En el libro No tan elemental: Cómo ser Sherlock Holmes cuento algunas de las hazañas detectivescas de Daniel, como las que recordé en la presentación que hice junto a Carlos García Gual en la librería Rafael Alberti. Es interesante señalar que son consideradas apócrifas por los judíos y por muchos protestantes.
Daniel es uno de los cuatro profetas mayores para los cristianos, junto a Isaías, Jeremías y Ezequiel, aunque no lo es para los judíos. Al leer sus andanzas, es fácil tener al impresión de que se trata de un personaje que va más allá de los fines religiosos y que debió ser una especie de truhán o astuto aventurero al estilo de Ulises, Simbad o Nasrudín.
Lo curioso del personaje de Daniel es que reúne muchas de las habilidades de un detective como Sherlock Holmes, pero también de un adivino o un intérprete de sueños de sueños; es también un criptógrafo, que sabe descifrar las palabras que se le aparecen al rey Nabucodonosor y, además, es capaz de sobrevivir en un foso junto a siete leones.
Aunque en la presentación dije que la historia trascurre en tiempos de Nabucodonosor, en realidad tuvo lugar cuando ya Ciro había conquistado el reino babilonio, cumpliendo precisamente la profecía que contenía el sueño de Nabucodonosor.
Daniel Tubau: Hay detectives precursores, aquí (en No tan elemental: Cómo ser Sherlock Holmes) no he llegado a hablar… Lo tenía en una primera versión: “los precursores de Holmes”, pero se alargaba mucho y se separaba de la intención del libro… Pero un precursor curioso…. bueno, Zadig de Voltaire es muy famoso…
Carlos García Gual: Dupin…
Daniel y Ciro en el templo de Bel descubren que no hay comida en el altar.
Daniel Tubau: Dupin, sí… Vidocq que era un detective auténtico… Pero hay uno auténtico, Daniel… Daniel, como yo…. el de la Biblia, era un gran detective. Tiene como tres o cuatro casos detectivescos. Os cuento uno de ellos. Daniel vivía en Babilonia y resulta que los sacerdotes decían que Daniel adoraba a otro dios y que debían expulsarlo. Entonces Daniel dijo: “Tus sacerdotes adoran a dioses que no existen, la comida que les dan los sacerdotes a los dioses se la comen ellos mismos”. Nabucodonosor, creo que era, dijo: “Pero, ¿puedes probar eso?” Y Daniel dijo: “Sí, vamos a poner comida en el templo y vamos a cerrar el templo a cal y canto. Y así al día siguiente veremos si los dioses se han comido o no la comida. Y entonces, efectivamente, cierran el templo y al día siguiente entran y ven que, efectivamente, la comida ha sido comida. Los sacerdotes dicen: “Lo ves? Los dioses existen. Han venido y se han comido la comida”. Entonces Daniel dice: “¡Eh! Un momento: fijaos en el suelo” Y entonces en el suelo Daniel había puesto ceniza (la noche anterior) y estaba todo lleno de huellas. Siguen las huellas, y las huellas van a un pequeño cuartito y allí se ve que en ese cuartito entran los sacerdotes por el otro lado del templo, se comen la comida y después se van.
Lola Larumbe: Había un sacerdote gordo.
Daniel: Exactamente. Y ese es un caso que tiene a Daniel como detective.
Imagen superior: Pierre van Hanselaere, «Susana y los viejos» (1820).
Daniel también mostró su habilidad como investigador en el célebre caso de “Susana y los viejos”.
La historia se hizo tan célebre y daba lugar a tantas posibilidades de mostrar escenas sexuales en un tema bíblico, que se convirtió en una de las más representadas en la historia de la pintura. Rembrandt, Tiziano, Veronese o Artemisia Gentileschi (que es uno de mis preferidos), aunque el más célebre, con toda justicia, es el de Tintoretto.
En esta ocasión, Daniel intervino para evitar que Susana, esposa del rico Joaquín, fuese lapidada o ejecutada, o ambas cosas, por culpa de dos viejos jueces que querían violarla y que, al no conseguirlo, la acusaron de tener un amante.
Daniel Tubau: Lo cuento rápidamente: Susana y los viejos, si conocéis el famoso cuadro de Susana y los viejos. Son dos viejos, que son dos jueces, quieren poseerla. Y entonces deciden entrar en su jardín y violarla. Pero cuando entran, Susana grita o va a gritar. Y ellos le dicen. “No grites, porque nosotros somos jueces de Israel y diremos [que estabas aquí con un amante]. ¿Quién te va a creer a ti antes que a nosotros? Si tú gritas, diremos que aquí había un joven y que nosotros hemos entrado. Le dicen todo esto y entonces, cuando ya van a colgar o apedrear a Susana, pasa por allí Daniel y dice: ¡Qué hacéis, hombres de Israel! Siempre hablan así, ¿no? Y dice: “Dejadme interrogar a los dos jueces”. Y entonces interroga a los dos jueces con un método completamente moderno. Dice: “Uno primero y otro después, sin que tengan comunicación entre ellos.
Alguien del público: Sin careos.
Daniel Tubau: Exactamente. Y les pregunta: “Cuando paso esto de Susana con el joven, ¿bajo que árbol estaban? Uno dice: “Bajo el olmo”. Y el otro dice: “Bajo el álamo”. Y entonces [queda claro que han mentido] y al final los matan a los dos.
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