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«El vagabundo de las estrellas» (1915), de Jack London

En 1915, London había sufrido una pérdida devastadora: había invertido toda su fortuna en una elegante casa en su rancho, Wolf House, que acabó siendo pasto de las llamas, arrasando sus ilusiones y obligándole a continuar escribiendo para sobrevivir. A las pocas semanas del incendio, comenzó a trabajar en una novela, The Star Rover, que a pesar de ser mal recibida por la crítica y el público contemporáneos, hoy ha alcanzado cierto estatus de obra de culto

El vagabundo de las estrellas se basa en las memorias de Ed Morrell, que se pasó cinco años de confinamiento solitario en la prisión de San Quintín. La obra es una descripción del sistema penitenciario de California y pretende mostrar la resistencia del hombre ante el sufrimiento, resaltando el poder del espíritu respecto a la carne (lo que no deja de ser contradictorio con el marxismo y materialismo declarados que profesaba London). Es una de sus novelas más personales, escrita como autoterapia para sobreponerse a las desgracias sufridas.

El protagonista de El vagabundo de las estrellas es Darrell Standing, un profesor de agronomía de la Universidad de California condenado a muerte por el asesinato de un colega académico. Falsamente acusado de introducir dinamita a escondidas en la cárcel, el sádico alcaide lo tortura metiéndolo en una camisa de fuerza para que confiese. Pero Standing sobrevive al brutal castigo sumiéndose en trance, proyectando su espíritu a existencias anteriores. Revive entonces episodios de las vidas de un conde francés del Renacimiento; un muchacho miembro de una caravana al Oeste atacada por los pieles rojas; un eremita arriano del siglo IV; una especie de Marco Polo del siglo XVI en la entonces remotísima Corea; un legionario romano en la época de la crucifixión de Jesucristo y un náufrago del siglo XIX.

Resulta curioso que los críticos menospreciaran la obra por considerarla un desvarío fantástico que no llegaba a la altura de sus novelas realistas de aventuras más o menos autobiográficas, porque no solamente el relato carcelario estaba basado en las memorias de una persona real, sino que el propio London había estado encerrado en su juventud un par de veces acusado de robo de langostas, vagancia y mendicidad. Ed Morrell y Jack London se habían conocido por carta, pero en 1912 se encontraron cara a cara y el escritor hizo mucho por conseguir aliviar las penurias del recluso. Éste acabaría siendo un invitado regular en el rancho de London, donde le narraría sus escalofriantes vivencias, vivencias que acabarían encontrando su versión literaria en El vagabundo de las estrellasMorrell había sido despojado de sus propiedades por las compañías ferroviarias y tras una serie de sabotajes contra las mismas llevado por su resentimiento, pasó a convertirse en atracador de trenes. Fue atrapado y sentenciado a una larga pena en la prisión de Folsom, de donde intentó escaparse, intento de fuga a raíz del cual fue trasladado a San Quintín y sometido a confinamiento solitario durante años.

El vagabundo de las estrellas es uno de los libros más apasionados de London. Brillantemente escrito y hábilmente tramado, tiene una prosa llena de energía y empatía con el sufrimiento de los presos y los lazos de camaradería que se crean entre ellos. El libro oscila entre la brutalidad y la belleza, entre la horrible pesadilla de la camisa de fuerza y el aislamiento del calabozo y los vívidos y brillantes sueños de otros tiempos.

Por otra parte, en mi opinión, la novela tropieza en el capítulo en el que el protagonista revive su vida como soldado romano en la Jerusalén de Cristo y PilatosLondon expone el marco social y político con lucidez y desapasionamiento, pero al final se rinde a un desenlace políticamente correcto y previsible que se corresponde poco con sus opiniones ateas. Habría sido interesante que expusiera su sin duda controvertida visión del hecho, pero tenía que vender la novela y tampoco London era ya el militante combativo de hacía unos años. De hecho, moriría poco después, en noviembre de 1916, tras una corta pero dolorosa infección.

El vagabundo de las estrellas es la prueba de que un buen libro puede sobrevivir a las malas críticas y al paso del tiempo. Hoy no es ni la más famosa ni la más recordada de las novelas de London, pero constituye una lectura interesante y de gran intensidad, digna de uno de los más importantes escritores norteamericanos del siglo XX.

(Por cierto, como curiosidad, aunque no se menciona a London por ninguna parte, la idea del libro fue fusilada en la película The Jacket (2005), dirigida por John Maybury y protagonizada por Adrien Brody y Keira Knightley).

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".

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