¿Recuerdan Línea mortal (Flatliners)? No se preocupen, casi nadie lo hace. Más allá de la presencia de una recatada Julia Roberts en pleno auge y de Kiefer Sutherland soltando la célebre frase cheroqui “Es un buen día para morir”, aquel film de 1990 no se cuenta entre lo más memorable del director Joel Schumacher.
Línea mortal era una película con una premisa de ciencia-ficción interesante (aunque no revolucionaria), que derivaba hacia el thriller psicológico con toques de terror de baja intensidad, y este remake que ahora se estrena viene a ser lo mismo: un film que va perdiendo el interés a medida que avanza, y que termina siendo una fábula moralista con sustos para público de preescolar.
El danés Niels Arden Oplev, responsable de las exitosas primeras adaptaciones nórdicas de la saga Millennium, y ahora director a sueldo en producciones de segunda división en Hollywood (que parece ser el objetivo de demasiados cineastas), nos ofrece un remake que no arriesga nada y más o menos vuelve a contar la misma insulsa historia original.
La presencia de Kiefer Sutherland en el papel de un doctor veterano nos hace pensar durante unos momentos que estamos ante una inesperada secuela, pero pronto nos damos cuenta de que Enganchados a la muerte (uno de esos títulos españoles “creativos”) es, simplemente, una fotocopia perezosa.
Si Línea mortal basaba parte de su atractivo en el carisma de su reparto (además de la Roberts y Sutherland, también aparecían Kevin Bacon y Oliver Platt), en Enganchados a la muerte el reclamo es la ex-estrella adolescente Ellen Page, acompañada por el mexicano Diego Luna, quien interpreta a un juvenil estudiante de medicina a sus 37 añazos. Otros rostros atractivos, lozanos y televisivos se encargan de personajes en teoría poseedores de complejos tormentos psicológicos, pero que podrían pertenecer sin problema a cualquier secuela de Pesadilla en Elm Street.
Con aspecto y desarrollo de telefilm, Enganchados a la muerte queda como película de cuasi-terror para que el público más asustadizo tenga algo que ver en las fiestas de Halloween sin perder los nervios, y se convierte en el ejemplo perfecto de los tiempos de crisis que vive Hollywood, ya lanzado a la fabricación de remakes de películas mediocres como Línea mortal o Jumanji, después de haber explotado, con unos resultados menos buenos que malos, todos los films clásicos.
Sinopsis
En Enganchados a la muerte, cinco estudiantes de medicina, obsesionados con el misterio de lo que nos aguarda más allá de los confines de la vida, emprenden un atrevido y peligroso experimento. A base de detener su corazón durante un breve lapso de tiempo, cada uno de ellos sufre una experiencia cercana a la muerte, lo que les permite conocer de primera mano la otra vida. Pero, a medida que sus experimentos se van haciendo más peligrosos, cada uno de ellos deberá afrontar los pecados de su pasado, que afloran como consecuencia paranormal de sus incursiones en el más allá.
«Todos queremos saber qué sucede al morir, pero hay ciertas cosas que claramente es mejor no conocer», opina Laurence Mark, productor del nuevo filme Enganchados a la muerte. En la película, cinco estudiantes de medicina se obsesionan con estas cuestiones y hacen caso omiso a las advertencias del productor.
«Enganchados a la muerte es un viaje a lo desconocido, el último territorio desconocido, podría decirse», comenta el director Niels Arden Oplev, especialmente conocido internacionalmente por su trabajo como director de la adaptación sueca de Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres y el piloto de la alabada serie de televisión Mr. Robot. «Es un tema totalmente descabellado, viajar más allá de la muerte y hacer que tus amigos intenten resucitarte, para explorar qué hay más allá».
Enganchados a la muerte empieza cuando una estudiante de medicina –que tiene sus propios motivos que se guarda con mucho cuidado– convence a cuatro de sus compañeros para que realicen con ella un peligroso experimento: quiere detener su corazón y experimentar la muerte durante un breve lapso de tiempo, controlando su actividad cerebral para ver si consiguen alguna prueba de vida más allá de la muerte; entonces, necesita que sus compañeros la resuciten.
¿Qué podría convencer a alguien para intentar algo tan peligroso? Qué otra cosa sino la perspectiva de obtener unos resultados revolucionarios, que podrían hacerlos famosos. «Imagina que descubren la prueba que estaban buscando: sería el mayor descubrimiento médico del siglo», opina Oplev. «Courtney, interpretada por Ellen Page, apela a la presión que los demás estudiantes sienten en un entorno tan despiadado. Como dice uno de los personajes: esta no es una facultad de medicina que se dedique a formar médicos rurales, están aquí para ampliar los límites del conocimiento humano».
Lo que descubren los estudiantes de medicina es algo que no esperaban: tras detener su corazón y afrontar la muerte, no solo experimentan cómo podría ser el más allá, sino que a la vuelta son mejores. «Tras su viaje al reino de la muerte, vuelven con habilidades especiales», aporta Oplev. «Intentan alcanzar la grandeza por la vía rápida. Pero tendrán que pagar las consecuencias de lo que han hecho».
La película en la que se basa Enganchados a la muerte se estrenó en 1990. Línea mortal era un filme sumamente estilizado e inquietante, que logró conectar rápidamente con el público. Ahora, más de 25 años después, llega a la gran pantalla una nueva versión contemporánea de la historia, Enganchados a la muerte. Michael Douglas, uno de los productores de la película original, colaboró con los productores Laurence Mark y Peter Safran para llevar esta nueva versión a las salas comerciales.
Para dirigir la nueva versión, los productores se pusieron en contacto con Oplev. «Niels aportaba una sensibilidad fantástica de autor europeo a un thriller comercial estadounidense», explica Safran. «Lo importante para todos nosotros, y sobre todo para Niels, era que los personajes funcionaran: se aseguró de que todo lo que le pasara a los personajes tuviera una base real, y que sus errores pasados y los pasos que dan para redimirse fueran creíbles».
También era importante para Oplev crear una película que se sostuviera por sí misma y conectara con el público contemporáneo.
«Naturalmente, es amena y emocionante, pero el tema también posee cierta profundidad. Podíamos crear una película que tuviera toda la tensión y el espectáculo de un thriller, pero también profundidad, credibilidad y realismo. Por eso me atrajo este proyecto», plantea Oplev.
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