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Crítica: «Rocketman» (Dexter Fletcher, 2019)

Cuando se dice que, en anteriores etapas de este proyecto, Tom Hardy o Justin Timberlake estuvieron a punto de encarnar a Elton John, uno siente que a veces los retrasos conducen a un buen desenlace.

Digo esto porque no me imagino a otro actor más adecuado para interpretar al músico que Taron Egerton, un actor que va creciendo película a película, y que en este caso, da lo mejor de sí mismo. Que es mucho, por cierto.

Antes de seguir, les recomiendo que eviten las tentadoras comparaciones entre la película de Fletcher y otro éxito que él mismo se encargó de completar, Bohemian Rhapsody. Esta última, con todos sus méritos, era un biopic al uso, y en cambio, Rocketman es un musical con todas las de la ley. Es decir, un espectáculo donde realidad y fantasía intercambian cromos, y en el que incluso los problemas se disfrazan de ligereza. No en vano, el cancionero completo de Elton John parece haber sido escrito para formar parte de esta película.

A pesar de su mitología pop, el film no es complaciente. La vida de la estrella está contemplada de un modo áspero. evitando las justificaciones o la típica moralina. El protagonista se droga sin medida, enfría su deseo de amor en una cama revuelta, y para completar el cuadro, saca a relucir su mal genio cuando no debe. La gracia del asunto es que, a pesar de todo ello, acompañamos al personaje con la sensación de que siempre merece algo mejor, y precisamente por eso, Rocketman, a pesar de su dramatismo, es un espectáculo que uno termina de ver con una sonrisa.

Parte del mérito, claro está, se debe a las canciones de Elton John, soberbiamente interpretadas, con nuevos arreglos, por Taron Egerton y el resto del elenco. Un reparto excepcional, dicho sea de paso. Y si no, reparen en las actuaciones de Jamie Bell, Richard Madden, Steven Mackintosh y Bryce Dallas Howard, impecables en sus respectivos papeles. La dirección de actores es meticulosa, y solo por eso ya merece la pena pagar la entrada.

Aunque la carrera autodestructiva de Elton John es reflejada con detalle y en una progresión casi geométrica, la cinta mantiene en todo momento el buen gusto, la vitalidad y el optimismo. Son virtudes que en la vida real encarna el eterno amigo del músico, el letrista Bernie Taupin, a quien Jamie Bell dota aquí de un permanente halo de bondad.

Por los riesgos que toma y por su brillantez de recursos, Rocketman merece este y otros elogios. Dexter Fletcher sabe mirar por el ojo de la cámara: se nota en la precisa planificación, en la potencia que inyecta en los números más espectaculares y en la melancolía que despliega en los más íntimos.

Quizá me equivoque, pero tengo la impresión de que esta película irá ganando con los años.

Una curiosidad final: revisen la anterior colaboración entre Egerton y Fletcher, Eddie el Águila, y luego imagínense de qué hablaron el actor y Elton John durante el rodaje de la segunda entrega de Kingsman. Da la impresión de que una cosa llevó a la otra, como si Rocketman fuera su consecuencia final.

Sinopsis

Rocketman narra la historia personal y sin censura de los años que hicieron famoso a Elton John. Protagonizada por Taron Egerton, Jamie Bell como el antiguo letrista y socio de Elton, Bernie Taupin; Richard Madden como el primer manager de Elton, John Reid y Bryce Dallas Howard como la madre de Elton, Sheila Farebrother.

La película sigue el viaje de transformación del tímido prodigio del piano Reginald Dwight a la superestrella internacional Elton John. Esta historia ambientada en las canciones más queridas de Elton John e interpretada por Taron Egerton, cuenta cómo un chico normal de un pueblo pequeño se convirtió en una de las figuras más icónicas de la cultura pop.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © New Republic Pictures, Marv Films, Rocket Pictures, Paramount Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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