendieron a lo largo de Europa y Asia Occidental, y se extinguieron hace aproximadamente 30.000 años.

El primer borrador del genoma neandertal, que publicó en mayo de 2010 la revista Science, demuestra que durante esas migraciones los antepasados de los seres humanos modernos se hibridaron a su salida de África con los neandertales hace menos de 100.000 años. El resultado es que el humano moderno no africano (las poblaciones africanas no se mezclaron con neandertales) comparte entre 1 y 4% de los genes con los neandertales.

“Prácticamente todo nuestro ADN es muy similar a los neandertales ya que estamos evolutivamente muy próximos. Lo que los no africanos compartimos especialmente con ellos son variantes en rasgos no fundamentales de nuestra biología”, señala Antonio Rosas, uno de los autores del estudio y paleobiólogo en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC).

Según los investigadores, liderados por el Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), el porcentaje «relativamente bajo» de ADN de neandertal en el genoma del humano moderno podría sugerir que el entrecruzamiento fue “bastante limitado”.

“Hubo flujo génico entre neandertales y el tronco común de todas las poblaciones no africanas hace unos 80.000, cuando estas salían de África. La información genética neandertal incorporada a la descendencia de esa población humana, aunque escasa, pronto se dispersó dado un inferido elevado crecimiento demográfico. Se dice que el ADN neandertal pudo “surfear” en el ADN moderno”, apunta Rosas.

La exclusividad genómica del hombre moderno

Los investigadores compararon el genoma del neandertal con los genomas de cinco humanos de la época moderna procedentes de diferentes lugares del mundo: un sudafricano del grupo San, un africano del grupo Yoruba, un chino Han, un francés, y un nativo de Papúa-Nueva Guinea.

Los resultados revelaronn una variedad de genes que son únicos en los humanos actuales, incluso un “puñado” de genes que se propagaron rápidamente entre el Homo sapiens después de que humanos y neandertales se separaran de un ancestro común.

Interior de la cueva del yacimiento croata de Vindija.

Los hallazgos también ofrecieron una lista preliminar de regiones genómicas y genes claves para la identidad humana. “Por primera vez podemos identificar ahora características genéticas que nos diferencian del resto de los organismos, incluyendo nuestros parientes evolutivos más cercanos”, señala Svante Pääbo, autor principal e investigador en el Instituto Max-Planck.

Según el paleobiólogo español, la investigación ha permitido identificar 83 genes específicos de Homo sapiens. “Estos están relacionados con funciones cognitivas, con la anatomía y fisiología de la piel, y con el desarrollo esquelético del cráneo”, declara Rosas quien añade: “Con el avance de la investigación se identificarán otros genes, y también genes específicos de neandertales”.

Por ahora, los genes identificados corresponden a aspectos fisiológicos, metabólicos, morfológicos y cognitivos -éstos últimos implicados en el síndrome de Down, la esquizofrenia y el autismo- que presentan diferencias entre los sapiens y los neandertales. No obstante, aún se desconocen las funciones concretas que se relacionarían con los cambios genéticos.

Genes con diferentes funciones

Entre los genes con funciones dispares destaca el gen SPAG17, que desempeña un papel importante en el movimiento del esperma; el TTF1, que es una factor de transcripción que activa otros genes; el gen DCHS‐1, que codifica para una proteína que interviene en la adhesión entre células y que está implicada en la cicatrización de heridas; el gen RPTN que interviene en las glándulas sudoríparas, la raíz de los cabellos y las papilas de la lengua; y el gen SOLH, que codifica para una proteína de la cual todavía se desconoce su función.

Otros genes que han podido experimentar cambios evolutivos en uno u otro linaje son el gen TRPM1, que codifica para una proteína implicada en la pigmentación; el gen AUTS2, que codifica para una proteína que se expresa en el cerebro durante el desarrollo neuronal e implicada en casos de autismo; el ACCN1 y el CADP2, también implicados en el autismo; el NRG3, implicado en la esquizofrenia; el gen THADA, que se ha asociado a diabetes de tipo II en algunos estudios, y el gen RUNX2, que interviene en la osificación esquelética y que está implicado en un trastorno conocido como displasia cleidocraneal.

Asturias es una de las claves

Los científicos obtuvieron el borrador genómico a partir de tres muestras procedentes del yacimiento croata de Vindija, correspondientes a tres individuos femeninos diferentes. El borrador se completó con la secuenciación parcial de otros tres neandertales de Mezmaiskaya (Rusia), de Feldhofer (Alemania), y de la cueva de El Sidrón (Asturias).

La aportación científica del yacimiento asturiano viene de Javier Fortea, director del Área de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, fallecido en octubre de 2009, y al que “debemos mucho”, proclama Rosas.

“Siempre fue un hombre al que no le asustaban los retos. Fue capaz de acometer con todo el rigor la excavación científica de El Sidrón y supo acomodar su amplio saber sobre la Prehistoria a las nuevas técnicas y conceptos. Con su generosidad y entrega supo sabiamente dirigir aspectos claves de esta investigación”, atestigua el investigador del MNCN-CSIC.

Para analizar los restos de la cueva de El Sidrón, los científicos españoles usaron nuevas tecnologías de ultrasecuenciación masiva que permiten estudiar millones de secuencias de ADN a partir de huesos antiguos. Del individuo masculino analizado en este yacimiento se generaron 2,2 millones de nucleótidos.

De la muestra de El Sidrón, cuya excavación dirige ahora el arqueólogo de la Universidad de Oviedo, Marco de la Rasilla, también se han genotipado todas aquellas posiciones de genes en las que difieren los humanos modernos y los chimpacés.

Los norteafricanos se hibridaron con los neandertales

Las poblaciones norteafricanas son el resultado de una migración de vuelta a África, tras el contacto de los humanos modernos con los neandertales en Oriente Próximo. Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) llevaron a cabo en 2012 un análisis genómico en siete poblaciones del norte de África, desde Egipto hasta el Sáhara Occidental. Tras estudiar 780.000 marcadores genéticos del genoma de 125 personas, detectaron un exceso de variantes compartidas con los neandertales respecto a los genomas de africanos subsaharianos que han usado como referencia.

Para delimitar el origen del componente neandertal, los investigadores aislaron aquellas poblaciones con un sustrato local más antiguo, anterior a hace 40.000 años, y constataron que estas son precisamente las que tienen más señales de cruce con los neandertales.

“Los resultados indican que los únicos humanos modernos sin rastro genético de los neandertales son las poblaciones africanas situadas al sur del Sáhara”, destacó el investigador del CSIC Carles Lalueza-Fox, que trabaja en el Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra.

El trabajo sugiere, por tanto, que las poblaciones norteafricanas, modeladas por una compleja historia evolutiva marcada por diversos movimientos migratorios, son el resultado de una migración de vuelta a África, tras el contacto de los humanos modernos con los neandertales en Oriente Próximo.

“Estos resultados no significan que hubiera neandertales en el continente africano, ya que las evidencias del registro fósil norteafricano muestran poblaciones arcaicas, pero sin rasgos neandertales”, aclaró Lalueza-Fox.

Encuentros hace entre 40.000 y 80.000 años en Oriente Próximo

En 2010, un grupo de investigadores del Proyecto Genoma Neandertal con participación del CSIC constató que las poblaciones de Europa, Asia y Melanesia poseen casi un 2,5% del genoma procedente de los neandertales. El hecho de que todas las poblaciones no africanas muestren este rastro genético de hibridación ha permitido calcular que el encuentro entre los antepasados de la especie humana y los neandertales tuvo lugar en Oriente Próximo hace entre 40.000 y 80.000 años.

Para el investigador del Instituto de Biología Evolutiva Federico Sánchez Quinto, “el porcentaje exacto del genoma neandertal que portan las diferentes poblaciones humanas, dentro y fuera de África, podrá afinarse en el futuro con genomas completos del norte de África y con un genoma neandertal con una mayor calidad de secuencia”.

Al filo de la extinción antes de la llegada de los humanos modernos

La mayoría de los neandertales europeos murió hace 50.000 años. Posteriormente un pequeño grupo recolonizó Europa central y occidental, donde sobrevivieron otros 10.000 años antes de que los humanos modernos entraran en escena.

“El hecho de que los neandertales de Europa casi se extinguieran para luego recuperarse, y que todo sucediera mucho antes de que tuvieran contacto con los humanos modernos, fue una sorpresa para nosotros”, explica Love Dalén, investigador en el Museo Sueco de Historia Natural en Estocolmo.

Según el estudio, que se publicó en febrero de 2012 en Molecular Biology and Evolution, los neandertales pudieron ser más sensibles de lo que se pensaba a los “dramáticos” cambios climáticos que ocurrieron durante la última edad del hielo.

Los científicos sugieren así que antes de la llegada de los humanos modernos, Europa no estaba habitada por una población neandertal que había permanecido estable durante cientos de miles de años.

Variación genética limitada

Los análisis de ADN sobre fósiles de neandertales del norte de España han demostrado que la variación genética entre los neandertales europeos fue “extremadamente” limitada durante los 10.000 años que precedieron a su desaparición.

El equipo de científicos suecos y españoles revela además que los fósiles europeos y asiáticos más antiguos muestran mayores niveles de variación genética, como los que se encuentran en otras especies que han sido abundantes durante mucho tiempo en un mismo territorio.

“La diversidad genética de los neandertales más antiguos y de los asiáticos era tan alta como la de los humanos modernos como especie, mientras que la variación de los últimos neandertales europeos no alcanzaba a la de los humanos modernos de Islandia”, señala Anders Götherström, investigador en la Universidad de Uppsala (Suecia).

Este tipo de estudios interdisciplinares es “muy valioso” para el avance de la investigación en evolución humana. “El ADN de humanos prehistóricos ha aportado hallazgos inesperados en los últimos años. Es muy emocionante imaginar qué nuevos descubrimientos se producirán en los próximos años en este campo”, destaca Juan Luis Arsuaga, profesor de Evolución Humana de la Universidad Complutense de Madrid.

¿Qué causó la desaparición de los neandertales?

¿Qué hizo que los neandertales, que dominaron Europa durante 300.000 años y se habían reproducido y sobrevivido a las frías temperaturas desaparecieran abruptamente? Un estudio publicado en julio de 2011 en la revista Science ofrece una explicación a esta cuestión que ha intrigado a los científicos durante décadas.

Un equipo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) pudo determinar mediante métodos analíticos detallados que la invasión de la población del Homo sapiens, procedente de África, era en algunos lugares hasta diez veces mayor que la del propio neandertal. La supremacía numérica del Homo sapiens, sus técnicas más avanzadas y su mayor dominio de la técnica permitió que aprovechara de forma más eficiente los escasos recursos en disputa, y favoreció la «fulminante» desaparición del neandertal.

“Nuestra interpretación es que el antepasado del hombre moderno vivía en poblaciones mayores y simplemente inundaron a los neandertales. Con esta simple explicación se había especulado durante mucho tiempo, yo mismo lo hice en 1973, pero hasta ahora no teníamos datos concretos para apoyar esta teoría. Esta es la primera vez que contamos con análisis y evidencia arqueológica que demuestra que había una enorme diferencia, de hasta diez veces en número, entre ambas poblaciones, algo mucho mayor de lo que nadie imaginó”, explica el profesor Paul Mellars, autor principal del estudio.

Las poblaciones neandertales fueron reemplazadas anatómica y genéticamente en Europa hace entre 35.000 y 45.000 años por el Homo sapiens, que se ha originado y desarrollado en un entorno completamente distinto: el clima tropical de África.

El equipo formado por profesor Paul Mellars, catedrático emérito de Prehistoria y Evolución Humana, y Jennifer French, estudiante de doctorado, ambos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), concentró su estudio en la región del suroeste francés de la Aquitania, conocida por albergar la mayor cantidad de restos de poblaciones neandertales y de transición hacia los primeros asentamientos de Homo sapiens de Europa. La región y sus zonas limítrofes cubren un área de 75.000 metros cuadrados y registra la mayor densidad de población de nuestro continente en aquella época.

Diez a uno

Los científicos analizaron tres períodos claves en la transición del neandertal al Homo sapiens y que se expanden de 55.000 a 35.000 años. Analizaron cuestiones como el número de lugares ocupados, la existencia de herramientas o restos de comida y la amplitud de las áreas de ocupación, que indica una red de un grupo más grande y mejor integrado socialmente. Según sus estadísticas, el número de Homo sapiens era al menos diez veces mayor que el de neandertales. Esta es la primera vez que se obtienen cifras tan específicas en una población que, por la inexistencia de datos, resultaba difícil de cuantificar.

Lo que sí sabíamos ya es que el Homo sapiens era más avanzado que el neandertal. “No hay ninguna duda, fabricaban herramientas muy sofisticadas, como lanzas de gran alcance y armas más eficientes para la caza, pero también culturalmente, produjeron arte en sus cuevas, joyería y otros instrumentos. En todas las dimensiones culturales realiozaban tareas más complicadas y avanzadas que los neandertales y también tenían mejores formas de organización, comunicación y coordinación”, señala Mellars.

Todavía existe, sin embargo, un arduo debate en la comunidad científica sobre el desarrollo y la mejor capacidad de los cerebros de nuestros antepasados. Si, como confirman las últimas pruebas genéticas, podemos concluir que el Homo sapiens se desarrolló en África y el neandertal en Europa de forma separada durante más de medio millón de años, esto podría tener otras importantes conclusiones evolutivas, según apunta el investigador.

Superiores en capacidades sociales

“Si sus cuerpos pudieron evolucionar de forma tan diferente durante medio millón de años, también es posible que sus cerebros lo hiciesen. No está probado pero yo y muchos otros creemos que es posible que el cerebro del hombre moderno evolucionará de otra forma, lo que le hizo capaz de realizar tareas como un uso más complicado y eficiente del lenguaje”, afirma. Y añade que las capacidades sociales del sapiens eran mucho mayores, puesto que podían importar objetos y mercancías desde otros lugares y tenían sistemas de almacenamiento de comida.

En cualquier caso, el estudio muestra que “cuando los seres humanos tienen mejor tecnología son capaces de sobrevivir en números mucho mayores. Los Homo sapiens fueron capaces de sobrevivir en el mismo ambiente y con los mismos recursos en poblaciones diez veces superiores. Tenían que estar haciendo algo dramáticamente diferente y mucho más avanzado”, concluye.

Imagen superior: Paul Hudson: «Britain: One Million Years of the Human Story», Natural History Museum, CC

Copyright del artículo © SINC / CSIC.

SINC

SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas) es un medio de comunicación de noticias científicas de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y fue puesto en marcha en el año 2008. La FECYT es una fundación pública dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación que tiene como misión reforzar el vínculo entre ciencia y sociedad mediante acciones que promuevan la ciencia abierta e inclusiva, la cultura y la educación científicas.