Parecía una película más del Keanu Reeves post-Matrix. No es que eso significara nada malo, pero no muy llamativo para el público masivo. Constantine, pese a tratarse de una adaptación mala, resultó ser una película muy disfrutable.
Dueños de la calle era un policíaco brutal (en el buen sentido) y A Scanner Darkly supuso una adaptación excelente de un texto de Phillip K. Dick. El poder del Tai Chi, aparentemente dirigida por el propio Keanu, era una joyita insólita dentro del cine de artes marciales occidental (vale, fue una coproducción con china), pero casi nadie supo o sabe de su existencia, como sucedió con Extreme Persuit, película hermana de El poder del Tai Chi.
No era de extrañar, pues, que John Wick ni siquiera llegara a los cines españoles, ni que sus responsables la sacaran adelante por puro empeño, y contando con la misteriosa participación económica de Eva Longoria, actriz y empresaria a la que los directores aseguran no haber llegado a conocer nunca. Mejor no hacer preguntas acerca de los asuntos de Eva Longoria.
John Wick, además de ser una estupenda película de acción, supone algo más: el comienzo de la reivindicación seria del trabajo del doble de riesgo en la industria. A la espera de una categoría al respecto en los agonizantes premios Oscar o en nuestros reivindicativos pero también elitistas Goya, Chad Stahelski (veterano doble Keanu en Matrix o «espalda» de Brandon Lee en El Cuervo) y David Leitch (habitual doble de Brad Pitt), por entonces principales responsables de la agencia de especialistas 87 Eleven Productions, decidieron no solo dirigir las escenas de acción para el guion de Derek Kolstad, sino la propia película.
La estrella de la función no podía ser otra persona que quien les enseñó el guion, el siempre entusiasta y dedicado Keanu Reeves.
Una inesperada franquicia de culto
Que una película con tan humildes expectativas comerciales acabara generando una franquicia popularísima en todo el mundo se debe en gran parte a lo básico y directo de su idea: unos delincuentes entran en casa de un viudo en pleno duelo, le dan una paliza, le roban el coche y, lo más traumático para el público, matan a su perrita Daisy, un encantador cachorro último regalo de la esposa moribunda del desafortunado hombre.
En ese momento, cualquier humano con un mínimo de sentimientos desea que esos criminales sufran un castigo terrible.
El jefe del grupo, Iosef (Alfie Allen, conocido también por interpretar a otro odioso personaje como es Theon Greyjoy de Juego de tronos), descubre de boca (y puños) de su padre, el jefe mafioso Viggo Tassarov (Michael Nyqvist) que el tipo al que han asaltado es John Wick, conocido como Baba Yaga o el Hombre del Saco, quizá el mejor asesino que ha existido, y que estaba ya retirado tras un trabajo definitivo para Tassarov.
Aquí tenemos una mecánica similar a la del wéstern El último tren a Gun Hill (1959), con un villano que respeta (incluso teme) más al héroe vengador que a su inútil hijo, pero que no puede permitir que se lleve a cabo dicha venganza.
Una galería de asesinos
A lo largo de la aventura desfilan pintorescos personajes y lugares que revelan una compleja sociedad criminal en lo que parece ser una ciudad de Nueva York paralela. Algo así como lo que vimos en Blade, pero cambiando a los vampiros por asesinos a sueldo y organizaciones mafiosas.
Lo más llamativo, el hotel Continental (donde se alojan los profesionales del asesinato, pero donde está prohibida cualquier agresión entre ellos). Descubrimos que los servicios de este mundo criminal, ya sean los del hotel o los de un equipo de «limpiadores», se pagan con lo que parecen ser doblones de oro.
La policía, por su parte, ignora intencionadamente cualquier actividad criminal de toda esta gente.
El mundo de John Wick será ampliado posteriormente en películas y series de televisión, así que solo el primer film sorprende a un espectador que se queda con esa sensación de «¿qué demonios está pasando aquí?».
Artes marciales, ‘thriller’ y fantasía
La acción está minuciosamente coreografiada, rodada y montada para que sepamos qué está pasando en todo momento, algo extrañísimo en el Hollywood de 2014, a lo que hay que añadir el nada habitual estilo de lucha de John Wick, quien combina llaves de judo y demás técnicas de artes marciales con los disparos, en lo que se ha venido a denominar “gun fu”, a lo que se añade el combate con coches (“car fu”).
Aportan mucho a la personalidad del film la fotografía casi cyberpunk (en especial, esa escena de club mil veces imitada) del francés Jonathan Sela y, muy importante, la banda sonora , que marca ritmo y atmósfera, con un tema de personaje que se hará altamente reconocible en siguientes secuelas. Está música está creada por Tyler Bates, productor y artista polifacético muy activo tanto en el cine como en la escena rock. Ese mismo año 2014 presentaba un trabajo en colaboración Marilyn Manson, cuya canción Killing Strangers hace aparición dos veces en la película, perfectamente fundida con la propia banda sonora.
El reparto tampoco defrauda. Salvo Keanu, John Leguizamo y Willem Dafoe, está formado por rostros conocidos para el gran público principalmente por series de televisión. Así, tenemos a Ian McShane (Deadwood) como el fascinante Winston, gerente del Continental, así como a Lance Reddick (¿en qué serie no aparecía?) en el papel del muy profesional conserje africano Charon, a Adrianne Palicki (Supernatural) como la traicionera asesina Perkins o al clásico secundario David Patrick Kelly (The Warriors, Commando, Twin Peaks), entre otros intérpretes y especialistas de interés, incluyendo a Daniel Bernhardt, aquel agente contra el que Morfeo luchaba encima de un camión en marcha en la mejor secuencia de Matrix Reloaded.
En principio, John Wick es una película destinada con sinceridad y mimo a los aficionados al cine de acción, si bien ha provocado que muchos espectadores (y muchas, muchísimas espectadoras) hayan descubierto que, en realidad, también disfrutan de esta clase de películas.
Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.
Copyright de las imágenes © Maravillas Distribuciones Cinematográficas. Reservados todos los derechos.