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«Don Quijote cabalga de nuevo» (1972), de Roberto Gavaldón

El argumento de Don Quijote cabalga de nuevo suscitó bastante interés entre los críticos. Las anteriores versiones cinematográficas de la novela, que a lo largo del siglo XX habían oscilado entre la fidelidad literaria y la libertad creativa, no influyeron en la línea seguida por el gran guionista Carlos Blanco.

Consciente de las imposiciones del lenguaje literario, Blanco entendió que no era posible recortar los diálogos del libro. A su modo de ver, la palabra cervantina sólo retiene un pleno valor estético cuando es leída con reposo. De ahí que optase por armar una trama original, distinta de la novela.

El Quijote de Blanco propone una aventura alternativa que nos lleva a prescindir de la comparación. Si acaso, podemos compararla con el Quijote de Avellaneda o con esa novela quijotesca que, más recientemente, escribió Andrés Trapiello.

Cuando se ilumina la pantalla, descubrimos a don Quijote y Sancho en el paisaje manchego. El caballero cree que un veloz carruaje lleva secuestrada a una princesa. Lanza en ristre, se lanza contra el vehículo y libera a la dama: en realidad, un reseco notario madrileño.

El público asiste luego a una peripecia en la venta de El Zurdo, donde imponen su juego unos cómicos de la legua. Más tarde, se escenifican la oscura broma de los duques, el gobierno de Sancho en Barataria y el empeño de Sansón Carrasco en volver cuerdo al viejo hidalgo. He aquí otro apunte de originalidad: es Sancho quien, finalmente, mantiene a don Quijote en su delirio, pues sabe que esa es la mejor forma de proteger las emociones y los anhelos del caballero. Juntos, convencidos de que el sueño encierra la mayor de las verdades, vuelven a cabalgar por ese camino que es toda una promesa de aventuras.

En términos generales, este largometraje del mexicano Gavaldón es un digno espectáculo, bien llevado en su técnica y apreciable en lo interpretativo. Fernando Fernán Gómez «teatraliza» su Quijote y recarga ese histrionismo que conviene a la interpretación. En contraste, el gran Mario Moreno Cantinflas opta por el estilo que le dio fama, aunque se modera a la hora de personificar a Sancho.

Con todo, el mérito mayor corresponde al director, perfeccionista y capaz de repetir una toma hasta lograr un impecable acabado. De él dijo Ariel Zúñiga lo siguiente: «El arte de Gavaldón es esencialmente el de la repetición».

Poco antes, en 1969, Cantinflas rodó Un Quijote sin Mancha (1969), comedia de Miguel M. Delgado en la que también participaban Ángel Garasa y Lupita Ferrer. En este caso, el quijotismo se planteaba como la cualidad de un benefactor abogado, empeñado en mejorar la vida de sus semejantes.

Año: 1972
Dirección: Roberto Gavaldón
Guión: Carlos Blanco
Producción: Óscar P. C., S. A., Roma Films, S.A. y Estudios Churubusco
Música: Waldo de los Ríos
Fotografía: Francisco Sempere
Montaje: Juan Serra
Dirección artística: Gil Parrondo
Decorados: Julián Mateos
Diseño de vestuario: Humberto Cornejo y Agustín Jiménez
Maquillaje: Antonio Campillo, Carmen Díez, Mariano García y Alberto Gutiérrez
Ayudantes de dirección: Julio Sempere y Zacarías Urbiola
Sonido: Juan A. Arigita, Juan A. Arigiza, Luis Castro, Soledad López y Jim Willis
Efectos especiales: Luis Castro
Reparto: Cantinflas (Sancho Panza), Fernando Fernán Gómez (Don Quijote), María Fernanda D’Ocón (Dulcinea del Toboso/Aldonza Lorenzo), Paca Gabaldón (Dora, cortesana del duque), Ricardo Merino (Bachiller Sansón Carrasco), José Orjas (Juez), Emilio Laguna (Duque), Alberto Fernández de Rosa, Laly Soldevila (Duquesa), María Luisa Ponte (Ama de don Alonso Quijano), Serafín García Vázquez, Valeriano Andrés (Maese Nicolás, barbero), Rafael Hernández (mozo en la cuadra con Aldonza), Manuel Alexandre (mozo del juicio ante Sancho Panza), Luis Morris, Agustín González (mayordomo del duque), Valentín Tornos (Baldomero Fernández, notario), Diana Lorys (moza del juicio ante Sancho Panza) y Javier Escrivá (Cervantes)
Duración: 125 minutos

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Esta es una versión expandida de un artículo que escribí en el Centro Virtual Cervantes (www.cvc.cervantes.es), portal en la red creado y mantenido por el Instituto Cervantes para contribuir a la difusión de la lengua española y las culturas hispánicas.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.