El 11 de junio de 1963, en el Auditorio Foster de la Universidad de Alabama, tuvo lugar un incidente en la lucha por los Derechos Civiles de la minoría negra en los Estados Unidos.
Nicholas Katzenbach, fiscal general adjunto, se enfrentaba en la puerta de la institución a George Wallace, gobernador de Alabama. Wallace intentaba defender el derecho del Estado de Alabama a seguir manteniendo la segregación racial en la Universidad. Aducía que solamente el Congreso, mediante una acción legislativa, podía derribar su argumentación. Por su parte, Katzenbach, acompañado por funcionarios federales y la Guardia Nacional de Alabama, hizo valer el derecho de los dos estudiantes negros, Vivian Malone Jones y James Hood, a inscribir su matrícula universitaria.
La Fiscalía cumplía el encargo del Tribunal Supremo proveniente de la famosa sentencia «Brown y otros c/ Junta de Educación de Topeka (Kansas) y otros» (347 U.S. 483, 1954).
Dicha sentencia, dictada el 17 de mayo de 1954, anulaba la doctrina de “separados pero iguales” (niños blancos y negros) vigente hasta entonces (Plessy c/ Ferguson, 1896) y decretaba lo siguiente a propósito de la enseñanza pública: “Hemos declarado ahora que tal segregación representa negar la igualdad de protección ante la ley”.
En la sentencia se citaba como antecedentes intelectuales, entre otros, a Gunnar Myrdal, un socialdemócrata sueco. Myrdal fue uno de los forjadores del estado de bienestar en su país y recibió el premio Nobel de Economía en 1974.
En 1938 la Fundación Carnegie, de Nueva York, le encargó un estudio sobre las relaciones raciales en los Estados Unidos. Fue un trabajo exhaustivo sobre cuestiones sociológicas, económicas, antropológicas y legales relativas a dicha cuestión.
El análisis de Myrdal culminó con la publicación de un libro en 1944, An American Dilemma: The Negro Problem and Modern Democracy.
Peter Watson, en su Historia intelectual del Siglo XX (Crítica, 2002), señala que, a juicio de Myrdal, “el Congreso no estaba dispuesto a rectificar dichos errores [la marginación de los negros], o no era capaz de hacerlo (o tal vez ambas cosas). Era necesario algo más, que, en su opinión, sólo podían proporcionar los tribunales”. Y esto es lo que terminó ocurriendo.
Imagen superior: clase en una escuela con integración racial. Anacostia, Washington DC, 10 de septiembre de 1957. Fotografía de Warren K. Leffler.
Las democracias modernas se basan en una estructura muy compleja cuyos parámetros se construyen mediante el Derecho. Las leyes sirven para crear mecanismos de compensación que impiden que el poder sea ejercido de forma sencilla.
Los votos son un factor, pero las leyes tienen como misión evitar que las mayorías hagan prevalecer sus opiniones vulnerando los derechos de las minorías. El Estado de Derecho se basa en el imperio de la ley y la predictibilidad de la burocracia. Extra legem nulla salus.
Imagen superior: Ruby Bridges, escoltada por los U.S. Marshals, es la protagonista del cuadro «El problema con el que todos vivimos», pintado por Norman Rockwell en 1964.
El camino hacia la integración racial no fue sencillo. Otro de los eventos más conocidos se desarrolló en Nueva Orleans, en 1960.
Ruby Nell Bridges Hall era una niña de tan solo seis años. Sus padres eran miembros de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP), fundada en 1909, y decidieron que su hija fuera a un colegio de educación primaria “solo para blancos”, la William Frantz Elementary School. Tuvo que ser escoltada por funcionarios federales ‒en este caso, el Servicio de Alguaciles de los Estados Unidos, los U.S. Marshals‒ para evitar incidentes.
La niña asistió a clases durante un año completamente sola porque los padres de los otros alumnos no querían que éstos tuvieran contacto con ella. Pero Ruby Bridges resistió.
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