Dos Rachels, Weisz y McAdams, son las protagonistas de este film en el que las interpretaciones son lo más importante. Ambas Rachels, por otro lado, destacan por haber conseguido algo no tan sencillo para las actrices de buena presencia física: demostrar que son excelentes intérpretes y que pueden hacer algo más que lucir palmito.
La película cuenta una historia que, con diferentes ambientes y matices, ya hemos visto en otras ocasiones, pero lo hace con la suficiente habilidad como para que el espectador esté pendiente de lo que pasa y no se desentienda emocionalmente.
Para ello cuenta con una primera mitad en la que se plantea una suerte de misterio: una “hija pródiga” (Weisz) regresa desde Nueva York al lugar en el que creció, una comunidad judía ortodoxa al norte de Londres. El objeto de la visita es asistir al funeral de su padre, un rabino que renegó de ella, sin que sepamos durante parte del metraje la razón.
El rechazo de la comunidad es palpable, y el espectador pronto comenzará a sospechar por dónde van los tiros.
Si bien es cierto que las Rachels llevan todo el peso de la película sobre sus hombros, el film cuenta asimismo con un estupendo reparto, en el que destaca un tenso Alessandro Nivola, cuyo personaje causa y sufre preocupaciones a partes iguales.
Sin desvelar el argumento (que conocerán bien los lectores de la novela original escrita por Naomi Alderman), Disobedience nos muestra el conflicto entre el mundo real y la religión más cerrada y reaccionaria. No obstante, lejos de ser un ataque directo y sencillo al fanatismo, este film de Sebastián Lelio (Una mujer fantástica) apuesta por reconciliar maneras de vivir totalmente opuestas, buscando la solución en las partes más luminosas y humanistas de la religión.
Sinopsis
Ronit Khruska (Rachel Weisz) regresa a Hendon, su comunidad judía ortodoxa, después de la muerte de su padre rabino. A pesar de la tensión que rodeó la partida repentina de Ronit en el pasado, Dovid Kuperman (Alessandro Nivola), amigo de la infancia y muy cercano al rabino, le invita a quedarse con él y su esposa. Ronit se sorprende al descubrir que ésta es su ex mejor amiga Esti (Rachel McAdams), ahora profesora en una escuela de niñas ortodoxas. La situación es incómoda entre las dos mujeres dado que un pasado complicado claramente se cierne sobre ellas.
Rachel Weisz y Frida Torresblanco estaban buscando material para producir algo juntas, cuando Rachel mencionó la premiada novela de 2006 Disobedience, de Naomi Alderman. Frida leyó la novela durante un fin de semana y el lunes ya tenía claro que esa sería la historia que la pareja de productoras buscaba.
«Establecimos desde el principio la necesidad de encontrar roles de mujeres, mujeres que fuesen inteligentes, con determinación y que no estuviesen ahí sólo para apoyar al protagonista masculino» explica Frida.
«Lo que de verdad me atrajo de la novela fue el tema de la transgresión en este mundo moderno en el que ya casi nada es tabú. El término ‘desobediencia’ no tiene mucho sentido a no ser que lo sitúes en ciertas comunidades como la judía ortodoxa del norte de Londres. Cuando encuentras una historia de transgresión dentro de una sociedad anticuada, obtienes un drama universal con el que todo el mundo se puede sentir identificado» añade Weisz.
Film4 se unió a la producción desde el inicio, con Rose Garnett y Daniel Battsek como productores ejecutivos. Estos le enseñaron la película a Ed Guiney, lo que hizo que se reencontrara con Weisz después de la exitosa colaboración en la premiada Langosta.
Guiney explica como lo que más le atrajo del proyecto fue «lo tremendamente humanos que eran los personajes, con sus defectos y dudas, su capacidad de perdonar y su desobediencia».
Después de ver la película Gloria, Torresblanco pensó que Sebastián Lelio sería el director perfecto para el proyecto y se lo propuso. «Tiene una sensibilidad extraordinaria y sabe conectar con las mujeres completamente, comprende cada detalle de la mecánica de la interpretación. Le mandé el proyecto y se entusiasmó inmediatamente. Entonces leyó el libro y, al igual que a mí, la historia le pareció única, así que se sumó al carro».
Es un cineasta increíble y en el rodaje crea atmósferas maravillosas. Tiene intensidad y enfoque, aunque también una gran humanidad y algo de desenfado» comenta Guiney.
Después de terminar un par de borradores del guion, Lelio se reunió con la premiada guionista Rebecca Lenkiewicz para seguir trabajando juntos en él. A lo largo de un año continuaron investigando y escribiendo juntos. Llegaron a pasar un fin de semana en un hotel judío y fueron a visitar a una comunidad ortodoxa junto con la escritora Naomi Alderman, experiencia que Lenkiewicz describió como «el estudio forense más interesante de todo el guion».
«Desde el principio tuvimos muy claro hacia dónde tenía que ir la historia. La novela de Alderman está llena de conflictos y sabíamos que debíamos mantener la tensión de Ronit al sentirse forzada de volver a casa. Todos tememos a la familia, pero también la queremos, y queríamos honrar esta complejidad de amor y pérdida del libro».
En Disobedience podemos ver también el reencuentro de Guiney con el director de fotografía Danny Cohen (ganador del Oscar por El discurso del rey) después de su colaboración en La habitación, por la que Guiney recibió una nominación de la Academia a Mejor Largometraje.
«Danny Cohen tiene un gran instinto y da mucha libertad a los actores para que se muevan por el plano. Hay un trabajo de cámara increíble y confían plenamente en que les va a captar de la mejor forma posible» comenta Guiney, hablando sobre la facilidad con la que Cohen trabaja con los actores.
Para Lelio, formaron un gran equipo durante el rodaje, y explica como «esta película ha sido una gran aventura para mí, ya que no conocía a nadie y Danny se convirtió en un compañero indispensable. Estaba siempre abierto a encontrar distintas maneras de capturar el factor de libertad de los actores».
Disobedience es un drama amoroso y la lucha por la aceptación en la estricta comunidad ortodoxa del norte de Londres, una historia que la audiencia encontrará universal.
En palabras de Lelio: «Estamos en una guerra en la que sólo ciertas relaciones son válidas y en la que se cuestiona quién tiene la autoridad para decidir sobre ellas. Esta es una historia sobre personas que quieren cambiar y evolucionar, pero para conseguirlo deberán lidiar con estructuras muy rígidas. Esa es la confrontación por la que hoy en día está pasando la sociedad en el mundo entero».
«Una de las principales razones por las que acepté este proyecto ‒dice Lelio‒ fue porque Rachel Weisz estaba en él. Siempre la he admirado y me resultó irresistible imaginármela haciendo de la rebelde Ronit. Escribimos su personaje con ella en mente, lo que hizo posible que saliese y brillase todo lo que siempre he admirado de ella. La personalidad de Ronit creó muchas oportunidades para que surgiesen emociones muy complejas. Rachel McAdams tiene una nobleza intrínseca que aporta mucha dignidad a su personaje. Con el tiempo, Esti se ha convertido en una maestra del disfraz, escondida bajo pelucas y buenas maneras. Pero por dentro hay una mujer desesperada que intenta reconectar con quien realmente es. Aunque Esti se encuentre navegando entre muchas situaciones complejas, siempre se muestra muy estable, lo que permite que el personaje sea fuerte y frágil al mismo tiempo. Rachel McAdams ha sido capaz de lidiar con todas estas dificultades con una destreza y gracia increíbles».
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