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Crítica: “Los Mercenarios 2″ (Simon West, 2012)

El elenco de Los Mercenarios 2 es una ecuación con dos variables: nostalgia y testosterona. En el imaginario mítico de la generación de los ochenta, con eso basta. Si a eso le añadimos que Simon West ha conseguido que la secuela mejore a su predecesora, está claro que nos hayamos ante una de las películas más recomendables del verano.

Ojo, que nadie espere imágenes perdurables o ejercicios de estilo. Eso es cine de consumo, idóneo para estas fechas y edificado sobre el pilar que hace posible la industria de Hollywood: el gran público.

A más de un cinéfilo esta película le hará preguntarse: «¿Estás empezando a amar lo que un día te pareció un pasatiempo de usar y tirar?». Digo esto porque, pese a las muchas películas que consumí de la factoría Cannon, jamás pensé que, casi treinta años después, iba a disfrutar de lo lindo con este homenaje a aquel cine intrascendente, predecible, violento y no precisamente bueno.

Supongo que es algo habitual en la cultura pop. Los mismos que un día nos reímos de Tom Jones cantando en Las Vegas, ahora idolatramos al viejo galés, incluso en su vertiente más hortera. Es una cuestión muy simple: estas cosas se curan con los años. Si encima a eso le añadimos que el cine –aunque lo escribamos con mayúsculas– está en franca decadencia, parece natural que Los mercenarios 2 nos parezca una película infinitamente más sólida que cualquier cinta de acción precocinada con efectos digitales y con un protagonista metrosexual, de esos que se toman muy en serio a sí mismos.

De acuerdo, Simon West no es Spielberg y el guión tiene más de una laguna. Y más de tres. Sin embargo, los personajes y las situaciones rebosan virilidad y un sentido del humor inocente a la vez que macarra, dos cualidades políticamente incorrectas que, ahora que caigo en ello, echábamos mucho en falta.

En cuanto al reparto… Díganme, ¿de verdad hace falta hablar del reparto? Con la sola mención de los nombres que se acumulan en el cartel, a uno ya le sobran los comentarios: Sylvester StalloneJason StathamBruce WillisArnold SchwarzeneggerJet LiChuck NorrisRandy CoutureDolph LundgrenTerry Crews y Jean-Claude Van Damme, en la piel del pérfido Jean Vilain. Ahí es nada. Bueno, también sale Liam Hemsworth, pero supongo que para destacarlo uno tendría que ser mucho más joven.

En lo técnico, West saca algún partido de los escenarios naturales del rodaje: Bulgaria, Hong Kong y Nueva Orleans. Con eso, el espectáculo adquiere el suficiente brío como para que nos olvidemos de otro tipo de problemas. A Los Mercenarios 2 no hay que pedirle otra cosa, porque ya es más que suficiente con lo que nos regala.

Sinopsis

En Los Mercenarios 2, Barney Ross (Sylvester Stallone) y su equipo se vuelven a unir cuando el señor Church (Bruce Willis) los recluta para encargarse de un trabajo aparentemente sencillo. Sin embargo, pese a parecer dinero fácil, las cosas se tuercen y uno de sus miembros es brutalmente asesinado, lo que impulsa al resto de sus compañeros a buscar venganza. El equipo, empeñado en desquitarse, va dejando un rastro de destrucción a su paso entre las fuerzas enemigas, sembrando el caos, para acabar encontrando una amenaza inesperada: cinco toneladas de plutonio apto para uso militar, una cantidad más que suficiente para cambiar el equilibrio de poder en el mundo. Aunque eso no es nada comparado con la justicia que van a imponer al vil adversario que asesinó despiadadamente a su camarada. Y todo ello hecho al inimitable estilo de los mercenarios…

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © 2012 Millennium Films y Nu Image Films. Cortesía de Aurum. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.