Una pregunta que puede surgir viendo esta cinta de Terry Gilliam es si el veterano innovador se está imitando a sí mismo. Esta cuestión se plantea en cada nueva obra de un autor cinematográfico de marcada personalidad artística, ya sea Lars Von Trier, Tim Burton, John Waters, Pedro Almodóvar o James Cameron, por poner algunos ejemplos dispares.
En The Zero Theorem hay momentos, ambientes, personajes y temas vistos en otros films del ex-Monty Python tan célebres como Brazil o 12 Monos, películas que, a su modo, son las aportaciones de Gilliam al género de ciencia-ficción.
Lo bueno es que, una vez uno ha aceptado que, posiblemente, muchas de las extravagancias de la película (incluyendo la inevitable aparición de un enano de aspecto circense, algo obligatorio en toda peli “rarita”, como se nos explicaba en Vivir Rodando) estén ahi para complacer a los fans de Gilliam, es fácil dejarse llevar por la historia que cuenta.
¿Por qué? Porque los extravagantes protagonistas se hacen inesperadamente entrañables, y lo que comienza siendo una incomprensible historia futurista sobre burocracias kafkianas y retro-ciberpunk (¿Es el ciberpunk algo retro ya? En esta película lo parece) va derivando a la clásica historia de hombre perdido y aislado en busca de sí mismo y de su lugar en el mundo. Sí, es un cliché, pero cualquier persona puede identificarse con esa historia.
Hay muchas maneras de entender The Zero Theorem, y entre ellas podría estar la de la sátira al materialismo, con un mega-empresario (chocante Matt Damon) capaz de sacarle provecho económico al existencialismo, el caos y la Nada absoluta, si es menester.
El número principal de esta función es el protagonista Christoph Waltz, quien depliega su acostumbrado arsenal de muecas y titubeos para alegría del fan y empacho del detractor. El internacionalísimo intérprete encarna en esta ocasión al clásico chalado de película de Terry Gilliam: un hombre encerrado en su propio mundo y aferrado a sus propias fantasías frente a una realidad agobiante y aburrida. Algo comprensible, por otro lado.
¿Se repite Terry Gilliam o sus películas son consecuentes con su universo creador? ¿Qué más da? Bastante cine “normal” e insípido tenemos ya como para echarle en cara a ningún autor el ofrecernos otros sabores y colores.
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Película vista en NOCTURNA Madrid International Fantastic Film Festival (26 de mayo – 1 de junio de 2014)
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