No suelo ser muy fan del cine experimental ni de cosas similares. Me considero amante del cine clásico de toda la vida, pero, por otro lado, soy un gran admirador del cine de terror italiano, con sus delirios visuales y su lógica narrativa de pesadilla.
En 2009, Amer, de Hélène Cattet, provocó odios y entusiasmos. Aquel era un film de narrativa radical, en la que se abstraía algo que ya es un pelín abstracto como es el giallo, reduciéndolo a sus elementos básicos –sexo, violencia, misterio, diseño, fotografía, montaje, música– y elevándolos a la estratosfera.
Hélène Cattet y Bruno Forzani vuelven a hacer lo mismo con esta nueva película, y lo hacen con más potencia y más cualidad hipnótica, si eso es posible.
Muchos dirán que la película no tiene argumento. De hecho, sí lo tiene, sólo que se desarrolla de una manera nada convencional, pero eso es casi irrelevante. El terror italiano nunca ha tratado sobre el argumento, sino sobre la atmósfera, la sensualidad, el impacto y el enigma.
Y esta película belga, con ecos del Inferno de Argento, tiene mucho de eso.
Espectacular.
Sinopsis
Una mujer desaparece. Su marido decide investigar las extrañas circunstancias de su desaparición. ¿Acaso le ha abandonado? ¿O es que está muerta? A medida que va indagando en las respuestas, el marido se verá gradualmente inmerso en una serie de situaciones violentas.
Los directores de Amer (premio Discovery en Sitges) regresan (¡por fin!) con una película igual de fascinante y aun más pesadillesca. Cattet y Forzani nacieron en 1976 y se conocieron en Bruselas, donde co–dirigieron y produjeron cortometrajes financiados de su propio bolsillo. Han dirigido diversos cortos, como Chambre Jaune (Sitges’02) y Santos Palace (2006), y el largo Amer (Sitges’09).
Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.
Copyright de la sinopsis © Sitges 2013. 46 Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya. Reservados todos los derechos.