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El yo de los españoles

¿Es decible la intimidad? Esta y otras preguntas cruciales para lo que entendemos –si algo entendemos– por literatura, se formula con gran inteligencia Anna Caballé en su libro Pasé la mañana escribiendo. Poéticas del diarismo español (Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2015).

La autora, en su barrida de textos autobiográficos escritos en España y en sus varias lenguas, lleva la literatura a sus confines y le hace expedir sus voces más recónditas. En efecto, cuando alguien –nótese que no digo: un escritor– se queda a solas y se pone a redactar su página diaria, la literatura se cuestiona. No hay plan, ni medida, ni género, a veces ni siquiera una obediencia lingüística, pero sobre todo no hay lector, la letra que se plasme en el papel o la pantalla no será, en principio y jamás, pública. Paul Valéry comenta: estás solo, estás mal acompañado.

Quién sea ese acompañante es otra de las interrogantes que diseña Caballé y en esta vaga identificación del rostro que aparece en el “espejo de tinta” (también fórmula de la autora: la escritura como espejo de Narciso) vacila otra categoría convencionalmente fuerte, institucional, de la literatura: el autor. Es muy fácil saber quién es el autor de La Regenta, mucho menos quién lo es del Quijote –puesto en cuestión por un tal Cervantes–, prácticamente imposible averiguar quién lo es del Lazarillo. En materia diarística, Caballé señala que estos textos no tienen autor sino que lo van teniendo, día a día. Y, si me apuran, hora por hora, instante por instante. La literatura, que siempre juega a distancia, aquí es inmediatez, presencia.

Caballé, huelga decirlo, es una lectora abundante, proliferante, empecinada. Sólo así pudo explorar la selvática realidad de la literatura diarística hispánica hasta descubrir que, más que selva, es un desierto. Desde luego, con oasis y espejismos, que para eso hay espejos en el mundo. Ya alguna vez Rosa Chacel y, más cerca en el tiempo, Andrés Trapiello, atribuyeron la escasez de nuestro diarismo a la hegemonía católica –el cura que confiesa nunca deja solo al confesante– y a lo tardío y defectuoso de nuestro desarrollo burgués, con el consiguiente y débil individualismo. No el de la casta y la raza, que de ése tenemos de sobra, sino del sujeto, es decir de quien se sujeta a la palabra.

Aparte de este rico venero teórico e histórico, el libro tiene una utilidad práctica que cualquier curioso pero lego lector agradecerá: un prolijo examen sintético de un centenar de autores y de géneros –blog, censura, cuaderno, terapia, paisaje– que permitirá orientar y seleccionar lecturas posteriores.

Cierro, de momento –el tema y los temas son inagotables, demostrando ser auténticos– volviendo al principio. Aparte de temer al Yo-que-se-dice ¿conseguimoslos hispánicos hacer efable nuestra intimidad? No me refiero a la efabilidad de la lengua, interminable cadena significante, sino a la mala compañía valeryana que hurgamos en nuestro interior cada día, acaso nuestro doméstico demonio particular. En tal caso, el problema se vuelve universal y tiene que ver con la relación entre la palabra y eso que llamamos ¿cómo decirlo? ¿Yo, alma psique, mente? La pregunta se reitera a diario y por eso se escriben diarios.

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Blas Matamoro

Ensayista, crítico literario y musical, traductor y novelista. Nació en Buenos Aires y reside en Madrid desde 1976. Ha sido corresponsal de "La Opinión" y "La Razón" (Buenos Aires), "Cuadernos Noventa" (Barcelona) y "Vuelta" (México, bajo la dirección de Octavio Paz). Dirigió la revista "Cuadernos Hispanoamericanos" entre 1996 y 2007, y entre otros muchos libros, es autor de "La ciudad del tango; tango histórico y sociedad" (1969), "Genio y figura de Victoria Ocampo" (1986), "Por el camino de Proust" (1988), "Puesto fronterizo" (2003), Novela familiar: el universo privado del escritor (Premio Málaga de Ensayo, 2010) y Cuerpo y poder. Variaciones sobre las imposturas reales (2012)
En 2010 recibió el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural. En 2018 fue galardonado con el Premio Literario de la Academia Argentina de Letras a la Mejor Obra de Ensayo del trienio 2015-2017, por "Con ritmo de tango. Un diccionario personal de la Argentina". (Fotografía publicada por cortesía de "Scherzo")