Estamos ante una de esas películas de o lo tomas o lo dejas. El espectador puede entrar en su juego o irritarse al máximo, por eso, conviene que hagamos un par de advertencias básicas:
Primera: Aunque ustedes vean en el cartel a un tipo disfrazado de superhéroe, Deadpool NO es una película para toda la familia. ¡No lleven a sus niños! El film contiene altas dosis de violencia sangrienta, algo de sexo y, sobre todo, una avalancha de diálogos tan ingeniosos como zafios. Piensen en el Kevin Smith de los buenos tiempos y tendrán una idea aproximada.
Y segunda: Deadpool es una muestra de esa comedia Generación X repleta de referencias a la cultura pop y constante ruptura (¿demolición?) de la cuarta pared. En opinión de este comentarista, en esta ocasión el truco funciona a la perfección, pero siempre habrá quien deteste este tipo gracietas. Si no son partidarios, por ejemplo, de series como Padre de Familia, tengan cuidado.
Los fans de Deadpool ‒llamado Masacre en su edición española‒ tienen muchos motivos para estar contentos. El mercenario bocazas por fin tiene una película que le hace justicia, después de la absurda y decepcionante aparición del personaje en X-Men orígenes: Lobezno (Gavin Hood, 2009). Lo curioso es que el Deadpool que ahora llega a las pantallas pertenece al mismo universo cinematográfico que aquella película, y de hecho, está interpretado por el mismo actor. Lejos de ser un problema, todo ello sirve como material para algún que otro chiste durante el film.
Deadpool fue creado por el siempre polémico Rob Liefeld en colaboración con el guionista Fabian Nicieza a comienzos de los 90, y acabó convirtiéndose en uno de los personajes más populares de Marvel en las últimas décadas. Al igual que hiciera anteriormente Lobo en la competencia (DC Comics), Deadpool daba un respiro a los lectores presentándose como un antihéroe, prácticamente un villano, que convivía en el mismo entorno que los superhéroes para pitorrearse de ellos, perpetrar actos inmorales y parodiar el género desde dentro.
Sin duda, resultaba una tarea difícil convencer a un estudio para producir una película de estas características, pero Ryan Reynolds, en su labor de productor y estrella, se las ha arreglado, con tenacidad e inteligencia, para que este film llegue a ser una realidad. No es una gran superproducción, ni necesita serlo, pero sí una película que, sospechamos, va a hacer que el actor por fin consiga su personaje estrella.
El film tiene un argumento muy sencillo, que se divide entre una historia de venganza, una historia de origen y una de amor. Los responsables de la película deciden, con acierto, comenzar la acción en plena venganza, e ir alternándola a base de montaje con la historia de origen, que suele ser la parte más aburrida de una cinta de superhéroes.
Sorprende que la parte amorosa resulte fresca, divertida y emotiva. No cuenta nada especialmente original, e incluso contiene muchas similitudes con la magnífica Darkman (Sam Raimi, 1990), pero los diálogos, el desenfado y las interpretaciones de Ryan Reynolds y Morena Baccarin aportan candor dentro de una película totalmente gamberra.
Aunque la acción nos regale algún momento vistoso ‒por sanguinolento‒, los triunfos de Deadpool están en lo cómico. Antes he comentado que es un film Generación X, con guiños a los cuarentones ‒Ferris Bueller, Las Chicas de Oro o el grupo Wham! son sólo algunas de ellas‒, pero el cachondeo no se limita a eso. El propio Reynolds, la franquicia X-Men, Internet, los millennials… todo es objeto de burla para el locuaz protagonista, incluidos los magníficos títulos de crédito.
Deadpool no pretende otra cosa que divertir, y lo consigue con creces. Quizá su público objetivo sea menos amplio que el de las demás películas basadas en cómics, pero raro será que no se convierta en uno de esos éxitos basados en la recomendación de los propios espectadores.
Sinopsis
Basada en el antihéroe menos convencional del Universo Marvel, Deadpool cuenta la historia del ex agente de las fuerzas especiales convertido en mercenario Wade Wilson, que después de someterse a un experimento que le deja superpoderes de curación, adopta la identidad de Deadpool. Armado con sus nuevas habilidades y un negro sentido del humor, Deadpool tratará de cazar al hombre que ha arruinado su vida.
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